lunes, 15 de julio de 2013

Good Enough

Autora: Dinosawr (@EarsOfChangmin)
Título: Good enough
Número de capítulos: one-shot
Participantes: WoonSeung (DongWoon y HyunSeung de B2ST)
Género: romántico, hurt/comfort, fluff
Advertencias: ninguna
Autorización: +7
Sinopsis:


HyungSeung encuentra una noche a su maknae llorando desconsoladamente en el sofá.


Good enough



Giro sobre mí mismo de nuevo, intentando encontrar una posición más cómoda. Me resulta imposible, mi cuerpo no desea relajarse, no quiere que consiga conciliar el sueño.


Tras unos minutos más dando vueltas en la cama, ya no lo aguanto más. Me quito las gruesas mantas de encima de un manotazo y me siento sobre el colchón. Solo una tenue luz verdosa ilumina la habitación, proveniente del despertador digital de mi mesilla de noche que marca las tres y cuarenta y siete de la mañana.


Me bajo de la cama y me coloco mis pantuflas que simulan ser conejitos azules. Cosa absurda, porque nunca nadie ha visto un conejito azul. Me envuelvo en mi caliente y sedosa bata negra y, con todo el sigilo del que puedo, bajo al primer piso. Ni siquiera enciendo la luz, la luna llena que se ve a través de las ventanas ilumina lo suficiente mi camino.


Mi primera idea es meterme en el salón y ver un rato la televisión hasta que me entre sueño. Pero un lucecita blanquecina que sale de allí me indica que alguien ha tenida una idea parecida.


Me asomo con disimulo. Dentro hay alguien que no puedo ver ya que su cara está cubierta por la tapa superior de un portátil que sujeta sobre sus rodillas. La iluminación pálida de la pantalla se refleja en su cabello arrebatándole el color.


Desde esta distancia, sin poder verle la cara y con solo un mechón de pelo lacio, incoloro, asomando por encima del portátil puede ser cualquiera de mis compañeros. Sin embargo, consigo reconocerlo. No sé si por la forma de sus piernas o tal vez por la posición en la que está sentado en ese momento, pero el caso es que sé que se trata de Dong Woon.


La primera impresión que tengo cuando lo veo sacudir sus hombros y estremecerse es que a lo mejor lo he pillado haciendo algo que no debo ver porque me provocaría un trauma. Pero, cuando lo oigo sollozar y sorber por la nariz, me doy cuenta de que no es así.


Me pregunto si debería entrometerme, preguntar qué le ocurre, intentar consolarle. En cuando he oído sus sollozos, algo se ha instalado en mi pecho: una honda preocupación por el chico, una terrible angustia al oírlo llorar. Pero, cuando voy a entrar a la sala, recuerdo la conversación (o, más bien, pelea) que tuve con JungHyun hace unos días: yo había notado que Jung parecía triste desde hacía una semana, así que decidí preguntarle a qué se debía. Pero, al parecer, no debí hacerlo, porque el chico se enfadó conmigo por “ser tan entrometido”, según sus palabras textuales.


Decido que no es buena idea, así que cambio de rumbo y me dirijo a la cocina.


“Bueno” -pienso.- “ya que no puedo ver la tele, por lo menos beberé un vaso de leche caliente.”


Lleno de leche, miel y especias una jarra y la pongo a calentar en el microondas. Mientras da vueltas, rebusco en los cajones de la encimera con la única misión de encontrar las galletas de chocolate que vi a Ki Kwang comprar el otro día. Sé que las escondió en alguna parte... Las encuentro justo cuando suena el pitidito del microondas, que me avisa de que ya puedo sacar la jarrita. Con cuidado de no quemarme, lo hago. También recuerdo que debo coger un vaso. Alargo la mano para alcanzar uno cuando regresan a mi mente los sollozos de Dong y no puedo evitarlo.


Con un suspiro, agarro dos tazas, lo pongo todo en una bandeja y voy hasta el salón. Entro intentando no hacer mucho ruido para no molestarlo y, hasta que no me siento a su lado y coloco la bandeja sobre la mesa (que hace un ligero ruido metálico al posarse), él no se da cuenta de mi presencia.


Al sentirme, da un respingo que casi hace que se le caiga el portátil de las manos descubriendo así su rostro, surcado de lágrimas, lo que hace que me dé un vuelco el corazón. Cuando me ve, se relaja y se limpia las lágrimas rápidamente. Demasiado tarde, ya lo he visto.


-Hyung... -susurra, con la voz tomada por el llanto.- ¿Qué haces aquí?


-Bueno, yo... no podía dormir, así que bajé a tomarme un vaso de leche. Te he visto aquí y te he traído un poco. -le explico señalando la bandeja y sin mencionar que lo he descubierto llorando.


-Oh, pues... muchas gracias, Hyun Seung. -me sonríe levemente y aparta el portátil de sus piernas, cerrándolo.


Se sirve leche en una de las tazas y coge una galleta sin casi mirarme. Yo hago lo mismo, intentando no incomodarle. Pero no puedo evitarlo, clavo mis ojos en él. Su rostro, normalmente alegre, está serio y triste.


-¿Y tú? -le pregunto entonces.- ¿Tampoco puedes dormir?


-No. -responde con voz trémula.- Llevo tres días sin dormir.


Esa información me sorprende. Recuerdo las ojeras que tenía esta mañana, disimuladas un par de horas después con mucho maquillaje. Ahora, en la oscuridad, no puedo verlo demasiado bien. ¿Entonces por qué consigo ver los surcos que han abierto las lágrimas en sus mejillas y la mueca angustiada de sus labios con tanta claridad? Y, algo que lleva un rato rondándome por la cabeza, ¿por qué he podido distinguirlo antes?


-¿Tres días sin dormir? ¿Y eso?


Dong Woon levanta la vista entonces. Me mira a los ojos y abre la boca para contestar, pero enseguida le tiemblan los labios y, de nuevo, solloza.


-¡Sonseuko! ¡Dong! ¿Qué te ocurre? -me alarmo.


-Na-nada... no importa...


El maknae vuelve a bajar la mirada. En un impulso (odio verlo de esa manera) suelto la taza que tengo en las manos y lo estrecho con todas mis fuerzas haciendo que un poco del líquido de su vaso caiga sobre sus piernas. Él no se queja, se limita a seguir llorando, esta vez con la frente apoyada en mi hombro y sus manos en mi torso.


Le acaricio con suavidad el pelo mientras dejo que se desahogue. Me estremezco al pensar en lo que sea que lo haya hecho estar así. Pero, a la vez (y con un poco de culpabilidad), no dejo de evadirme de vez en cuando en su familiar y acogedor aroma: té verde y jabón.


Un rato después, él se separa de mí, ya más calmado.


-Lo siento, hyung. -me dice, avergonzado.- No quería que me vieses así.


-Dong Woon... No digas eso, eso no importa. Lo importante es lo que sea que te ocurra. Puedes contármelo, si quieres... Estoy aquí para escucharte y apoyarte en todo lo que pueda. Somos compañeros. Bueno, no. -me corrijo.- Somos amigos.


El chico esboza un intento de sonrisa que es un fracaso total.


-Lo que ocurre... -comienza con voz amarga.- es que... ¡Joder! Que soy un inútil.


Eso me hace fruncir el ceño. ¿De qué habla?


-¿A qué te refieres, Dong Woon?


-A que no sirvo para nada, Hyunie. Fíjate... tú y Ki Kwang sois los mejores bailarines que he visto nunca; Jung Hyun sabe rapear como el mejor big boy; Yoseob tiene una voz preciosa; y Du Jun es capaz de llevarlo todo adelante, tiene una fortaleza increíble y lo hace todo bien. ¿Qué tengo yo, Hyun?


-¿Que qué tienes tú? Joder, Sonseuko, ¿nunca te has oído cantar?


-Claro que sí. Mi voz es la más corriente del mundo.


-No digas estupideces. Tu voz es maravillosa. Puede que, en un principio, no parezca nada especial, pero nadie tiene un registro como el tuyo. Yoseob tiene una voz muy bonita, la de Jung Hyun es grave y cautivadora. Pero tú llegas a notas a las que ellos ni soñarían alcanzar jamás. Créeme, te he oído cantar cosas preciosas con un tono de voz tan especial que sé que no podré olvidarlo nunca. Así que no te infravalores, Dong. Tú eres tan bueno como todos nosotros.


Todo esto se lo digo mirándolo muy serio a los ojos. Poco a poco, a medida que mis palabras van avanzando, su mirada se ilumina y, cuando termino, él sonríe de forma totalmente sincera.


-¿De verdad crees eso, hyung?


-Claro que sí. Sabes que mentir no es mi fuerte. -le digo, sonriente yo también.


Dong Woon me abraza de nuevo, esta vez transmitiéndome toda su alegría en forma de agradecimiento por mis palabras. Luego vuelve a tomar su taza y sigue sorbiendo leche y zampando galletas con tranquilidad. Me sorprende que esté tan calmado, pero, a la vez, me alivia. Odio verlo de la otra manera. Aún así, ¿por qué estaba así? ¿Quién ha conseguido minar tanto su moral?


-Oye, Dong... ¿qué te ha hecho pensar que no valías?


Su mirada se ensombrece de nuevo. Mierda, tengo que aprender a cerrar la boca. Él deja el vaso en la mesa y acerca su portátil, apoyándolo entre nuestras rodillas. Curioso, no me había fijado en lo cerca que estamos el uno del otro. Mientras estoy concentrado en el calor que siento donde nuestras piernas hacen contacto, él teclea unas palabras y me señala la pantalla para que al mire.


Lo que leo me deja de piedra. Realmente, no me extraña que el pobre chico se sienta tan mal. Los comentarios resultan ser muy hirientes y mordaces. Señalan todos los fallos del maknae y no le conceden ni una virtud. Y me descubro lleno de rabia. Siento unas ganas terribles de golpear a quien sea que haya escrito esas gilipolleces dañinas. Aparto la vista de la pantalla y lo miro a él, al destinatario de los insultos, con la mandíbula apretada.


-¡Escucha, Dong Woon! -exclamo con una pasión que me sorprende a mí mismo.- Nunca hagas caso de esas cosas. Esas opiniones no son constructivas, están llenas de envidia y de celos y solo pretenden hacer daño. Tú eres mejor que todos esos. ¿Que alguien dice que no eres lo suficientemente bueno? Pues a ti, plim. Solo debes hacer caso de los comentarios de la gente que te quiere, de nadie más. ¿Entendiste?


El chico no dice nada ante mi agitado discurso. Se limita a mirarme, pensativo y guardando silencio.


-Hyung... ¿tú me quieres? -pregunta de pronto.


-¿Eh? -la pregunta me sorprende y me turba más de lo que estaría dispuesto a admitir.


-Tú has dicho que solo debo hacer caso de la gente que me quiere. Así pues, ¿debo hacerte caso? ¿Tú me quieres?


Eso me deja bloqueado. “Claro que te quiero”, voy a responder, pero tengo la sensación de que hay algo más en todo eso. No en la pregunta en sí, sino en la respuesta que voy a dar. Cuando dije aquella frase, yo estaba pensando en sus padres, en su hermano, en las Swooners, en el resto de compañeros de B2ST... en todos menos en mí. Pero, ¿yo le quiero?


“Claro que sí. Él es como mi hermano pequeño, aunque no haya tanta diferencia de edad. Siempre me hace reír y se queda conmigo haciendo el vago. Me acompaña a comprar comida cuando tengo hambre, cosa que ninguno de los otros se digna a hacer. A veces, se queda hablando conmigo hasta altas horas de la noche conmigo. Muchas veces, es el único que entiende mis chistes. Me anima y apoya siempre. Por supuesto que le quiero.”


Mas mi mente se empeña en mostrarme algo, algo que no consigo ver o, tal vez, que no me atrevo a ver. Sí, lo admito. Me da miedo lo que pueda encontrarme en la neblina de mi mente.


Mientras divago, sus ojos, grandes y oscuros, me observan con una expresión de desilusión contenida, probablemente por el hecho de que yo me esté pensando tanto una respuesta tan absurdamente sencilla. Y, justo en el momento en que veo asomarse la tristeza en sus pupilas, mi velo mental se descorre con la fuerza de una revelación y me deja deslumbrado con la respuesta. Y, cuando por fin lo entiendo todo, ya sé lo que debo hacer.


Me acerco aún más al chico, todo lo que puedo. Su expresión se transforma en una de sorpresa cuando coloco mi barbilla en su hombro.


-Me preguntas que si te quiero -le susurro al oído.- y esa es una pregunta tan absurda...


Me separo un poco de él, solo lo suficiente para poder mirarlo a los ojos.


-Me preguntas que si te quiero y yo solo puedo contestarte la verdad. Que desde el mismo momento en que te vi, con ese brillo emocionado en los ojos y esa sonrisa traviesa en la cara, mi mundo comenzó a girar en torno a ti. Porque tú eres mi mundo, Dong Woon.


Él no dice nada. Se limita a abrir mucho los ojos, lo que le da más que nunca un aspecto de occidental


-Hyun Seung... -musita unos instantes después.- Todo eso que me has dicho... ¿es cierto?


-Por supuesto, Sonseuko. Sabes que no sé mentir. -le digo repitiendo las palabras anteriormente dichas.


Entonces, él me besa. Vale, he de admitir que no me lo esperaba. Durante unos segundos, mis labios se quedan bloqueados, pero no tardan en sentir el ardor de los labios de Dong Woon sobre ellos y despiertan, devolviendo con pasión el beso. Mi mente deja de pensar cuando siento su húmeda lengua clamando por entrar en mi boca. Y yo no puedo negarle la entrada. Gimoteo al sentirla paseándose en mi interior, acariciando mi propia lengua, el interior de mis mejillas, el cielo de mi boca...


Nos separamos cuando nuestros pulmones no pueden soportar más sin aire. Sus grandes ojos me miran con ternura. Normalmente, parece mucho mayor de lo que es a pesar de ser el maknae. Pero en este momento, con esa sonrisa en el rostro, con los ojos un poco hinchados y la nariz y los labios algo rojos (una por el llanto, otros por el beso) sí que recuerda a un niño.


-Hyung, no sabes lo feliz que soy ahora mismo. Yo... -sus mejillas se colorean de un rojo escarlata.- Bueno, me gustaste desde el primer momento en que te vi, participando en aquel programa para pasar a formar parte de Big Bang. Realmente eres muy guapo. Incluso más que G-Dragon. Y, luego, cuando me enteré de que estaría en B2ST contigo, me sentí eufórico. Pero, a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que eso no importaba, porque tú nunca te fijarías en mí... Me alegro de estar equivocado.


Su confesión me produce un agradable escalofrío. ¡Le gusto desde que me vio! No entiendo por qué me emociono tanto, pero no puedo evitarlo. En cuanto él dice esto, lo tomo por los hombros y lo acerco hasta mí todo lo que puedo.


-Te quiero... -le susurro.


-Yo también, hyung.

* * *


Dong Woon se ha quedado dormido. El llanto, las noches sin dormir, la leche caliente y el alivio han actuado como somnífero y ha caído agotado sobre mis brazos.


Le acaricio el cabello cuyo color por fin puedo discernir gracias al sol del amaneces que se cuela por la ventana. Su rostro tiene un aspecto de pacífica felicidad que me llena el corazón de amor.


Miro el reloj, ya son las seis de la mañana. Estoy hecho polvo, quiero irme a la cama, pero no puedo dejar a... ¿mi novio? Ahora Dong es mi novio, ¿cierto? Bueno, no puedo dejar a mi dongsaeng ahí tirado, despertará con dolor de espalda y a lo mejor acaba con una contractura o algo peor. Pero no estoy seguro de poder cargarlo hasta su cama.


Suspiro, definitivamente no puedo dejarlo ahí. Coloco sus brazos alrededor de mi cuello y pongo los míos bajo sus piernas. Lo levanto sin dificultad, es más ligero de lo que creía.


Voy subiendo las escaleras con cautela, cuidando que no se me caiga. Cuando llego al piso de arriba, ni siquiera me falta el aliento. Voy hasta su habitación y, cuando voy a dejarlo en su cama, se aprieta contra mí en un gesto totalmente infantil que me estremece. Lo suelto y él abre los ojos.


-Hyung, -sonríe y luego bosteza. Está a punto de quedarse dormido de nuevo.- ¿soy lo suficientemente bueno para ti?


-Sí, claro que lo eres. Eres más que suficiente...

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