Capítulo 1
Capítulo 2
Comentario de la autora: este epílogo es muy cortito, así que recomiendo leerlo escuchando Angel de EXO, la versión que más os guste o la primera que encontréis >w<
~.~.~
BaekHyun
se frotó los ojos con cuidado. Había perdido la noción del tiempo
desde que todo pareció acabar para él, pero desde hacía un rato
sentía una agradable calidez rodeándole y el niño quería saber lo
que ocurría
Se
frotó los ojos de nuevo, parecía que había estado durmiendo
durante años. Se desperezó graciosamente, estirando sus brazos y
bostezando sonoramente. Se levantó de donde estaba y miró a su
alrededor, ahora todo era de un blanco perfectamente inmaculado. Se
miró a sí mismo, él también iba vestido de blanco y su piel casi
parecía resplandecer. Observó con curiosidad el resto del lugar.
El
cielo era de un azul pálido pero vivo, coronado por el majestuoso
astro rey que regalaba su luz a aquellas personas. Todos iban de
blanco, igual que él, y se reunían en algunos grupos. Los niños
corrían de un lado a otro mientras algunos adultos los vigilaban.
Otros se dedicaban a pasear o a charlar. No había coches ni
edificios, ni siquiera bosques... estaban sobre... sobre las nubes...
BaekHyun
rió feliz, tirándose sobre el mismo lugar en el que estaba,
rebotando un poco hasta quedar totalmente tumbado. Entonces rodó
hacia un lado antes de levantarse y correr un poco más cerca del
resto de personas.
–
¿Eres feliz, BaekHyun?
El
chico se giró al escuchar aquella voz amable que le había hablado.
Pertenecía a un hombre alto, rubio, con una sonrisa cálida decorada
con un hoyuelo en su mejilla izquierda.
Baek
asintió con la cabeza, efusivo, devolviéndole la sonrisa a aquel
hombre.
–
Mucho -murmuró para enfatizar su respuesta.
–
Me alegro. Este es tu momento, BaekHyun -se agachó a su lado,
acariciándole la cabeza-. Sal ahí y disfruta de tu infancia,
pequeño. Aquí no hay enfermedades, asesinos o accidentes, solo las
buenas personas -abarcó con su brazo toda la extensión del
horizonte-. Tienes toooda la eternidad para hacer todo lo que no
pudiste, BaekHyun. Sal ahí y vive tu vida.
El
niño asintió de nuevo con la cabeza sin comprender muy bien lo que
le había dicho antes de correr hacia el resto de niños. Saltó de
una nube a otra, dejando entrever dos preciosas alas de luz y
destellos en las distancias más largas.
Delante
de él pasaron dos muchachas volando, dejándolo maravillado, y
haciendo que sus deseos de volar crecieran hasta hacerlo elevarse.
Miró hacia abajo con una gran sonrisa y se impulsó hacia adelante
con fuerza, sintiendo el viento golpear en su cuerpo con aquella
sensación tan parecida a volver a la vida.
–
¡Hyung~! -una voz alegre le hizo parar, él conocía esa voz.
Se
giró sobre sus talones hasta ver aquella figura menuda que agitaba
su brazo en la distancia. En ese momento su rostro se iluminó con
una alegría que hacía mucho que no sentía.
Corrió
con todas sus fuerzas, tirándose sobre aquel niño y haciendo que
los dos rodaran entre risas.
–
¡Hyung! ¡Me alegro tanto de volver a verte!
–
Yo también, Tao -lo abrazó con fuerza.
–
Hyung, ¿recuerdas que prometimos no separarnos?
Baek
lo pensó unos segundos antes de asentir aún con su sonrisa en los
labios.
–
A partir de ahora podremos cumplir nuestra promesa, BaekHyun hyung
-afirmó con efusividad-. ¡Aquí ya nadie puede separarnos, hyung!
¿No es genial?
–
Es perfecto, Tao.
Ambos
niños se cogieron de la mano, corriendo sin un rumbo fijo como nunca
pudieron hacer, viviendo una infancia que nunca tuvieron, escribiendo
el final de la historia que jamás deberían haberles arrebatado.
Después de todo, siendo niños.
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