domingo, 23 de febrero de 2014

금지 된(Forbidden) - Capítulo 3

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Ahn Jiae (OC/Fan), Hongbin, Leo, Hyuk, N, Ravi y Ken (VIXX) y Eunji y Kyungri (9Muses)
Género: Long-fic, AU, romance, angustia(ligero).
Advertencias: Lemon no explícito, mención de maltratos e intento de violación.
Autorización: +16.



  Primer día en la Universidad. Este iba a ser el comienzo de una nueva etapa en su vida y de una de las más importantes. Desde aquí se decidiría su futuro profesional y puede que incluso personal. Aquel día se había levantado más pronto que nadie para poder prepararse concienzudamente. Quería dar una buena impresión el primer día pese a que siempre la hubiera dado igual lo que los demás pensasen de ella. Una cosa era eso, pero otra muy distinta crearse enemigos el primer día de clase ¿o no?
 Se dio algo de prisa a la hora de ducharse. Aun no estaba muy familiarizada con aquella casa y la daba algo de vergüenza la idea de despertar a todos. Tras acabar de ducharse, y una vez comprobado que nadie se había despertado, fue hasta su habitación para poder cambiarse. Aún había cajas sin desempaquetar por lo que tuvo que tener cuidado de no tropezar y despertar a nadie. Por suerte la gusta estar preparada de ante mano y ya tenía un conjunto sobre el escritorio junto con su mochila y calzado. Este constaba de una chaqueta negra, una blusa blanca del montón y unos pantalones cortos vaqueros (como ya dejó claro una vez, pensaba que el tiempo de Londres era el más impredecible y aquella mañana cuando vió el sol nada más despertarse lo dejó bien claro) mientras que el calzado eran unas converse negras.
No quería ir demasiado arreglada, pero tampoco echa unos harapos. Era la universidad después de todo, a un nivel muy distinto al instituto o primaria. Sabía por amigos como Leo que las chicas en la universidad, sobre todo las populares, solían fijarse mucho en los nuevos alumnos y en su modo de vestiré y/o comportarse, por lo que no quería dejar una mala impresión y ser el centro de las burlas de nuevo.
 Tras cambiarse y revisar que en la mochila había todo lo que iba a necesitar aquel día para sobrevivir. Puede que a estas alturas parezca una exagerada, pero había oído y visto demasiadas cosas sobre lo duro que podría ser la universidad, sobre todo en tus primeros años. No pensaba, ni quería, llegar a ser popular o una estudiante de matrícula como casi todo el mundo sueña; ella solo quería acabar su  carrera en artes con una nota que contente a sus padres y poder trabajar en lo que a ella la guste, puede que después conozca a alguien con el que pueda llegar a vivir juntos e incluso, con el paso del tiempo, llegara a formar una familia.
- ¡Ups! Se me olvidaba este pequeñín – murmuró al divisar su preciado cuaderno rojo forrado con fotos de ella y sus amigos e incluso de su familia.
 Era un cuaderno pequeño en el que sus páginas estaban empapadas de recuerdos, sueños, secretos e ideas que había estado guardando desde pequeña. Una de las psicólogas a las que sus padres la obligaron a visitar, y la única que la había caído bien, la había aconsejado en apuntar todo lo que se la ocurriese en ese cuaderno y que lo hiciera como una especie de baúl de los recuerdos. Desde entonces ese cuaderno ha viajado con ella fuera a donde fuera. Si alguna vez lo perdiera no sabría que hacer… en él se encontraban sus pensamientos más profundos y sus secretos más oscuros; incluso había añadido un par de hojas más tras lo ocurrido con su padre y Minah.
 Tras comprobar que todo estaba en su orden bajó hasta la cocina para desayunar en paz y tranquilidad. Lo menos que necesita en eso momento era un desayuno en familia con todo el mundo. Suspiró ante la idea de un desayuno con ‘’su nueva familia’’ y comenzó a hacerse el desayuno. Una vez cogido su bol de leche fría con cereales se sentó en la mesa y comenzó a desayunar tranquilamente cuando una voz la sacó de sus pensamientos.
- ¿Levantada tan temprano? –.
 Se trataba de Hongbin… sin camiseta. Al ver aquello casi se la atragantan los cereales y tuvo que beber un buen trago de la leche para evitar ahogarse. Tras aclararse la garganta apartó la mirada de Hongbin, al menos de su torso y abdominales. No era su primera vez de ver a un hombre desnudo, después de todo había tenido novio, aun así no se comparaba con Hongbin.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Hongbin cogiendo un vaso de agua.
- S-sí…  – contestó Jiae.
 ¡No, no se encuentra bien! ¿Qué le parecería a él si ella bajase a desayunar con solo una camisa y la ropa interior puesta? Lo único que quería era tener un desayuno pacífico hasta que Leo viniera a buscarla y que su hermanastro apareciera medio desnudo no aparecía en sus planes. Aunque admitía que tenía buen cuerpo… ¿¡Pero qué estaba pensando!?
- Pues no lo parece, pareces incómoda incluso -.
- B-bueno, a ver qué te parecería a ti que me presentara mientras desayunas medio desnuda, con una camisa y ropa interior, como si no pasara nada – dijo Jiae intentando seguir desayunando como si nada.
- Uuhh… eso me gustaría verlo preciosa – murmuró Hongbin pasando por su lado y echando un vistazo a sus piernas.
 Jiae notó sus mejillas arder cuando escuchó aquel murmullo y aunque otras veces hubiera contestado algún comentario, esta vez prefirió quedarse callada y hacer como que no lo había oído. Ayer habían conseguido hacer, más o menos, las paces y no quería pelearse de nuevo con él. Le había prometido a su padre darles una oportunidad y estaba decidido a hacerlo bien.
- ¿Ya sabes a qué clases tienes que ir hoy? – pregunto Hongbin rompiendo el silencio que se había formado.
- No, tendré que preguntar en secretaría antes de entrar a clases – contestó un tanto incómoda.
 Desde que escuchó la conversación entre Hongbin y su madre no hacía más que pensar sobre el padre de Hongbin. Intentaba no hacerlo demasiado, pero la curiosidad la mataba. Sabía que había muerto pero… ¿de qué? ¿Cómo había reaccionado Hongbin en aquel entonces? Y sobre todo, ¿por qué le molesta tanto que ella lo sepa?
 En ese momento, en la radio que había estado escuchando a un nivel bajo durante todo el rato, emitió una noticia. Las carreteras, colegios e institutos estaban cortados por mal tiempo. Jiae se extrañó. Hace nada brillaba el sol, ¿y ahora cierran las carreteras y sitios públicos por mal tiempo?
- Que raro… - murmuró Hongbin acercándose a la ventana.
 Jiae le imitó y no tuvo otro remedio que dar la razón al ver la fuerza del viento. Los árboles y los cables de alta tensión se movían con una violencia increíble. Creía que en cualquier momento podría salir volando algún arbusto o incluso caerse un árbol. Justo cuando Jiae se inclinó para ver mejor lo que ocurría algo se estrelló en el cristal con fuerza, rompiéndolo a su paso. Por suerte Hongbin supo reaccionar a tiempo y apartó a Jiae atrayéndola hacia él, fuera de la trayectoria de aquel objeto.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Hongbin con rapidez mientras sujetaba a Jiae contra él con fuerza.
- Si… - contestó avergonzada - ¿Y tú? -.
 Y es que no la importaba que alguien la abrazara así si es por algún motivo como el que había ocurrido hace unos segundos… pero preferiría que lo hicieran con una camisa puesta. Abrazados de ese modo podía sentir el calor del cuerpo de Hongbin contra el suyo propio y el latido acelerado de su corazón sobre sus palmas. Jiae elevó el rostro extrañada cuando notó que el agarre de Hongbin aumentaba y la juntaba aún más a él.
- ¿Yo? – preguntó Hongbin acortando la distancia él y  Jiae instintivamente – Mejor que nunca… -.
 Esto estaba mal. Estaba a punto de besarse con su hermano, aunque no fuera de verdad su hermano… ¡Pero aun así estaba mal! Ella sentía que estaba mal; y aun así, no hacía nada para detenerlo. Tenía que pensar rápido si no quería acabar besando a Hongbin… por mucho que la idea no la desagradara.
- ¿Lice? ¿Hongbin? – .
 La voz de su padre les hizo reaccionar y darse cuenta de lo que estaban a punto de hacer. Se separaron con rapidez y Juró ver algo de decepción en la mirada de Hongbin. ¿Acaso tan malo habría sido besarla? Por alguna razón Jiae se sintió dolida ante ese pensamiento.
- ¿Qué ha ocurrido? – preguntó su padre una vez frente a la ventana. Tenía el pelo totalmente despeinado y no llevaba sus gafas puestas… parecía otra persona totalmente diferente.
- El viento ha levantado algo y lo ha lanzado con la ventana, rompiéndola justo cuando estábamos asomados – contestó Hongbin puesto que Jiae no podía encontrar su voz.
- ¡Oh Hongbin, cariño! – exclamó Minah corriendo por las escaleras abajo y posicionándose al lado de Hongbin, acentuando la diferencia de estatura entre ambos - ¿Pero qué te ha ocurrido en el hombro? -.
 Los dos jóvenes miraron extrañados hacia el hombro encontrándose con que Hongbin tenía un pequeño cristal clavado en el hombro. Un pequeño hilillo de sangre corría por este. ¿Cómo no se había podido dar cuenta? Entonces Jiae miró su camisa; estaba algo manchada por la sangre.
- Seguramente habrá sido cuando aparté a Jiae… - murmuró Hongbin haciendo una pequeña mueca cuando Minah le quitó el cristal con cuidado.
- Lice también tiene un poco de sangre – dijo Minah acercándose a ella.
- No te preocupes, yo estoy bien – dijo rápidamente.
 Aun así Minah no paró y hasta que no vió con sus propios ojos que Jiae se encontraba totalmente bien no respiró tranquila.
- El cristal está totalmente destrozado – confirmó su padre – Tendremos que acercarnos a por otro si no queremos que el viento entre por el hueco y destroce la cocina -.
- Por la radio avisaron de que era peligroso salir – informó Jiae.
- Es verdad, al parecer incluso han cerrado los sitios públicos por precaución – secundó Hongbin llevándose la mano a la herida y siseando cuando notó el ardor.
- No hay excusas – dijo Minah intentando restarle importancia al asunto – Necesitamos un cristal nuevo y algo para tu herida. Thony y yo podemos ir de una carrera con el todoterreno -.
- Mientras tanto Jiae, ayuda a Hongbin con su herida. Abajo en el sótano tenemos un kit de primeros auxilios, por lo que podrás limpiarle la herida y tapársela hasta que nosotros volvamos – ordenó su padre.
 Ninguno dijo nada más. Tanto Minah como su padre subieron y se cambiaron a una velocidad record para después irse, dejándoles completamente solos y en silencio. Solo se podía oír el viento golpear las persianas mientras ambos intentaban encontrar las palabras adecuadas para no sentirse más incómodos aun. Antes de poder decir nada Ikky bajó por las escaleras arrastrando la almohada con él medio dormido.
- ¿Dónde está mamá? – preguntó intentando mantener los ojos abiertos - ¿Por qué sangras? -.
- Será mejor que te ocupes de Ikky, yo iré a…por el kit ese – murmuró Jiae evitando el contacto visual con Hongbin.
 Al ver que no parecía haber una respuesta clara decidió hacer lo que tenía en mente y bajó hasta el sótano para buscar ese kit que la habían mencionado. A pesar de lo pequeña que podía ser la casa, el sótano era el cuarto más grande y espacioso de la casa… aunque no lo pareciese. Había cajas, estantes y muchas otras cosas esparcidas por este. Era un sótano cualquiera, aunque parecía sacado de una película de terror. Tambien había muebles tapados y polvorientos, alfombras enrolladas y lámparas viejas estropeadas. Lo que decía, un sótano sacado de una película de miedo. Dio la luz al no poder aguantar más aquella oscuridad y comenzó a buscar el kit.
- Esto es el paraíso del moho y polvo… - murmuró apartando un par de cajas de un estante.
 Siguió buscando el kit y cuando por fin lo encontró deseó ser 20 cm más alta. Este se encontraba en lo alto de un estante viejo, al lado de un montón de viejos libros aunque alguno parecía ser nuevo. Suspiró derrotada tras el tercer intento fallido de llegar a, si quiera, rozar el kit poniéndose de puntillas.
- ¿Has encontrado ya el kit? -.
 Jiae desvió su mirada hacia las escaleras. Hongbin había bajado y se estaba acercando a ella esquivando las cajas del suelo con movimientos felinos, además se había puesto una camisa a excepción del hombro con el corte. Al menos habíamos avanzado un poco, ya no enseñaba todo el torso ni los abdominales.
- S-si… - aun no podía dejar de sentirse incómoda, no podía dejar de pensar en que antes casi se besaron… al menos ya no pensaba en que su padre estaba muerto – Lo que pasa es que no llego -.
- ¿No llegas de puntillas? – preguntó Hongbin y juraría haber apreciado cierto tono de burla en aquella pregunta.
- No… - contestó algo avergonzada y molesta, olvidando por un momento aquella incomodidad que sentía hacia él - ¿Algún problema con mi altura? -.
 Era baja, sí. ¿Y que más le importaba a la gente su altura? A su padre siempre le había parecido adorable, incluso a alguno de sus profesores… ¿Y qué si la mayoría de sus novios la sacaron al menos una cabeza? A casi todos, por no decir que a todos, les pareció adorable e incluso más cómodo.
- No que va, al contrario – dijo elevando la mano para coger el kit sin dificultad, aunque pudo ver algo de dolor en su rostro puesto que elevó el brazo derecho, moviendo la herida del hombro – Creo que es practico que seas bajita -.
- ¿Y eso por qué? – preguntó Jiae arrebatando el kit de la mano de Hongbin y apoyándolo en un viejo y polvoriento mueble de cerca.
- Es más cómodo abrazar a alguien bajo como tú que a alguien tan alto como tu padre o como yo… es más adorable – contestó observando a Jiae por la espalda. Para tener 18 años era algo bajita y sumando su delgada figura parecía una muñequita de porcelana. Simplemente adorable.
 Jiae rodeó los ojos y se acercó a él con algodón y agua oxigenada, dispuesta a limpiar la herida de su hombro. Dudó un segundo antes de depositar el trozo de algodón húmedo sobre la herida. Para ello tendría que acercarse a él y estaba lo suficientemente tensa como para no tener el más mínimo cuidado, pudiendo causarle más daño.
- ¿A qué esperas? ¿A qué se infecte? – bromeó Hongbin frunciendo el ceño extrañado.
- A que te sientes – mintió intentando no sonar agitada o incómoda.
 Hongbin sonrió débilmente y, aunque hubiera notado el mero temblor en la voz de Jiae, decidió hacerla caso y sentarse en el viejo sillón que descansaba cerca suyo. Al sentarse voló un poco de polvo, pero era de esperarse. Después de todo había estado allí desde… bueno, desde que su padre se fue. Al pensar en él sintió una pequeña punzada de dolor en el pecho, pero no era momento de volver a derrumbarse, no delante de Jiae. Esta, por su parte, estaba concentrada en intentar limpiarle la herida manteniendo las distancias, pero la resultaba imposible. Tras lanzar un profundo suspiro al aire decidió olvidarse de lo ocurrido anteriormente y se sentó a su lado. Lo suficientemente cerca como para limpiar la herida, pero manteniendo las distancias a la vez.
- ¿Cómo lo ves? – preguntó Hongbin aguantándose una mueca de dolor.
- No lo sé, no soy médico – contestó Jiae rodando los ojos.
- Si te acercases más… - dijo Hongbin sentándose un poco más cerca de Jiae; esta le miró unos segundos y se distanció de nuevo de él.
 Hongbin arqueó una ceja y, de nuevo, se sentó más cerca. Jiae suspiró y volvió a alejarse chocándose contra el posa brazos del sillón. Hizo una mueca, ya no había escapatoria. Miró a Hongbin y, de nuevo, estaba demasiado cerca para su gusto.
- ¿No vas a seguir con la herida? – preguntó Hongbin divertido parecía jactarse del momento.
 Jiae no dijo nada y siguió desinfectando la herida lentamente, ignorando las miradas que Hongbin la lanzaba o cómo sus brazos habían encontrado su camino  para posarse sobre su regazo, acariciando la pierna con el pulgar. ¿Qué la estaba pasando? A estas alturas ya le habría dejado un ojo morado de un puñetazo, como con casi todos los chicos que intentaron algo con ella tras su anterior novio… pero con Hongbin se sentía indefensa. Era como si con solo una caricia suya o una mirada la desarmara. Y pensar que hace unos días le odiaba a muerte… ¿¡Acaso no sabe lo que es tomarse las cosas con tiempo!?
- Creo que será mejor que limpies también la sangre… no quiero manchar la camisa – murmuró Hongbin encarándola y acercándose un poco más… Como si eso fuera posible.
- ¿Dónde está Ikky? – preguntó Jiae para intentar cambiar de tema.
- Le he metido de nuevo en la cama… - contestó Hongbin inclinándose hacia ella lentamente.
- Hongbin, por favor para – murmuró Jiae intentando alejarle de ella.
 Este frunció el ceño sintiendo una mezcla de molestia y confusión al oírla decir eso, aun así no se alejó ni un milímetro de ella. Es más, empujó a Jiae contra su pecho con un firme movimiento, pillando a la joven de pelo lila por completa sorpresa.
- Hongbin… - se resistió Jiae avergonzada.
- ¿Por qué? – preguntó con un tono firme - ¿Por qué tengo que detenerme cuando sabes muy bien lo que pienso sobre ti? ¿Eh, preciosa? -.
 Preciosa. El mote que la había puesto en la cafetería cuando se conocieron y estuvieron… ¿por qué no decirlo directamente? Ligando el uno con el otro antes de saber que sus padres estaban prometidos. Pero era exactamente eso. Antes de saber que sus padres estaban prometidos, de que ellos dos descubrieran que iban a ser hermanastros y, encima, de que la hubiera hecho la vida imposible durante semanas solo por una confusión.
- Por qué no podemos – contestó simplemente, aunque por la forma en la que Hongbin la miraba sabía que eso no le iba a detener tan fácilmente.
- Explícate quizás, solo quizás, aguante las ganas de besarte por unas horas más – demandó Hongbin.
- Mi padre y tu madre se van a casar – contestó Jiae mirándole a los ojos, esos ojos de color oscuro tan profundos  brillantes… ¡Jiae, despierta! – Vamos a ser familia y me has estado haciendo la vida imposible por una mera confusión -.
- Te equivocas… Te hice la vida imposible porque no soportaba la idea de no poder ser más que ‘’hermanos’’. Y sobre eso, ni si quiera tenemos un lazo de sangre o cualquier chorrada de esas… ¿Por qué no seguir con lo que empezamos en la cafetería? Dejaste bastante claro en la cocina que tú también sientes algo por mí – dijo Hongbin volviendo a inclinarse sobre ella.
 Antes de poder decir nada oyó la puerta de la entrada cerrarse. Su padre y Minah habían vuelto. Con rapidez se separó de Hongbin y desapareció de allí dejándole con la palabra en la boca. No la importó que su padre la llamara o que Minah la mirase preocupada… incluso que casi se callera por las escaleras al subir los peldaños de tres en tres; solo quería encerrarse en su cuarto e intentar borrar todo lo ocurrido en el sótano de su memoria.
 Tras entrar en el cuarto dejando claro que no iba a salir en mucho tiempo tras dar un portazo con la puerta, se tiró sobre la cama sin fuerzas ni ganas de nada. ¿Qué acababa de ocurrir? Estaba confundida. Primero Hongbin liga con ella, luego la odia y ahora intenta asaltarla en el sótano. Vale, quizá exagera con lo de asaltarla, pero aun así sigue siendo confuso. Suspiró nerviosa. Las manos aún la temblaban tras la peligrosa cercanía entre ella y Hongbin. ¿Tanto efecto tenía sobre ella que la dejaba en aquel estado?
~ Tras Taehyun debería haber aprendido la lección… ~ pensó mientras intentaba tranquilizarse.
 Miró a su alrededor para intentar encontrar una forma en la que desahogarse. Desechó la idea de expresarlo en su cuaderno ya que lo tenía metido en la mochila, la cual se encontraba en la cocina y para cogerla debería encarar a Hongbin. ¿Dibujar? No tenía fuerzas para sujetar los lápices. Ya solo la quedaba la música. Se puso los auriculares que la hacían parecer una astronauta, puso la música a un volumen lo suficientemente alto como para dejar de oír nada más que la voz de sus cantantes favoritos y se tumbó en la cama, cerrando los ojos y dejando que su mente viajara lejos de allí. En su reproductor de música sonaron múltiples de canciones sobre amoríos, sobre engaños y mentiras… pero hay una que, aunque pareciera una verdadera estupidez, sí que la daba coraje para seguir pasara lo que pasara. ‘’Let It Go’’, la nueva canción de la película de Disney ‘’Frozen’’. Al oír las primeras estrofas de la canción sintió que su cuerpo entero se relajaba y que, poco a poco, se sumía de nuevo en un sueño. Era extraño, pero en lo poco de mañana que llevaba estaba demasiado cansada y fue capaz de dormirse.
 El sonido de su tripa al demandar alimento la despertó. La música de su reproductor aun seguí en marcha y sentía su brazo derecho totalmente dormido al haber apoyado su cabeza sobre este. ¿Cuánto tiempo había estado durmiendo? Fuera el tiempo que fuera alguien había entrado en la habitación y la había tapado con el edredón nórdico de su cama… ¿Su padre o Minah quizás? Si tiene la suficiente mala suerte habría sido Hongbin.
- ¿Ya has despertado? -.
 Si… era el día de la mala suerte para ella al parecer. Suspiró cansada, quitándose los cascos y mirando a Hongbin. Se había cambiado a un ropa más cómoda, aun así seguía teniendo la camisa de antes, seguramente para no mover demasiado el hombro herido.
- Por favor Hongbin, déjame en paz… - murmuró Jiae hundiendo su rostro entre sus manos – Ahora mismo no tengo humor para tratar con tus intentos de ligoteo -.
- ¿Crees que es eso? ¿Ligoteo? - Mierda, parecía ofendido.
- ¿Qué otra cosa puede ser? Todos los tíos sois iguales Hongbin, cuanto más se resiste lo que queréis más os engañáis a vosotros mismo alegando que es indispensable para vuestra; y una vez lo habéis conseguido os aburrís y os deshacéis de ellos sin importar el daño que hagáis… A sí que, ¿qué es esto más que un intento de conseguir lo que no puedes tener? –
 En esa frase había confusión, tristeza, resentimiento e incluso odio; y Hongbin lo había sentido como una pequeña punzada en el corazón. Palabra por palabra, letra por letra. ¿Realmente Jiae le veía tan egoísta o insensible? Frunció el ceño y, dejándose llevar por su impulsiva forma de ser, avanzó con paso seguro hasta Jiae.
- Con que piensas eso – dijo Hongbin con un tono de voz casi amenazante – Pues muy bien, no me dejas más remedio que demostrarte lo contrario -.
 Sin dar tiempo a Jiae de poder contestar la cogió por los hombros y la tumbó en la cama con fuerza sin importarle que, si gritase o levantase la voz Thony o su madre podrían encontrarlos en aquella posición tan embarazosa. Jiae estaba siendo sujetada contra el colchón y Hongbin se encontraba sobre ella, sujetándola por los hombros.
- Espera, ¿Qué intentas hacer? – dijo Jiae intentando deshacerse del agarre de Hongbin.
- Lo que llevo queriendo hacer desde que nos conocimos – y dicho aquello no tardó ni un segundo en juntar sus labios con los de una sorprendida Jiae en un beso corto, apasionado y capaz de quitarle el aliento a cualquiera. El beso fue lo demasiado corto como para no dejar a Jiae responder o separarle de un golpe, lo que hubiera hecho en aquel caso, pero fue lo suficientemente largo como para arrancar un pequeño quejido a esta cuando se separó; lo que le dio una ligera esperanza – Puede que tú pienses que solo hago esto por los motivos que dijiste antes, pero lo hago por el mismo motivo que por el que me acerqué a ti en la cafetería. Sabía perfectamente que eras la hija de Thony y admito que en un principio solo me acerqué para saber cómo eras y qué pensabas de mi madre… pero tras hablar contigo durante toda la tarde me vi incapaz de sacarte de mi cabeza; y me frustraba porque sabía que tú y yo solo podíamos ser ‘’hermanos’’. Por eso me hice el molesto contigo e intenté que tú y yo tuviéramos una mala relación… que incluso me odiaras, pero no soy capaz de ello -.
- Sabes perfectamente que sigo pensando lo mismo – dijo Jiae observando cómo Hongbin se encaminaba hacia la puerta y se giraba para dirigirla una sonrisa de medio lado llena de confianza, aunque en ese momento lo único que ella podía ver era esperanza ciega.

- Entonces haré que cambies de opinión -.

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