You only have one chance... (Capítulo 6)

Autora: Daleth (@_anothershadow)
Participantes: Kai, Lay, ChanYeol, Kris (EXO), MinAh (Girl's Day), Joon (MBLAQ), JunHyung (B2ST), HeeChul (Super Junior), MinHo (SHINee)
Género: angst, crime, drama, mystery, general
Advertencias: muerte de un personaje, violación NO explícita, tortura, lemon, lenguaje soez
Autorización: +18
Sinopsis:
"SeoWon era un lugar complicado, él lo sabía mejor que nadie... Se conocía sus calles como la palma de su mano, había jugado con fuego en sus rincones más oscuros y más de una vez se había quemado. Pero estaba vivo, más vivo que nunca en su maldita vida. Había escapado de ese agujero que lo consumía lentamente y ahora era libre, libre para hacer todo aquello que las eternas palizas le habían impedido, libre de limpiar sus manos de los restos de sangre seca, libre para contar su historia... Tal vez no es bonita, tal vez es demasiado dura, tal vez no hay un amor verdadero escondido entre sus líneas, pero es su historia. ¿Estás dispuesto a escucharla...?"

Personalmente considero que este capítulo puede resultar duro más por lo que callo que por lo que narro, aun así quería avisar en caso de que puediera herir la sensibilidad de alguien, que espero que no ocurra.

Gracias por leer.

 «Capítulo 5

 

Capítulo 6

 

MinHo miró su reloj y, acto seguido, comprobó de nuevo la lista con la rutina de MinAh que le habían dado ayer. Aún era temprano para ir, tendría que esperar casi al anochecer, cuando la chica volvía a casa y su padre se marchaba para emborracharse de nuevo. Por suerte no tenía que preocuparse de la madre, que casi seguro se quedaría con ella en casa, ya que la mujer había abandonado a la que era su familia.

Choi sonrió, tenía tiempo de sobra para preparar todas sus herramientas con precisión quirúrgica, poniendo todo su cariño y cuidado en la limpieza minuciosa de cada una de sus armas, guardándolas posteriormente en su maletín.

Echó un vistazo por última vez al gran y monótono reloj de pared, la única decoración de aquella sala, contando los minutos que quedaban para acariciar con el filo de su cuchillo la piel de MinAh.

* * *

Lay amontonó las fotos de forma algo desordenada y las guardó en un cajón de su escritorio junto con el sobre decorado con dos leones donde encontró el horario de MinAh. Se le había ido la hora y había olvidado que tenía cuentas pendientes con la chica que protagonizaba sus sueños y pensamientos más oscuros.

Apagó todas las luces y salió de la casa, cerrando la puerta con todas las seguridades posibles para después correr tanto como podía. No iba a permitir que el Choi de las narices se le adelantara.

Yixing no paró hasta estar casi al lado de la casa de MinAh, ni siquiera para respirar. Cuando llegó, lo primero que hizo fue mirar a su alrededor por si acaso MinHo andaba por allí, lo cual dudaba bastante. Aquel tipo no contaba con la maravillosa ventaja que Lay tenía guardada en su casa.

Pasó un par de veces por enfrente de aquella casucha de una sola planta rodeada por un pequeño jardín descuidado, buscando la forma más adecuada de entrar sin alertar a MinAh. Con un poco de suerte, habría alguna puerta que diese al jardín trasero, la cual sería fácil de abrir.

Lay decidió pasar y mirar a ver si su razonamiento era correcto, y lo cierto es que le costó reprimir un grito de alegría al encontrarse con una portezuela vieja y roída que conducía al interior de la casa. A pesar de eso, volvió al frente para comprobar que todo siguiese en orden. Sin embargo en lugar de fijarse en la vivienda, solo pudo observar a la figura que se acercaba con paso decidido hasta la puerta principal del hogar de los Bang.

Masculló para sí todos los insultos que se le pasaron por la cabeza y corrió a interceptar a aquella persona para que no entrara. Lo cogió del brazo justo antes de que pudiera alertar a MinAh y lo arrastró hacia un pequeño callejón cercano.

– ¡Maldito Choi! ¿Qué coño te crees que haces? –Lay estaba bastante alterado, no quería que se le adelantaran.

MinHo lo miró sin variar un milímetro su expresión.

– Mira, niño, me importa más bien poco lo que quieras. Piérdete un rato, ¿quieres? Yo tengo cosas que hacer.

– ¡Y una mierda! MinAh es mía y no pienso permitir que pongas ni uno de tus asquerosos juguetitos sobre ella.

– Por supuesto –MinHo sonrió, ocultando de nuevo bajo una máscara que le apetecía matar a ese tío de la forma más lenta y dolorosa posible–. ¿Y dónde dices que pone que es tuya?

– No juegues conmigo, imbécil.

– Tal vez deberías aplicarte tus propias amenazas.

Ambos hombres se miraban fijamente, calculando el golpe que sería más efectivo para derribar al contrario cuando...

– Mira que sois tontos, ¿eh?

MinHo y Lay se giraron hacia donde procedía la voz levemente grave y algo atenuada, tal vez por un pañuelo.

– ¿De qué te crees que vas, tío? –Yixing saltó a la defensiva, si no le gustaba que se metieran con lo suyo, menos le gustaba que interrumpieran lo que estaba haciendo.

Choi lo cogió por el hombro, impidiendo que se acercara al tercero en aquella escena.

– Déjalo hablar –ordenó, la sonrisa divertida ampliándose, en sus oídos resonando una voz conocida.

– ¿No os dais cuenta de que podéis entrar los dos juntos?

– ¿A qué te refieres? –el chino frunció el ceño, confundido. Estaba bastante ofuscado por su propio enfado como para entender el punto de vista de alguien que no le interesaba.

– Muy fácil –volvió a empezar–. Hasta ahora a los dos os ha dado esquinazo, ¿y por qué? Porque atacáis por separado. Si os aliaseis para ir a por ella, eso no pasaría –sonrió al ver como ambos meditaban sus palabras–. Los dos la queréis y los dos la podéis disfrutar. Solo tenéis que poneros de acuerdo. Buena suerte.

Aquel tipo se largó de allí, o al menos su voz dejó de sonar, ya que no estaban seguros de si realmente había estado en ese callejón con ellos.

– ¿Qué piensas? –el primero en hablar fue Choi.

– Si vamos a entrar juntos tenemos que poner unas normas –asintió–. Comienzo yo y sigues tú. Nada de asesinarla.

MinHo calibró las palabras escuchadas. Realmente él no asesinaba, torturaba a sus víctimas hasta que estas no podían más. No dependía del chico su muerte, sino de la otra persona.

– Está bien, trataré de moderarme... Yo solo te pido que no la acapares todo el tiempo.

Lay asintió con la cabeza y le tendió una mano que fue rápidamente estrechada por el más alto.

– Bien –comenzó el chino–, yo pensaba entrar por una puerta trasera que he encontrado. ¿Y tú?

– Por delante, por supuesto, yo no necesito esconderme.

Yixing frunció el ceño, aquello no le había gustado nada... Bufó por lo bajo unos pocos insultos, aquel tipo se lo tenía demasiado creído.

– De acuerdo, tú por delante y yo por detrás, así no podrá escapar.

– Me gusta como piensas –MinHo rió un poco y le hizo un gesto para que saliera del callejón.

El chino salió corriendo al jardín trasero. Se pasó la lengua por los labios, impaciente, antes de poner las manos sobre la puerta. Cuando aquel trozo de madera cedió bajo su presión, sonrió. Ya no queda nada. Entró en la casa sin hacer ruido, recorriendo el poco espacio que lo separaba de MinAh. Ya eres mía. El timbre sonó y Lay se refugió tras una columna. El ruido de la puerta abriéndose, la exclamación ahogada de la chica y su intento frustrado de cerrar la puerta.

El castaño salió de su escondite improvisado para ver como MinHo tenía sujeta la puerta, impidiendo que ella la cerrara.

– Ríndete ya –Choi levantó la mirada para fijarla en su compañero. Inmediatamente MinAh cedió en el forcejeo para girarse.

– ¿Me has echado de menos?

* * *

El grito ahogado de una chica joven resonó en la calle antes de escucharse el click de una puerta cerrándose suavemente. Sin embargo, nadie la escuchó, allí nunca se escuchaba nada.

Los habitantes de aquel barrio tenían por bandera no hacer caso de nada de lo que ocurría. Todos estaban ciegos, todos eran sordos, pero todos se quejaban de su miserable situación y de sus desgracias.

No hay peor ciego que el que no quiere ver –esas palabras resonaron en su mente.

Aquella persona, aquel sujeto, aquella sombra no era un excepción. No llamaría a la policía, ¿para qué? No daría la voz de alarma, ¿de qué serviría? No iba a entrar a aquella casa, no quería morir. Pero la curiosidad tal vez le podía... o no, no lo sabía.

Se acercó a una de las ventanas de la pequeña vivienda. Lo cierto es que no pudo evitar que una mueca de repulsión y dolor se reflejara en su cara, pero ese era su trabajo.

Levantó una cámara de fotos profesional y se preparó con cierta reticencia para sacar las fotos que eran requeridas.

Una, dos, tres, veinte, cincuenta, ochenta, cien, doscientas... ¿cuántas fotos iban ya? Negó con la cabeza, aquello le dolía más de lo que se había imaginado... Ya tenía suficiente.

Guardó la cámara y se alejó de la casa. Cuando estuvo lejos, se bajó el pañuelo que le cubría la cara y se quitó los pequeños tapones que tapaban sus oídos. Quizás esas imágenes lo atormentarían en varias pesadillas, pero prefería no haber escuchado los gritos agónicos de aquella pobre chica.

Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en todo lo que había visto y reflejado en su cámara. ¿Qué clase de monstruo es capaz de hacer eso?

Continuará...

Capítulo 7»