Título: Smoky girl
Número de capítulos: one-shot
Participantes: Joon (MBLAQ) y Sunhwa (Secret)
Género: general, romance
Advertencias: lemon
Autorización: +16
Sinopsis:
Un depredador sabe cómo conseguir a su presa perfecta.
Solo, entro al club
Probablemente sean las 2am
Ella se sienta en la esquina del bar
y en sus delgadas manos tiene un zumo de limón
Ella era una chica de Humo
Su pelo brilla en la luz
Su triste mirada revela cicatrices
Probablemente sean las 2am
Ella se sienta en la esquina del bar
y en sus delgadas manos tiene un zumo de limón
Ella era una chica de Humo
Su pelo brilla en la luz
Su triste mirada revela cicatrices
*
La noche
acaba de empezar. Apenas son las dos de la madrugada cuando el depredador entra
al bar. Alto y esbelto, con una camisa blanca que brilla a la luz negra que cae
sobre él y hace resaltar todos sus encantos, llamando la atención de todas las
mujeres allí presentes, e incluso de algunos hombres. Esa fiera que se pasea
entre la multitud, esquivando las miradas y las insinuaciones de cuerpos
voluptuosos y bien servidos, su atractivo rostro luciendo una sonrisa ladeada
cada vez que rechaza las tentadoras oportunidades, ya que no hay nada que lo
llame verdaderamente.
Hasta que
la ve.
Está
sentada en la barra y lleva un corto vestido rojo que deja al descubierto unas
larguísimas piernas de marfil. La chica no se ha molestado en cubrirlas con
medias, la noche es cálida y ella está lo suficientemente segura de su cuerpo,
como también indica el escote imposiblemente bajo que descubre gran parte del
valle de sus pechos y una leve franja de su sujetador negro. En su mano hay una
copa llena de algún líquido desconocido, probablemente alcohol y contrastando
con su impoluta imagen hermosa, el maquillaje alrededor de sus ojos está
corrido, dándole un aspecto frágil.
El
depredador se acerca a ella. Está decidido, será su presa esa noche, su
deliciosa presa. Una chica sola y vulnerable no tardará en caer en sus redes.
-Buenas
noches, señorita- murmura con voz melosa y atrayente como la miel, sentándose
en la banqueta vacía a su lado.- ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como
este? Y completamente sola…
-¿Qué
quieres?- pregunta ella, lanzándole una dura mirada antes de volver a fijarla
en su copa.- No me interesas. Largo.
El chico se
queda un poco sorprendido por la reacción, pero eso solo aviva su interés. Su
mirada felina se transforma en algo peligroso y su sonrisa se ladea más de lo
acostumbrado.
-¿Por qué
me tratas así? Solo quiero hacer amigos… Ni siquiera me has dejado que te diga
mi nombre. Soy Changseon, pero por ser tú puedes llamarme Joon.
-No me
importa- bufa ella, dándole un sorbo a su bebida
Joon se
arregla un poco el flequillo y llama a la camarera, dedicándole una dulce sonrisa
cuando pide su martini.
-Pero que
mala educación, señorita ¿Acaso tus padres no te han enseñado modales? Al menos
deberías decirme tu nombre, ya que yo me he presentado.
La chica,
que no parece de humor para juegos estúpidos, se levanta de su sitio enfadada,
con claras intenciones de marcharse. Pero él no lo permitirá, no señor. Antes
de que pueda dar un solo paso, la agarra de la muñeca, y sabiendo cómo jugar
sus cartas, pone su mejor cara de lástima.
-No te
vayas… Por favor… -ante este nuevo tono, la muchacha parece ablandarse. Suspira
largamente, y lo mira de forma un poco menos severa.
-Soy
Sunhwa…- murmura, arrancando al chico una sonrisa de satisfacción.
-Así me
gusta, guapa. Y ahora que nos hemos presentado… ¿Quieres una copa? Yo invito.
Algo
cansada por la actitud del chico, Sunhwa simplemente resopla un poco y decidde
rendirse. Total, ¿no era eso lo que estaba buscando? Alguien con quien
demostrarle al estúpido de su ex que ella era mucho mejor que cualquiera de las
guarras con las que se había estado acostando desde hacía meses a sus espaldas.
Que puede conseguir a cualquier hombre que quiera. Así que se vuelve a sentar
en la banqueta de antes, cruzando las piernas sensualmente y aceptando la copa.
El
depredador y la presa han conseguido lo que querían. Joon se siente satisfecho
y a medida que pasan los minutos se coloca más y más cerca de ella, pasándole
un brazo por los hombros y enterrando la cara en su cuello blanquecino, dando
pequeños besos cuando ambos están lo suficientemente borrachos.
No les
resulta difícil olvidar que están en un lugar público, y con todo el descaro
del mundo se meten mano en aquel rincón apartado y oscuro de la barra donde se
encuentran. No son ni las cuatro de la mañana cuando la mano del chico está más
allá de cualquier límite aceptable bajo el vestido de Sunhwa, y a ella ya no le
importa, pegándose a él sin vergüenza, aplastando su pechos contra su torso
hasta que el otro no aguanta más y la agarra de la cintura, tirando de ella
hacia la salida.
-Vamos a mi
casa- exclama para que la oiga a pesar del volumen de la música que sale de
todas partes.
Ya en su
coche, Sunhwa recuerda lo que su madre le decía cuando era una adolescente, que
no se subiera al coche con desconocidos. Durante unos instantes se plantea lo que
le puede llegar a hacer aquel chico, pero ya está tan metida en eso que no
puede decir que no. No quiere.
No tardan
nada en llegar a casa del chico, y mucho menos a su cama. Joon la besa como si
estuviesen en el desierto y ella fuera agua fresca a la vez que forcejea con su
vestido. Sus manos, hábiles como ella nunca pensó que serían, están en todas
partes a la vez, bajando por su vientre plano o en su espalda, apretándola a su
torso ya desnudo. Pasea sus labios por su cuello, bajando por la sensible zona
de su clavícula a la vez que le desabrocha el sujetador, apartándolo
rápidamente de su cuerpo para poder jugar con sus pechos, no demasiado grandes,
pero lo suficiente como para que ocupen enteras sus manos y pueda apretarlos
suavemente, haciéndola gemir suavemente de placer.
-Eres
preciosa- murmura el depredador, mordisqueando el lóbulo de la oreja, haciendo
que se derrita en sus brazos como la mantequilla.
Ella rodea
su cintura con ambas piernas para tenerlo más cerca, sintiendo su erección
presionar en la parte baja de su vientre y decide que ya no puede aguantar más.
Le saca los bóxers sin ninguna dificultad, aprovechando para pasar las manos
por su trasero, y el chico termina de sacarle su última prenda para
introducirse de una vez por todas en ella.
Ambos gimen
al unísono ante la placentera sensación, sus rostros deformados en muecas de
placer que sólo los hace más sensuales a vista del otro.
Tenerlo
dentro de esa forma es delicioso. La llena por completo, y sin duda sabe cómo
moverse y hacerla gemir de forma casi vergonzosa. La embiste una y otra vez
mientras lleva la boca a uno de sus pechos, lamiendo el puntiagudo botón rosado
que lo decora, haciendo pequeños círculos con la lengua a su alrededor hasta
dejarlo duro y sensible, y luego lo muerde con los dientes con saña, logrando
que arquee todo su cuerpo hacia él.
Sunhwa le
clava las uñas en las caderas, sin saber exactamente dónde sujetarse, extasiada
por el placer, pidiendo más en suaves jadeos, mordiendo el lóbulo de su oreja y
susurrando su nombre cada vez más seguido, hasta que se corre entre espasmos de
placer. Joon no se detiene para darle un momento, sino que se mueve con más
urgencia, hasta alcanzar la liberación que tanto desea.
Ambos
jadean, tratando de recuperar el aliento perdido por culpa del placer y el
esfuerzo. Ella lo mira mientras se peina un poco con los dedos y le sonríe
levemente. Ninguno de los dos dice nada. Aquello ha sido solo placer de una
noche, probablemente nunca se va a repetir.
Sin
embargo, en Changseon se ha quedado grabada la triste mirada de la chica
mientras lo hacían, el poco contacto visual que habían tenido. Así que no puede
evitar hacer una estupidez. La fiera, suavizada por los efluvios del orgasmo y
la belleza de la chica, le da su número.
“Por si quieres repetir alguna vez”, dice, pero con una sonrisa amable y
completa. Y para su sorpresa, ella también le da el suyo.
Luego,
recoge sus cosas y se marcha con toda su dignidad. Joon la mira marcharse algo
embobado. No sabe que dentro de tres semanas ella lo llamará. Porque el
depredador sabe ser hábil y atrapar incluso a chicas de humo que desaparecen
tras unas horas. Pero a veces comete errores imperdonables. Como, por ejemplo,
olvidar ponerse condón.
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