Participantes: (?)
Género: angst, crime, drama, mystery, general
Advertencias: muerte de un personaje, violación NO explícita, tortura, lemon. lenguaje soez
Autorización: +18
Sinopsis:
"SeoWon era un lugar complicado, él lo sabía mejor que nadie... Se conocía sus calles como la palma de su mano, había jugado con fuego en sus rincones más oscuros y más de una vez se había quemado. Pero estaba vivo, más vivo que nunca en su maldita vida. Había escapado de ese agujero que lo consumía lentamente y ahora era libre, libre para hacer todo aquello que las eternas palizas le habían impedido, libre de limpiar sus manos de los restos de sangre seca, libre para contar su historia... Tal vez no es bonita, tal vez es demasiado dura, tal vez no hay un amor verdadero escondido entre sus líneas, pero es su historia. ¿Estás dispuesto a escucharla...?"
Capítulo 1
El puño
cerrado de aquel chico se estampó con fuerza en la cara contraria,
haciendo que su adversario soltara un quejido de dolor y frustración
antes de escupir algo de sangre. Sin embargo, se recompuso
rápidamente y le regaló al otro una patada en el estómago que no
pudo esquivar y que le hizo retroceder. Inmediatamente, las personas
detrás de él en aquel improvisado ring lo empujaron de vuelta a la
pelea para que no pudiera escapar. Ninguna de los que se agolpaban
alrededor de los dos muchachos podía permitir que su diversión
acabara tan pronto... claro que no todos en aquel barrio dejado de la
mano de Dios eran bestias inmundas sin más diversión que
emborracharse, drogarse o pelearse.
Aunque
pareciese imposible, aún sobrevivían hombres y mujeres en aquel
barrio marginal que tenían educación y respetaban a los demás, su
único pecado era no tener suficiente dinero. Y había quien se
lamentaba profundamente de ser pobre porque sabía lo que era vivir
bien, tener un techo bajo el que dormir y un plato de comida delante;
y aquello, simplemente, resultaba una verdadera tortura. Cuando te
llevabas un trozo de comida a la boca no sabías cuándo volverías a
saciar tu hambre y, si tenías un hogar, debías dar gracias por
ello. Por supuesto, jamás pertenecerías a aquel mundo aparte de
toda ciudad. Era casi como si oliesen que llegabas de fuera y se
aprovecharan de ti porque no conoces sus reglas y no sabes cómo
funciona.
Y en
esa tortura diaria se encontraba aquella muchacha de expresión
triste y pelo castaño alborotado cuyo flequillo tapaba ligeramente
sus ojos. A ella no le gustaban las peleas, nunca había sido
partidaria de la violencia; pero, desde que los golpes eran parte de
su día a día, los aborrecía completamente. Era una pija,
una niña rica,
alguien despreciable
para el resto. Ella simplemente no había hecho nada, ni siquiera
tuvo la culpa de que la empresa de su padre quebrara; pero ahí
estaba, sola, dolorida de la última golpiza y sin un won en el
bolsillo.
Suspiró
por décima vez en aquel rato, mirando a la muchedumbre antes de
darse la vuelta y tomar
el camino contrario. Observaba sus pies como si fueran la cosa más
interesante del mundo, cubiertos con aquellas converse
que sus padres le regalaron al cumplir los diecisiete y que eran lo
poco que le quedaba de su antigua vida. Apretó los puños, estaba
cabreada. Cabreada con Dios, Buda, Alá, Yahvé, el karma o lo que
fuese, cabreada con sus padres por haberla dejado ahí tirada, con
ella misma por no saber defenderse, con sus amigos por no querer
llegar hasta allí para sacarla aunque fuese solo por unas horas...
Pero... ¿a quién pretendía engañar? Ella tampoco sería capaz de
pisar aquellas sucias y maltrechas calles si no fuera porque ahora
eran su hogar...
Suspiró
de nuevo, levantando su brazo izquierdo y subiéndose la manga fina
de su camiseta.
«No
te olvides de quién eres, Bang MinAh»
Las
letras marcadas en su piel fruto de una noche de rabia en la que no
tuvo nada mejor que hacer que rajarse el brazo, calmando su furia con
el fluir lento y tranquilo de la sangre, le miraban casi con
desprecio.
A
veces... a veces sentía que no era ella, que aquel mísero lugar la
estaba absorbiendo y convirtiendo en uno más de sus habitantes, y
eso le aterraba.
Se
miró en un escaparate sucio y manoseado que la reflejaba
perfectamente. Estaba pálida, más de lo usual, demacrada, y había
perdido mucho peso. Su labio inferior estaba levemente hinchado y en
su pómulo derecho aún era visible una marca morada producto de un
fuerte puñetazo.
Palpó
con suavidad su cara, delineando cada uno de sus rasgos, más
afilados de como los recordaba. Pasó sus manos por sus brazos,
escuálidos bajo las mangas de la camiseta, y por su pecho, marcando
sus costillas.
–
Tú no eres Bang MinAh –se gritó a sí misma casi con desprecio,
remarcando los sentimientos de asco y odio hacia su propia persona
que se revolvían en su estómago, provocándole arcadas.
Cogió
una piedra del suelo y la tiró con fuerza contra el cristal,
rompiéndolo en miles de pedazos y matando a ese reflejo que no era
ella. Aquel fue el final, el cierre de la vida que una vez tuvo. Ya
no era Bang MinAh o Min, ahora era una más de aquel barrio. Era el
momento de entrar a su juego y ganar, porque no se iba a dar por
vencida...
Sonrió
para sí misma, pateando algunos trozos de cristal más grandes que
los demás, y se dispuso a reemprender su camino, pero una voz,
aquella
voz que odiaba, rebotó en la calle vacía dejándola paralizada.
–
¿Dónde vas tan sola?
Un
escalofrío la recorrió por completo. Lo odiaba, lo aborrecía... le
aterraba... Jamás lo admitiría con nadie, pero el tal Lay, el dueño
de aquella voz, era una de sus peores pesadillas...
Respiró
hondo, tratando de calmarse. Si algo había aprendido en aquel tiempo
era que debía dejar ver lo mínimo de su persona, eso incluía
sentimientos, pensamientos e incluso su nombre.
Se
giró con lentitud hacia el chico castaño y de flequillo ondulado.
Era más alto que ella, de cuerpo estilizado pero fuerte y blanco,
extremadamente blanco. Su rostro fino y hasta cierto punto agradable
tenía pintado esa estúpida mueca siniestra en forma de sonrisa que
tanto había aprendido a temer.
–
¿Qué...? –comenzó, pero paró en un intento por no tartamudear–
¿Qué quieres?
–
Nada que no sepas ya –dijo con cierto tono lascivo, pasando su
lengua por su labio superior y avanzando peligrosamente hacia MinAh.
Instintivamente
la chica retrocedió un par de pasos, ya sabía lo que venía...
Echó
un vistazo a su alrededor, estaban completamente solos. No es que la
fueran a ayudar en caso de que Lay se... aprovechara
de su posición, pero tendría testigos y eso sería una buena baza
para manipular y extorsionar, acciones que debía controlar si quería
vivir para salir de aquel agujero.
El
nerviosismo crecía alarmantemente rápido y le impedía pensar con
claridad. No podía permitir que Lay hiciera lo que quisiera con
ella, no mientras pudiese defenderse.
–
¿Qué pasa? –su sonrisa se acentuó, marcando aquel hoyuelo tan
característico– ¿Te ha comido la lengua el gato? –estaban
cerca, peligrosamente cerca– ¿O tienes... –el brazo de Lay
comenzó a enroscarse alrededor de su cintura casi
imperceptiblemente– miedo? –sus manos apresaron a MinAh con
fuerza, impidiendo que se escapara.
–
S-suéltame –murmuró débilmente la chica, tratando de separarse;
estaba fallando miserablemente en su promesa de supervivencia, y eso
hacía que se hundiera aún más.
–
No... –respondió con delicadeza pero contundentemente, acariciando
con su nariz la línea del cuello de la muchacha, aspirando aquel
aroma que lo había cautivado la primera vez que se encontraron–
Eres tan frágil y débil... –le susurró al oído, haciendo que
temblara, tenía miedo– Pero si me das lo que quiero prometo
protegerte... MinAh...
«lo
que quiero»
Sabía lo que quería, conocía su
fama en aquel barrio y no había que ser muy avispada para notar sus
indirectas mal disimuladas. Pero no podía, no podía rendirse de
aquella manera.
Las manos de Lay cada vez iban más
allá mientras MinAh se retorcía entre sus brazos, tratando de
liberarse inútilmente.
– Ríndete ya, MinAh –la chia dio
un respingo al sentir las manos de Lay apretar su culo descaradamente
mientras su sonrisa de tiburón se ampliaba como preludio de algo que
no quería presenciar–. Da igual lo que hagas... acabarás siendo
mi p...
–
¡LAY! –aquella persona, bendita persona, acababa de salvar a
MinAh.
El
mayor de ambos se giró hacia aquella voz, molesto, chasqueando la
lengua y aflojando inconscientemente el agarre sobre su víctima. Min
aprovechó y se alejó rápidamente de Lay, quien le dedicó una
mirada molesta e intimidante.
–
¡¿De qué coño vas?! –le espetó al otro, un chico también
alto, de piel morena, ojos negros como el carbón y labios gruesos–
¡¿No ves que estaba ocupado?!
–
Llegamos tarde –se limitó a contestar el otro, encogiéndose de
hombros y haciendo gala de su actitud indiferente.
–
¿Te crees que me importa? –resopló, poniendo los ojos en blanco–
No vengas ahora de niño bueno y responsable cuando odias esa mierda
más que yo, Kai.
El
nombrado se volvió a encoger de hombros, como si no supiera hacer
otra cosa.
–
¿Y qué? –respondió con simpleza– ¡Ya se ha largado! –señaló
la figura lejana de MinAh, quien no había perdido su valioso tiempo
quedándose allí– No jodas más y vámonos, que Joon nos espera.
Lay
suspiró, masajeándose las sienes, aquel niñato lo sacaba de
quicio, pero no dejaba de ser un colega importante.
Se
recolocó la chaqueta de cuero que llevaba y se acercó al moreno. Lo
miró unos segundos antes de hacerle un gesto para que se marcharan
ya. Aún no entendía por qué Kai lo seguía como si fuera un
perrito... era fuerte, poderoso e inteligente, pero ahí estaba, tras
él, y, unos pasos más atrás, su guardaespaldas.
El
chico en cuestión, varios años mayor que ellos, era sigiloso y
disimulado, pero Kai se había dado el trabajo de quejarse
eternamente y sin descanso de “ese armario empotrado que me pisa
los talones todo el puto día”. Un tal Joon, fuerte y decidido, una
verdadera máquina de matar, aunque tonto como él solo... Por
supuesto aquel no era su verdadero nombre, como todos en aquel barrio
usaba un sobrenombre.
Joon
no era mala persona, el propio Lay había tratado con él más de una
vez, podía ser violento, pero había algo en él que le hacía
pensar que no pertenecía a ese mundo...
–
Ya hemos llegado –suspiró Lay, abriendo la puerta del lugar de
reunión y dejando pasar a Kai primero.
–
Os espero aquí a la salida –murmuró Joon mientras se encendía un
cigarro.
Lay
le hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida antes de cerrar de
un portazo, todavía le hervía la sangre al pensar en la perfecta
oportunidad que había perdido, aunque Kai se las pagaría...
Ains, tengo mucha curiosidad de todo! Mi Lay plsss que malote, pero tengo el presentimiento de que se personaje me va a caer mal, si es que sigue teniendo esa actitud, me gusta mucho! Y Joon es Lee Joon? porque yo me lo imagino con su cara xDDDDDD
ResponderEliminarSí, es Les Joon XDDD Puedes imaginarte tranquilamente su cara (?) Lay es un malote de primera e_é pero es uno de mis personajes favoritos y al final se le coge cariño, te lo digo yo <3
EliminarMe alegro de que te esté gustando ^O^ A partir de ahora supongo que actualizaré cada cinco días más o menos >\\<
Bien, empezaré por...
ResponderEliminar... ¿Lay de malo? Srsly? x'DDDD LOLOLOL no puedo. Pero, aunque me cayó mal con esa primera impresión, lo amo (?) ;__; No sé, no es que te lo pueda explicar fácilmente, es que con esa actitud lo amo-odio :'c
Ih, sabía que Kai iba a ser uno de los personajes! Soy adivina juejuejue (??) ya tengo a varios en mente u3u y estoy SUPER segura de uno de ellos, hasta podría apostar xD
Eso del final me dejó con intriga >_> eso de que Kai se las pagaría, no puedo esperar q__q
Disculpa que te deje mi comentario tan tarde u3u de verdad, pero seguro que siempre te los dejo~
Lay de malo e_é No te creas, que pone mucho así, eh? (?) XDD Yo insisto en que Lay es el típico personaje que al final cae bien, ya lo verás y es de mis favoritos porque es amor y asdfgasdhfasdhfasdf *^*
EliminarCreo recordar que te dije que el nigga era uno, ahora no lo sé XD Oish, yo quiero saber quiénes crees que van a ser los demás personajes, que todavía quedan algunos por desvelar y tal LOL
Espero que te vaya gustando >//< Para mí es un alivio ^^