Título: Good enough
Número de capítulos: one-shot
Participantes: WoonSeung (DongWoon y HyunSeung de B2ST)
Género: romántico, hurt/comfort, fluff
Advertencias: ninguna
Autorización: +7
Sinopsis:
HyungSeung encuentra una noche a su maknae llorando desconsoladamente en el sofá.
Good enough
Giro
sobre mí mismo de nuevo, intentando encontrar una posición más cómoda.
Me resulta imposible, mi cuerpo no desea relajarse, no quiere que
consiga conciliar el sueño.
Tras
unos minutos más dando vueltas en la cama, ya no lo aguanto más. Me
quito las gruesas mantas de encima de un manotazo y me siento sobre el
colchón. Solo una tenue luz verdosa ilumina la habitación, proveniente
del despertador digital de mi mesilla de noche que marca las tres y
cuarenta y siete de la mañana.
Me
bajo de la cama y me coloco mis pantuflas que simulan ser conejitos
azules. Cosa absurda, porque nunca nadie ha visto un conejito azul. Me
envuelvo en mi caliente y sedosa bata negra y, con todo el sigilo del
que puedo, bajo al primer piso. Ni siquiera enciendo la luz, la luna
llena que se ve a través de las ventanas ilumina lo suficiente mi
camino.
Mi
primera idea es meterme en el salón y ver un rato la televisión hasta
que me entre sueño. Pero un lucecita blanquecina que sale de allí me
indica que alguien ha tenida una idea parecida.
Me
asomo con disimulo. Dentro hay alguien que no puedo ver ya que su cara
está cubierta por la tapa superior de un portátil que sujeta sobre sus
rodillas. La iluminación pálida de la pantalla se refleja en su cabello
arrebatándole el color.
Desde
esta distancia, sin poder verle la cara y con solo un mechón de pelo
lacio, incoloro, asomando por encima del portátil puede ser cualquiera
de mis compañeros. Sin embargo, consigo reconocerlo. No sé si por la
forma de sus piernas o tal vez por la posición en la que está sentado en
ese momento, pero el caso es que sé que se trata de Dong Woon.
La
primera impresión que tengo cuando lo veo sacudir sus hombros y
estremecerse es que a lo mejor lo he pillado haciendo algo que no debo
ver porque me provocaría un trauma. Pero, cuando lo oigo sollozar y
sorber por la nariz, me doy cuenta de que no es así.
Me
pregunto si debería entrometerme, preguntar qué le ocurre, intentar
consolarle. En cuando he oído sus sollozos, algo se ha instalado en mi
pecho: una honda preocupación por el chico, una terrible angustia al
oírlo llorar. Pero, cuando voy a entrar a la sala, recuerdo la
conversación (o, más bien, pelea) que tuve con JungHyun hace unos días:
yo había notado que Jung parecía triste desde hacía una semana, así que
decidí preguntarle a qué se debía. Pero, al parecer, no debí hacerlo,
porque el chico se enfadó conmigo por “ser tan entrometido”, según sus palabras textuales.
Decido que no es buena idea, así que cambio de rumbo y me dirijo a la cocina.
“Bueno” -pienso.- “ya que no puedo ver la tele, por lo menos beberé un vaso de leche caliente.”
Lleno
de leche, miel y especias una jarra y la pongo a calentar en el
microondas. Mientras da vueltas, rebusco en los cajones de la encimera
con la única misión de encontrar las galletas de chocolate que vi a Ki
Kwang comprar el otro día. Sé que las escondió en alguna parte... Las
encuentro justo cuando suena el pitidito del microondas, que me avisa de
que ya puedo sacar la jarrita. Con cuidado de no quemarme, lo hago.
También recuerdo que debo coger un vaso. Alargo la mano para alcanzar
uno cuando regresan a mi mente los sollozos de Dong y no puedo evitarlo.
Con
un suspiro, agarro dos tazas, lo pongo todo en una bandeja y voy hasta
el salón. Entro intentando no hacer mucho ruido para no molestarlo y,
hasta que no me siento a su lado y coloco la bandeja sobre la mesa (que
hace un ligero ruido metálico al posarse), él no se da cuenta de mi
presencia.
Al
sentirme, da un respingo que casi hace que se le caiga el portátil de
las manos descubriendo así su rostro, surcado de lágrimas, lo que hace
que me dé un vuelco el corazón. Cuando me ve, se relaja y se limpia las
lágrimas rápidamente. Demasiado tarde, ya lo he visto.
-Hyung... -susurra, con la voz tomada por el llanto.- ¿Qué haces aquí?
-Bueno,
yo... no podía dormir, así que bajé a tomarme un vaso de leche. Te he
visto aquí y te he traído un poco. -le explico señalando la bandeja y
sin mencionar que lo he descubierto llorando.
-Oh, pues... muchas gracias, Hyun Seung. -me sonríe levemente y aparta el portátil de sus piernas, cerrándolo.
Se
sirve leche en una de las tazas y coge una galleta sin casi mirarme. Yo
hago lo mismo, intentando no incomodarle. Pero no puedo evitarlo, clavo
mis ojos en él. Su rostro, normalmente alegre, está serio y triste.
-¿Y tú? -le pregunto entonces.- ¿Tampoco puedes dormir?
-No. -responde con voz trémula.- Llevo tres días sin dormir.
Esa
información me sorprende. Recuerdo las ojeras que tenía esta mañana,
disimuladas un par de horas después con mucho maquillaje. Ahora, en la
oscuridad, no puedo verlo demasiado bien. ¿Entonces por qué consigo ver
los surcos que han abierto las lágrimas en sus mejillas y la mueca
angustiada de sus labios con tanta claridad? Y, algo que lleva un rato
rondándome por la cabeza, ¿por qué he podido distinguirlo antes?
-¿Tres días sin dormir? ¿Y eso?
Dong
Woon levanta la vista entonces. Me mira a los ojos y abre la boca para
contestar, pero enseguida le tiemblan los labios y, de nuevo, solloza.
-¡Sonseuko! ¡Dong! ¿Qué te ocurre? -me alarmo.
-Na-nada... no importa...
El
maknae vuelve a bajar la mirada. En un impulso (odio verlo de esa
manera) suelto la taza que tengo en las manos y lo estrecho con todas
mis fuerzas haciendo que un poco del líquido de su vaso caiga sobre sus
piernas. Él no se queja, se limita a seguir llorando, esta vez con la
frente apoyada en mi hombro y sus manos en mi torso.
Le
acaricio con suavidad el pelo mientras dejo que se desahogue. Me
estremezco al pensar en lo que sea que lo haya hecho estar así. Pero, a
la vez (y con un poco de culpabilidad), no dejo de evadirme de vez en
cuando en su familiar y acogedor aroma: té verde y jabón.
Un rato después, él se separa de mí, ya más calmado.
-Lo siento, hyung. -me dice, avergonzado.- No quería que me vieses así.
-Dong
Woon... No digas eso, eso no importa. Lo importante es lo que sea que
te ocurra. Puedes contármelo, si quieres... Estoy aquí para escucharte y
apoyarte en todo lo que pueda. Somos compañeros. Bueno, no. -me
corrijo.- Somos amigos.
El chico esboza un intento de sonrisa que es un fracaso total.
-Lo que ocurre... -comienza con voz amarga.- es que... ¡Joder! Que soy un inútil.
Eso me hace fruncir el ceño. ¿De qué habla?
-¿A qué te refieres, Dong Woon?
-A
que no sirvo para nada, Hyunie. Fíjate... tú y Ki Kwang sois los mejores
bailarines que he visto nunca; Jung Hyun sabe rapear como el mejor big boy;
Yoseob tiene una voz preciosa; y Du Jun es capaz de llevarlo todo
adelante, tiene una fortaleza increíble y lo hace todo bien. ¿Qué tengo
yo, Hyun?
-¿Que qué tienes tú? Joder, Sonseuko, ¿nunca te has oído cantar?
-Claro que sí. Mi voz es la más corriente del mundo.
-No
digas estupideces. Tu voz es maravillosa. Puede que, en un principio, no
parezca nada especial, pero nadie tiene un registro como el tuyo.
Yoseob tiene una voz muy bonita, la de Jung Hyun es grave y cautivadora.
Pero tú llegas a notas a las que ellos ni soñarían alcanzar jamás.
Créeme, te he oído cantar cosas preciosas con un tono de voz tan
especial que sé que no podré olvidarlo nunca. Así que no te
infravalores, Dong. Tú eres tan bueno como todos nosotros.
Todo
esto se lo digo mirándolo muy serio a los ojos. Poco a poco, a medida
que mis palabras van avanzando, su mirada se ilumina y, cuando termino,
él sonríe de forma totalmente sincera.
-¿De verdad crees eso, hyung?
-Claro que sí. Sabes que mentir no es mi fuerte. -le digo, sonriente yo también.
Dong
Woon me abraza de nuevo, esta vez transmitiéndome toda su alegría en
forma de agradecimiento por mis palabras. Luego vuelve a tomar su taza y
sigue sorbiendo leche y zampando galletas con tranquilidad. Me
sorprende que esté tan calmado, pero, a la vez, me alivia. Odio verlo de
la otra manera. Aún así, ¿por qué estaba así? ¿Quién ha conseguido
minar tanto su moral?
-Oye, Dong... ¿qué te ha hecho pensar que no valías?
Su
mirada se ensombrece de nuevo. Mierda, tengo que aprender a cerrar la
boca. Él deja el vaso en la mesa y acerca su portátil, apoyándolo entre
nuestras rodillas. Curioso, no me había fijado en lo cerca que estamos
el uno del otro. Mientras estoy concentrado en el calor que siento donde
nuestras piernas hacen contacto, él teclea unas palabras y me señala la
pantalla para que al mire.
Lo
que leo me deja de piedra. Realmente, no me extraña que el pobre chico
se sienta tan mal. Los comentarios resultan ser muy hirientes y
mordaces. Señalan todos los fallos del maknae y no le conceden ni una
virtud. Y me descubro lleno de rabia. Siento unas ganas terribles de
golpear a quien sea que haya escrito esas gilipolleces dañinas. Aparto
la vista de la pantalla y lo miro a él, al destinatario de los insultos,
con la mandíbula apretada.
-¡Escucha,
Dong Woon! -exclamo con una pasión que me sorprende a mí mismo.- Nunca
hagas caso de esas cosas. Esas opiniones no son constructivas, están
llenas de envidia y de celos y solo pretenden hacer daño. Tú eres mejor
que todos esos. ¿Que alguien dice que no eres lo suficientemente bueno?
Pues a ti, plim. Solo debes hacer caso de los comentarios de la gente
que te quiere, de nadie más. ¿Entendiste?
El chico no dice nada ante mi agitado discurso. Se limita a mirarme, pensativo y guardando silencio.
-Hyung... ¿tú me quieres? -pregunta de pronto.
-¿Eh? -la pregunta me sorprende y me turba más de lo que estaría dispuesto a admitir.
-Tú has dicho que solo debo hacer caso de la gente que me quiere. Así pues, ¿debo hacerte caso? ¿Tú me quieres?
Eso me deja bloqueado. “Claro que te quiero”,
voy a responder, pero tengo la sensación de que hay algo más en todo
eso. No en la pregunta en sí, sino en la respuesta que voy a dar. Cuando
dije aquella frase, yo estaba pensando en sus padres, en su hermano, en
las Swooners, en el resto de compañeros de B2ST... en todos menos en
mí. Pero, ¿yo le quiero?
“Claro
que sí. Él es como mi hermano pequeño, aunque no haya tanta diferencia
de edad. Siempre me hace reír y se queda conmigo haciendo el vago. Me
acompaña a comprar comida cuando tengo hambre, cosa que ninguno de los
otros se digna a hacer. A veces, se queda hablando conmigo hasta altas
horas de la noche conmigo. Muchas veces, es el único que entiende mis
chistes. Me anima y apoya siempre. Por supuesto que le quiero.”
Mas
mi mente se empeña en mostrarme algo, algo que no consigo ver o, tal
vez, que no me atrevo a ver. Sí, lo admito. Me da miedo lo que pueda
encontrarme en la neblina de mi mente.
Mientras
divago, sus ojos, grandes y oscuros, me observan con una expresión de
desilusión contenida, probablemente por el hecho de que yo me esté
pensando tanto una respuesta tan absurdamente sencilla. Y, justo en el
momento en que veo asomarse la tristeza en sus pupilas, mi velo mental
se descorre con la fuerza de una revelación y me deja deslumbrado con la
respuesta. Y, cuando por fin lo entiendo todo, ya sé lo que debo hacer.
Me
acerco aún más al chico, todo lo que puedo. Su expresión se transforma
en una de sorpresa cuando coloco mi barbilla en su hombro.
-Me preguntas que si te quiero -le susurro al oído.- y esa es una pregunta tan absurda...
Me separo un poco de él, solo lo suficiente para poder mirarlo a los ojos.
-Me
preguntas que si te quiero y yo solo puedo contestarte la verdad. Que
desde el mismo momento en que te vi, con ese brillo emocionado en los
ojos y esa sonrisa traviesa en la cara, mi mundo comenzó a girar en
torno a ti. Porque tú eres mi mundo, Dong Woon.
Él no dice nada. Se limita a abrir mucho los ojos, lo que le da más que nunca un aspecto de occidental
-Hyun Seung... -musita unos instantes después.- Todo eso que me has dicho... ¿es cierto?
-Por supuesto, Sonseuko. Sabes que no sé mentir. -le digo repitiendo las palabras anteriormente dichas.
Entonces,
él me besa. Vale, he de admitir que no me lo esperaba. Durante unos
segundos, mis labios se quedan bloqueados, pero no tardan en sentir el
ardor de los labios de Dong Woon sobre ellos y despiertan, devolviendo
con pasión el beso. Mi mente deja de pensar cuando siento su húmeda
lengua clamando por entrar en mi boca. Y yo no puedo negarle la entrada.
Gimoteo al sentirla paseándose en mi interior, acariciando mi propia
lengua, el interior de mis mejillas, el cielo de mi boca...
Nos
separamos cuando nuestros pulmones no pueden soportar más sin aire. Sus
grandes ojos me miran con ternura. Normalmente, parece mucho mayor de lo
que es a pesar de ser el maknae. Pero en este momento, con esa sonrisa
en el rostro, con los ojos un poco hinchados y la nariz y los labios
algo rojos (una por el llanto, otros por el beso) sí que recuerda a un
niño.
-Hyung,
no sabes lo feliz que soy ahora mismo. Yo... -sus mejillas se colorean
de un rojo escarlata.- Bueno, me gustaste desde el primer momento en que
te vi, participando en aquel programa para pasar a formar parte de Big
Bang. Realmente eres muy guapo. Incluso más que G-Dragon. Y, luego,
cuando me enteré de que estaría en B2ST contigo, me sentí eufórico.
Pero, a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que eso no
importaba, porque tú nunca te fijarías en mí... Me alegro de estar
equivocado.
Su
confesión me produce un agradable escalofrío. ¡Le gusto desde que me
vio! No entiendo por qué me emociono tanto, pero no puedo evitarlo. En
cuanto él dice esto, lo tomo por los hombros y lo acerco hasta mí todo
lo que puedo.
-Te quiero... -le susurro.
-Yo también, hyung.
* * *
Dong
Woon se ha quedado dormido. El llanto, las noches sin dormir, la leche
caliente y el alivio han actuado como somnífero y ha caído agotado sobre
mis brazos.
Le
acaricio el cabello cuyo color por fin puedo discernir gracias al sol
del amaneces que se cuela por la ventana. Su rostro tiene un aspecto de
pacífica felicidad que me llena el corazón de amor.
Miro
el reloj, ya son las seis de la mañana. Estoy hecho polvo, quiero irme a
la cama, pero no puedo dejar a... ¿mi novio? Ahora Dong es mi novio,
¿cierto? Bueno, no puedo dejar a mi dongsaeng ahí tirado, despertará con
dolor de espalda y a lo mejor acaba con una contractura o algo peor.
Pero no estoy seguro de poder cargarlo hasta su cama.
Suspiro,
definitivamente no puedo dejarlo ahí. Coloco sus brazos alrededor de mi
cuello y pongo los míos bajo sus piernas. Lo levanto sin dificultad, es
más ligero de lo que creía.
Voy
subiendo las escaleras con cautela, cuidando que no se me caiga. Cuando
llego al piso de arriba, ni siquiera me falta el aliento. Voy hasta su
habitación y, cuando voy a dejarlo en su cama, se aprieta contra mí en
un gesto totalmente infantil que me estremece. Lo suelto y él abre los
ojos.
-Hyung, -sonríe y luego bosteza. Está a punto de quedarse dormido de nuevo.- ¿soy lo suficientemente bueno para ti?
-Sí, claro que lo eres. Eres más que suficiente...
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