Participantes: Ahn Jiae (OC/Fan), Hongbin, Leo, Hyuk, N, Ravi y Ken (VIXX) y Eunji y Kyungri (9Muses)
Género: Long-fic, AU, romance, angustia(ligero).
Advertencias: Lemon no explícito, mención de maltratos e intento de violación.
Autorización: +16.
Primer día en la
Universidad. Este iba a ser el comienzo de una nueva etapa en su vida y de una
de las más importantes. Desde aquí se decidiría su futuro profesional y puede
que incluso personal. Aquel día se había levantado más pronto que nadie para
poder prepararse concienzudamente. Quería dar una buena impresión el primer día
pese a que siempre la hubiera dado igual lo que los demás pensasen de ella. Una
cosa era eso, pero otra muy distinta crearse enemigos el primer día de clase ¿o
no?
Se dio algo de prisa
a la hora de ducharse. Aun no estaba muy familiarizada con aquella casa y la
daba algo de vergüenza la idea de despertar a todos. Tras acabar de ducharse, y
una vez comprobado que nadie se había despertado, fue hasta su habitación para
poder cambiarse. Aún había cajas sin desempaquetar por lo que tuvo que tener
cuidado de no tropezar y despertar a nadie. Por suerte la gusta estar preparada
de ante mano y ya tenía un conjunto sobre el escritorio junto con su mochila y
calzado. Este constaba de una chaqueta negra, una blusa blanca del montón y
unos pantalones cortos vaqueros (como ya dejó claro una vez, pensaba que el
tiempo de Londres era el más impredecible y aquella mañana cuando vió el sol
nada más despertarse lo dejó bien claro) mientras que el calzado eran unas
converse negras.
No quería ir demasiado arreglada, pero tampoco echa unos
harapos. Era la universidad después de todo, a un nivel muy distinto al
instituto o primaria. Sabía por amigos como Leo que las chicas en la
universidad, sobre todo las populares, solían fijarse mucho en los nuevos
alumnos y en su modo de vestiré y/o comportarse, por lo que no quería dejar una
mala impresión y ser el centro de las burlas de nuevo.
Tras cambiarse y
revisar que en la mochila había todo lo que iba a necesitar aquel día para
sobrevivir. Puede que a estas alturas parezca una exagerada, pero había oído y
visto demasiadas cosas sobre lo duro que podría ser la universidad, sobre todo
en tus primeros años. No pensaba, ni quería, llegar a ser popular o una
estudiante de matrícula como casi todo el mundo sueña; ella solo quería acabar
su carrera en artes con una nota que
contente a sus padres y poder trabajar en lo que a ella la guste, puede que
después conozca a alguien con el que pueda llegar a vivir juntos e incluso, con
el paso del tiempo, llegara a formar una familia.
- ¡Ups! Se me olvidaba este pequeñín – murmuró al divisar su
preciado cuaderno rojo forrado con fotos de ella y sus amigos e incluso de su
familia.
Era un cuaderno
pequeño en el que sus páginas estaban empapadas de recuerdos, sueños, secretos
e ideas que había estado guardando desde pequeña. Una de las psicólogas a las
que sus padres la obligaron a visitar, y la única que la había caído bien, la
había aconsejado en apuntar todo lo que se la ocurriese en ese cuaderno y que
lo hiciera como una especie de baúl de los recuerdos. Desde entonces ese
cuaderno ha viajado con ella fuera a donde fuera. Si alguna vez lo perdiera no
sabría que hacer… en él se encontraban sus pensamientos más profundos y sus
secretos más oscuros; incluso había añadido un par de hojas más tras lo
ocurrido con su padre y Minah.
Tras comprobar que
todo estaba en su orden bajó hasta la cocina para desayunar en paz y
tranquilidad. Lo menos que necesita en eso momento era un desayuno en familia
con todo el mundo. Suspiró ante la idea de un desayuno con ‘’su nueva familia’’
y comenzó a hacerse el desayuno. Una vez cogido su bol de leche fría con
cereales se sentó en la mesa y comenzó a desayunar tranquilamente cuando una
voz la sacó de sus pensamientos.
- ¿Levantada tan temprano? –.
Se trataba de Hongbin…
sin camiseta. Al ver aquello casi se la atragantan los cereales y tuvo que
beber un buen trago de la leche para evitar ahogarse. Tras aclararse la
garganta apartó la mirada de Hongbin, al menos de su torso y abdominales. No
era su primera vez de ver a un hombre desnudo, después de todo había tenido
novio, aun así no se comparaba con Hongbin.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Hongbin cogiendo un vaso
de agua.
- S-sí… – contestó
Jiae.
¡No, no se encuentra
bien! ¿Qué le parecería a él si ella bajase a desayunar con solo una camisa y
la ropa interior puesta? Lo único que quería era tener un desayuno pacífico
hasta que Leo viniera a buscarla y que su hermanastro apareciera medio desnudo
no aparecía en sus planes. Aunque admitía que tenía buen cuerpo… ¿¡Pero qué
estaba pensando!?
- Pues no lo parece, pareces incómoda incluso -.
- B-bueno, a ver qué te parecería a ti que me presentara
mientras desayunas medio desnuda, con una camisa y ropa interior, como si no
pasara nada – dijo Jiae intentando seguir desayunando como si nada.
- Uuhh… eso me gustaría verlo preciosa – murmuró Hongbin
pasando por su lado y echando un vistazo a sus piernas.
Jiae notó sus
mejillas arder cuando escuchó aquel murmullo y aunque otras veces hubiera
contestado algún comentario, esta vez prefirió quedarse callada y hacer como
que no lo había oído. Ayer habían conseguido hacer, más o menos, las paces y no
quería pelearse de nuevo con él. Le había prometido a su padre darles una
oportunidad y estaba decidido a hacerlo bien.
- ¿Ya sabes a qué clases tienes que ir hoy? – pregunto
Hongbin rompiendo el silencio que se había formado.
- No, tendré que preguntar en secretaría antes de entrar a
clases – contestó un tanto incómoda.
Desde que escuchó la
conversación entre Hongbin y su madre no hacía más que pensar sobre el padre de
Hongbin. Intentaba no hacerlo demasiado, pero la curiosidad la mataba. Sabía
que había muerto pero… ¿de qué? ¿Cómo había reaccionado Hongbin en aquel
entonces? Y sobre todo, ¿por qué le molesta tanto que ella lo sepa?
En ese momento, en la
radio que había estado escuchando a un nivel bajo durante todo el rato, emitió
una noticia. Las carreteras, colegios e institutos estaban cortados por mal
tiempo. Jiae se extrañó. Hace nada brillaba el sol, ¿y ahora cierran las carreteras
y sitios públicos por mal tiempo?
- Que raro… - murmuró Hongbin acercándose a la ventana.
Jiae le imitó y no
tuvo otro remedio que dar la razón al ver la fuerza del viento. Los árboles y
los cables de alta tensión se movían con una violencia increíble. Creía que en
cualquier momento podría salir volando algún arbusto o incluso caerse un árbol.
Justo cuando Jiae se inclinó para ver mejor lo que ocurría algo se estrelló en
el cristal con fuerza, rompiéndolo a su paso. Por suerte Hongbin supo
reaccionar a tiempo y apartó a Jiae atrayéndola hacia él, fuera de la
trayectoria de aquel objeto.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Hongbin con rapidez
mientras sujetaba a Jiae contra él con fuerza.
- Si… - contestó avergonzada - ¿Y tú? -.
Y es que no la
importaba que alguien la abrazara así si es por algún motivo como el que había
ocurrido hace unos segundos… pero preferiría que lo hicieran con una camisa
puesta. Abrazados de ese modo podía sentir el calor del cuerpo de Hongbin
contra el suyo propio y el latido acelerado de su corazón sobre sus palmas.
Jiae elevó el rostro extrañada cuando notó que el agarre de Hongbin aumentaba y
la juntaba aún más a él.
- ¿Yo? – preguntó Hongbin acortando la distancia él y Jiae instintivamente – Mejor que nunca… -.
Esto estaba mal.
Estaba a punto de besarse con su hermano, aunque no fuera de verdad su hermano…
¡Pero aun así estaba mal! Ella sentía que estaba mal; y aun así, no hacía nada
para detenerlo. Tenía que pensar rápido si no quería acabar besando a Hongbin…
por mucho que la idea no la desagradara.
- ¿Lice? ¿Hongbin? – .
La voz de su padre
les hizo reaccionar y darse cuenta de lo que estaban a punto de hacer. Se
separaron con rapidez y Juró ver algo de decepción en la mirada de Hongbin.
¿Acaso tan malo habría sido besarla? Por alguna razón Jiae se sintió dolida
ante ese pensamiento.
- ¿Qué ha ocurrido? – preguntó su padre una vez frente a la
ventana. Tenía el pelo totalmente despeinado y no llevaba sus gafas puestas…
parecía otra persona totalmente diferente.
- El viento ha levantado algo y lo ha lanzado con la
ventana, rompiéndola justo cuando estábamos asomados – contestó Hongbin puesto
que Jiae no podía encontrar su voz.
- ¡Oh Hongbin, cariño! – exclamó Minah corriendo por las
escaleras abajo y posicionándose al lado de Hongbin, acentuando la diferencia
de estatura entre ambos - ¿Pero qué te ha ocurrido en el hombro? -.
Los dos jóvenes
miraron extrañados hacia el hombro encontrándose con que Hongbin tenía un
pequeño cristal clavado en el hombro. Un pequeño hilillo de sangre corría por
este. ¿Cómo no se había podido dar cuenta? Entonces Jiae miró su camisa; estaba
algo manchada por la sangre.
- Seguramente habrá sido cuando aparté a Jiae… - murmuró
Hongbin haciendo una pequeña mueca cuando Minah le quitó el cristal con cuidado.
- Lice también tiene un poco de sangre – dijo Minah
acercándose a ella.
- No te preocupes, yo estoy bien – dijo rápidamente.
Aun así Minah no paró
y hasta que no vió con sus propios ojos que Jiae se encontraba totalmente bien
no respiró tranquila.
- El cristal está totalmente destrozado – confirmó su padre
– Tendremos que acercarnos a por otro si no queremos que el viento entre por el
hueco y destroce la cocina -.
- Por la radio avisaron de que era peligroso salir – informó
Jiae.
- Es verdad, al parecer incluso han cerrado los sitios
públicos por precaución – secundó Hongbin llevándose la mano a la herida y
siseando cuando notó el ardor.
- No hay excusas – dijo Minah intentando restarle
importancia al asunto – Necesitamos un cristal nuevo y algo para tu herida.
Thony y yo podemos ir de una carrera con el todoterreno -.
- Mientras tanto Jiae, ayuda a Hongbin con su herida. Abajo
en el sótano tenemos un kit de primeros auxilios, por lo que podrás limpiarle
la herida y tapársela hasta que nosotros volvamos – ordenó su padre.
Ninguno dijo nada
más. Tanto Minah como su padre subieron y se cambiaron a una velocidad record
para después irse, dejándoles completamente solos y en silencio. Solo se podía
oír el viento golpear las persianas mientras ambos intentaban encontrar las
palabras adecuadas para no sentirse más incómodos aun. Antes de poder decir
nada Ikky bajó por las escaleras arrastrando la almohada con él medio dormido.
- ¿Dónde está mamá? – preguntó intentando mantener los ojos
abiertos - ¿Por qué sangras? -.
- Será mejor que te ocupes de Ikky, yo iré a…por el kit ese
– murmuró Jiae evitando el contacto visual con Hongbin.
Al ver que no parecía
haber una respuesta clara decidió hacer lo que tenía en mente y bajó hasta el
sótano para buscar ese kit que la habían mencionado. A pesar de lo pequeña que
podía ser la casa, el sótano era el cuarto más grande y espacioso de la casa…
aunque no lo pareciese. Había cajas, estantes y muchas otras cosas esparcidas
por este. Era un sótano cualquiera, aunque parecía sacado de una película de
terror. Tambien había muebles tapados y polvorientos, alfombras enrolladas y
lámparas viejas estropeadas. Lo que decía, un sótano sacado de una película de
miedo. Dio la luz al no poder aguantar más aquella oscuridad y comenzó a buscar
el kit.
- Esto es el paraíso del moho y polvo… - murmuró apartando
un par de cajas de un estante.
Siguió buscando el
kit y cuando por fin lo encontró deseó ser 20 cm más alta. Este se encontraba
en lo alto de un estante viejo, al lado de un montón de viejos libros aunque
alguno parecía ser nuevo. Suspiró derrotada tras el tercer intento fallido de
llegar a, si quiera, rozar el kit poniéndose de puntillas.
- ¿Has encontrado ya el kit? -.
Jiae desvió su mirada
hacia las escaleras. Hongbin había bajado y se estaba acercando a ella
esquivando las cajas del suelo con movimientos felinos, además se había puesto
una camisa a excepción del hombro con el corte. Al menos habíamos avanzado un
poco, ya no enseñaba todo el torso ni los abdominales.
- S-si… - aun no podía dejar de sentirse incómoda, no podía
dejar de pensar en que antes casi se besaron… al menos ya no pensaba en que su
padre estaba muerto – Lo que pasa es que no llego -.
- ¿No llegas de puntillas? – preguntó Hongbin y juraría
haber apreciado cierto tono de burla en aquella pregunta.
- No… - contestó algo avergonzada y molesta, olvidando por
un momento aquella incomodidad que sentía hacia él - ¿Algún problema con mi
altura? -.
Era baja, sí. ¿Y que
más le importaba a la gente su altura? A su padre siempre le había parecido
adorable, incluso a alguno de sus profesores… ¿Y qué si la mayoría de sus
novios la sacaron al menos una cabeza? A casi todos, por no decir que a todos,
les pareció adorable e incluso más cómodo.
- No que va, al contrario – dijo elevando la mano para coger
el kit sin dificultad, aunque pudo ver algo de dolor en su rostro puesto que
elevó el brazo derecho, moviendo la herida del hombro – Creo que es practico
que seas bajita -.
- ¿Y eso por qué? – preguntó Jiae arrebatando el kit de la
mano de Hongbin y apoyándolo en un viejo y polvoriento mueble de cerca.
- Es más cómodo abrazar a alguien bajo como tú que a alguien
tan alto como tu padre o como yo… es más adorable – contestó observando a Jiae
por la espalda. Para tener 18 años era algo bajita y sumando su delgada figura
parecía una muñequita de porcelana. Simplemente adorable.
Jiae rodeó los ojos y
se acercó a él con algodón y agua oxigenada, dispuesta a limpiar la herida de
su hombro. Dudó un segundo antes de depositar el trozo de algodón húmedo sobre
la herida. Para ello tendría que acercarse a él y estaba lo suficientemente
tensa como para no tener el más mínimo cuidado, pudiendo causarle más daño.
- ¿A qué esperas? ¿A qué se infecte? – bromeó Hongbin
frunciendo el ceño extrañado.
- A que te sientes – mintió intentando no sonar agitada o
incómoda.
Hongbin sonrió
débilmente y, aunque hubiera notado el mero temblor en la voz de Jiae, decidió
hacerla caso y sentarse en el viejo sillón que descansaba cerca suyo. Al
sentarse voló un poco de polvo, pero era de esperarse. Después de todo había
estado allí desde… bueno, desde que su padre se fue. Al pensar en él sintió una
pequeña punzada de dolor en el pecho, pero no era momento de volver a
derrumbarse, no delante de Jiae. Esta, por su parte, estaba concentrada en
intentar limpiarle la herida manteniendo las distancias, pero la resultaba
imposible. Tras lanzar un profundo suspiro al aire decidió olvidarse de lo
ocurrido anteriormente y se sentó a su lado. Lo suficientemente cerca como para
limpiar la herida, pero manteniendo las distancias a la vez.
- ¿Cómo lo ves? – preguntó Hongbin aguantándose una mueca de
dolor.
- No lo sé, no soy médico – contestó Jiae rodando los ojos.
- Si te acercases más… - dijo Hongbin sentándose un poco más
cerca de Jiae; esta le miró unos segundos y se distanció de nuevo de él.
Hongbin arqueó una
ceja y, de nuevo, se sentó más cerca. Jiae suspiró y volvió a alejarse
chocándose contra el posa brazos del sillón. Hizo una mueca, ya no había
escapatoria. Miró a Hongbin y, de nuevo, estaba demasiado cerca para su gusto.
- ¿No vas a seguir con la herida? – preguntó Hongbin
divertido parecía jactarse del momento.
Jiae no dijo nada y
siguió desinfectando la herida lentamente, ignorando las miradas que Hongbin la
lanzaba o cómo sus brazos habían encontrado su camino para posarse sobre su regazo, acariciando la
pierna con el pulgar. ¿Qué la estaba pasando? A estas alturas ya le habría
dejado un ojo morado de un puñetazo, como con casi todos los chicos que
intentaron algo con ella tras su anterior novio… pero con Hongbin se sentía
indefensa. Era como si con solo una caricia suya o una mirada la desarmara. Y
pensar que hace unos días le odiaba a muerte… ¿¡Acaso no sabe lo que es tomarse las cosas con tiempo!?
- Creo que será mejor que limpies también la sangre… no
quiero manchar la camisa – murmuró Hongbin encarándola y acercándose un poco
más… Como si eso fuera posible.
- ¿Dónde está Ikky? – preguntó Jiae para intentar cambiar de
tema.
- Le he metido de nuevo en la cama… - contestó Hongbin inclinándose
hacia ella lentamente.
- Hongbin, por favor para – murmuró Jiae intentando alejarle
de ella.
Este frunció el ceño
sintiendo una mezcla de molestia y confusión al oírla decir eso, aun así no se
alejó ni un milímetro de ella. Es más, empujó a Jiae contra su pecho con un
firme movimiento, pillando a la joven de pelo lila por completa sorpresa.
- Hongbin… - se resistió Jiae avergonzada.
- ¿Por qué? – preguntó con un tono firme - ¿Por qué tengo
que detenerme cuando sabes muy bien lo que pienso sobre ti? ¿Eh, preciosa? -.
Preciosa. El mote que
la había puesto en la cafetería cuando se conocieron y estuvieron… ¿por qué no
decirlo directamente? Ligando el uno con el otro antes de saber que sus padres
estaban prometidos. Pero era exactamente eso. Antes de saber que sus padres
estaban prometidos, de que ellos dos descubrieran que iban a ser hermanastros
y, encima, de que la hubiera hecho la vida imposible durante semanas solo por
una confusión.
- Por qué no podemos – contestó simplemente, aunque por la
forma en la que Hongbin la miraba sabía que eso no le iba a detener tan
fácilmente.
- Explícate quizás, solo quizás, aguante las ganas de
besarte por unas horas más – demandó Hongbin.
- Mi padre y tu madre se van a casar – contestó Jiae
mirándole a los ojos, esos ojos de color oscuro tan profundos brillantes… ¡Jiae, despierta! – Vamos a ser
familia y me has estado haciendo la vida imposible por una mera confusión -.
- Te equivocas… Te hice la vida imposible porque no
soportaba la idea de no poder ser más que ‘’hermanos’’. Y sobre eso, ni si
quiera tenemos un lazo de sangre o cualquier chorrada de esas… ¿Por qué no
seguir con lo que empezamos en la cafetería? Dejaste bastante claro en la
cocina que tú también sientes algo por mí – dijo Hongbin volviendo a inclinarse
sobre ella.
Antes de poder decir
nada oyó la puerta de la entrada cerrarse. Su padre y Minah habían vuelto. Con
rapidez se separó de Hongbin y desapareció de allí dejándole con la palabra en
la boca. No la importó que su padre la llamara o que Minah la mirase
preocupada… incluso que casi se callera por las escaleras al subir los peldaños
de tres en tres; solo quería encerrarse en su cuarto e intentar borrar todo lo
ocurrido en el sótano de su memoria.
Tras entrar en el
cuarto dejando claro que no iba a salir en mucho tiempo tras dar un portazo con
la puerta, se tiró sobre la cama sin fuerzas ni ganas de nada. ¿Qué acababa de
ocurrir? Estaba confundida. Primero Hongbin liga con ella, luego la odia y
ahora intenta asaltarla en el sótano. Vale, quizá exagera con lo de asaltarla,
pero aun así sigue siendo confuso. Suspiró nerviosa. Las manos aún la temblaban
tras la peligrosa cercanía entre ella y Hongbin. ¿Tanto efecto tenía sobre ella
que la dejaba en aquel estado?
~ Tras Taehyun debería
haber aprendido la lección… ~ pensó mientras intentaba tranquilizarse.
Miró a su alrededor
para intentar encontrar una forma en la que desahogarse. Desechó la idea de
expresarlo en su cuaderno ya que lo tenía metido en la mochila, la cual se
encontraba en la cocina y para cogerla debería encarar a Hongbin. ¿Dibujar? No
tenía fuerzas para sujetar los lápices. Ya solo la quedaba la música. Se puso
los auriculares que la hacían parecer una astronauta, puso la música a un
volumen lo suficientemente alto como para dejar de oír nada más que la voz de
sus cantantes favoritos y se tumbó en la cama, cerrando los ojos y dejando que
su mente viajara lejos de allí. En su reproductor de música sonaron múltiples
de canciones sobre amoríos, sobre engaños y mentiras… pero hay una que, aunque
pareciera una verdadera estupidez, sí que la daba coraje para seguir pasara lo
que pasara. ‘’Let It Go’’, la nueva canción de la película de Disney
‘’Frozen’’. Al oír las primeras estrofas de la canción sintió que su cuerpo
entero se relajaba y que, poco a poco, se sumía de nuevo en un sueño. Era
extraño, pero en lo poco de mañana que llevaba estaba demasiado cansada y fue
capaz de dormirse.
El sonido de su tripa
al demandar alimento la despertó. La música de su reproductor aun seguí en
marcha y sentía su brazo derecho totalmente dormido al haber apoyado su cabeza
sobre este. ¿Cuánto tiempo había estado durmiendo? Fuera el tiempo que fuera
alguien había entrado en la habitación y la había tapado con el edredón nórdico
de su cama… ¿Su padre o Minah quizás? Si tiene la suficiente mala suerte habría
sido Hongbin.
- ¿Ya has despertado? -.
Si… era el día de la
mala suerte para ella al parecer. Suspiró cansada, quitándose los cascos y
mirando a Hongbin. Se había cambiado a un ropa más cómoda, aun así seguía teniendo
la camisa de antes, seguramente para no mover demasiado el hombro herido.
- Por favor Hongbin, déjame en paz… - murmuró Jiae hundiendo
su rostro entre sus manos – Ahora mismo no tengo humor para tratar con tus
intentos de ligoteo -.
- ¿Crees que es eso? ¿Ligoteo? - Mierda, parecía ofendido.
- ¿Qué otra cosa puede ser? Todos los tíos sois iguales
Hongbin, cuanto más se resiste lo que queréis más os engañáis a vosotros mismo
alegando que es indispensable para vuestra; y una vez lo habéis conseguido os aburrís
y os deshacéis de ellos sin importar el daño que hagáis… A sí que, ¿qué es esto
más que un intento de conseguir lo que no puedes tener? –
En esa frase había
confusión, tristeza, resentimiento e incluso odio; y Hongbin lo había sentido
como una pequeña punzada en el corazón. Palabra por palabra, letra por letra.
¿Realmente Jiae le veía tan egoísta o insensible? Frunció el ceño y, dejándose llevar
por su impulsiva forma de ser, avanzó con paso seguro hasta Jiae.
- Con que piensas eso – dijo Hongbin con un tono de voz casi
amenazante – Pues muy bien, no me dejas más remedio que demostrarte lo contrario
-.
Sin dar tiempo a Jiae
de poder contestar la cogió por los hombros y la tumbó en la cama con fuerza
sin importarle que, si gritase o levantase la voz Thony o su madre podrían
encontrarlos en aquella posición tan embarazosa. Jiae estaba siendo sujetada
contra el colchón y Hongbin se encontraba sobre ella, sujetándola por los
hombros.
- Espera, ¿Qué intentas hacer? – dijo Jiae intentando
deshacerse del agarre de Hongbin.
- Lo que llevo queriendo hacer desde que nos conocimos – y dicho
aquello no tardó ni un segundo en juntar sus labios con los de una sorprendida
Jiae en un beso corto, apasionado y capaz de quitarle el aliento a cualquiera.
El beso fue lo demasiado corto como para no dejar a Jiae responder o separarle
de un golpe, lo que hubiera hecho en aquel caso, pero fue lo suficientemente
largo como para arrancar un pequeño quejido a esta cuando se separó; lo que le dio
una ligera esperanza – Puede que tú pienses que solo hago esto por los motivos
que dijiste antes, pero lo hago por el mismo motivo que por el que me acerqué a
ti en la cafetería. Sabía perfectamente que eras la hija de Thony y admito que
en un principio solo me acerqué para saber cómo eras y qué pensabas de mi madre…
pero tras hablar contigo durante toda la tarde me vi incapaz de sacarte de mi
cabeza; y me frustraba porque sabía que tú y yo solo podíamos ser ‘’hermanos’’.
Por eso me hice el molesto contigo e intenté que tú y yo tuviéramos una mala
relación… que incluso me odiaras, pero no soy capaz de ello -.
- Sabes perfectamente que sigo pensando lo mismo – dijo Jiae
observando cómo Hongbin se encaminaba hacia la puerta y se giraba para
dirigirla una sonrisa de medio lado llena de confianza, aunque en ese momento
lo único que ella podía ver era esperanza ciega.
- Entonces haré que cambies de opinión -.
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