miércoles, 5 de marzo de 2014

금지 된(Forbidden) - Capítulo 4

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Ahn Jiae (OC/Fan), Hongbin, Leo, Hyuk, N, Ravi y Ken (VIXX) y Eunji y Kyungri (9Muses)
Género: Long-fic, AU, romance, angustia(ligero).
Advertencias: Lemon no explícito, mención de maltratos e intento de violación.
Autorización: +16.




 ¿Qué hay mejor que un fin de semana en un hostal apartados de la ruidosa ciudad? Para algunos no habrá nada mejor y Jiae pensaba lo mismo cuando su padre les dijeron que pasarían un fin de semana en aquel hostal pero… cuando se enteró de que además tendría que pasar dos noches con Hongbin a solas, rápidamente cambió de parecer. Menos mal que alguien en el cielo, o donde sea, aprecia un poco todos los buenos actos que había hecho con su abuela en el pasado y la ayudó a coger una buena gripe antes de irse. Se había salvado. No había manera de que la enviaran al hostal con 40 de fiebre… ¿verdad?
- La fiebre parece no bajar… - murmuró Minah retirando la mano de su frente.
- No importa, siempre podéis iros sin mí. Solo son tres días, sobreviviré – contestó Jiae esbozando una leve sonrisa.
 No la importaba que en aquel momento estuviera sudando más que un pavo en el horno el día de acción de gracias o que la imagen que tenía en aquel momento fuera digna de los cuadros de Pablo Picasso… Solo la importaba que por fin tendría tres días de descanso de Hongbin. Durante los siguientes días del ‘’incidente’’ (también denominado beso, pero Jiae era lo suficientemente orgullosa como para denominarlo lo que a ella le parecía ser, un ‘’incidente’’) Hongbin se había mostrado más convencido que nunca de demostrarla su ‘’amor eterno’’. Siempre la dedicaba guiños, sonrisas e incluso alguna que otra caricia cuando sus padres no miraban y por mucho que la molestase hasta el punto de gritar a los cuatro vientos el nombre del hijo de satanás debía de reconocer su intención.

- Cariño no podemos dejarte sola en casa estando así de mal – comentó su padre entrando con un vaso de agua y pastillas para el dolor de cabeza.
- Papá, tenéis que ir para arreglar los asuntos de la boda… ¿Acaso queréis retrasarla solo por una gripecilla de nada? – preguntó Jiae removiéndose entre las sábanas para acomodarse mejor.
- No pero… -.
- Puedo quedarme yo –.
 No… él no por favor, todo el mundo menos él, pensó Jiae al oír a Hongbin decir aquello. ¿Por qué tenía que ser tan condenadamente buena persona? ¿¡Por qué!?
- ¿Estás seguro hijo? – preguntó Minah y por la forma en la que Hongbin la miró estaba claro para Jiae que no iba a haber un ‘’No’’ como respuesta por su parte.
- ¡Claro! – contestó Hongbin sonriente – No me importa quedarme y vigilar a Jiae, ademas así puedo trabajar un poco en el blog que hace mucho que le tengo abandonado -.
- Muchas gracias grandullón – dijo su padre dándole una palmada en el hombro.
- Muchas gracias cariño – esta vez fue Minah besándole en la mejilla.
 Ambos tres salieron de su habitación, dejándola por fin en paz y tranquilidad. ¿Por qué el mundo estaba en su contra? No quería pasar dos tres días y dos noches a solas con ese tipo. La última vez que estuvieron a solas la besó y no quería pensar en lo que iba a ser capaz de hacer en todo este fin de semana. Tampoco era que le tenía como a un depravado… pero no quería estar a solas con él. Todavía estaba confusa con lo ocurrido y no quería que la volviera a besar.
  Mientras que Jiae le daba vueltas a aquel tema, Hongbin tenía sus propios rompecabezas que resolver. No entendía a Jiae en absoluto. En todo este tiempo no ha parado de intentar demostrarla que a él en verdad la gustaba y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por estar con ella, que no era un simple capricho como ella había pensado y que, lo que él quería, era algo serio. ¿Por qué se resistía tanto? Estaba claro que ella también sentía algo por él, si no le podría haber dicho lo contrario o no dejar que se acercara a ella en ningún momento. Tampoco es que la hubiera arrinconado en la cama o en una pared.
- Hay poca medicina, suficiente para hoy, asi que mañana tendrás que ir por la mañana a por más – informó Minah con un gesto pensativo.
 Observó aburrido a su madre. La quería, en serio que sí, y con toda su alma… pero a veces se preocupaba demasiado. Iba a cuidar a Jiae, no a Ikky. Era una chica de 18 años, mayorcita por lo que se podía servir por sí misma y pedirle ayuda solo cuando lo necesitase. No era como si tuviera que cuidarla todo el rato, vigilar que no se escapara de la cama o ponerla los dibujos animados para que se tranquilizara. Tres despedirse de los dos adultos y distraer a Ikky con su serie de acción favorita decidió hacer una llamada. Necesitaba ayuda con aquel rompecabezas llamado Jiae.
- ¿Diga? -.
- Hakyeon, soy Hongbin -.
 Cha Hakyeon. Además de ser su jefe en el café en el que trabaja es un buen amigo en el que sabe que puede confiar. Es alguien maduro, aunque a simple vista no lo parezca, y que se preocupa por sus trabajadores; mucho más por sus amigos. En cierto modo su comportamiento mantiene un cierto parecido con el de una madre.
- ¿Necesitas algo? Es raro que me llames al móvil y no al número del café – oyó murmurar por la otra línea a su amigo.
- Lo sé, es que necesito pedirte un favor y algún que otro consejo – dijo Hongbin mordiéndose el labio.
- Como no… ¿necesitas algún día libre? – preguntó Hakyeon.
- Tres de echo – contestó Hongbin sabiendo el sermón que le caería en cuestión de segundos – Mi hermanastra está enferma, estamos Ikky y yo a solas con ella y mi madre y Thony arreglando unos asuntos de la boda -.
- Entiendo… si es por eso siempre puedo poner a Ravi en tu lu.. -.
- ¡Eh, guaperas, o vienes a trabajar en tu turno o juro lo que no está escrito que te arrastro aquí aunque para ello necesite dos grúas! -.
 Hongbin soltó una pequeña carcajada al oír por el fondo las quejas de Hakyeon. Ravi le había arrebatado su móvil seguramente al oír que iban a cambiarle el turno de nuevo por su culpa.
- Entiéndelo Ravi, es mi hermanastra y está mala… tengo que cuidarla y ganar punto con ella – insistió Hongbin.
- ¿Puntos? ¿Acaso quieres tirártela? – Ravi y su delicadeza… - Espera que te pongo en manos libres, la abuelita quiere cotillear -.
- ¡Que no me llames abuelita! – se quejó Hakyeon.
- Chicos… necesito ayuda, asi que dejad de pelearos por una vez y ayudadme – lloriqueó Hongbin.
- ¿Qué pasa? ¿Alguna pibita te ignora guaperas? – preguntó Ravi divertido, acto seguido se oyó un golpe por lo que supuso que Hakyeon le habría dado una colleja… como siempre.
- ¿Recordáis a la chica de pelo violeta con la que me visteis? Estuve ligando con ella y luego resultó ser mi supuesta hermanita nueva… - contó Hongbin esperando alguna respuesta o reacción.
- ¿Y qué? – preguntó Ravi unos minutos después.
- ¿Cómo qué ‘’y qué’’? – exclamó Hakyeon – Es su nueva hermana, se supone que no puede hacer nada con ella… -.
- En eso tienes razón, pero el problema es… que ya la he besado – dijo Hongbin.
- Ese es mi guaperas – dijo Ravi en un tono orgulloso - ¿Y cuál es el problema entonces? -.
- El problema es que ella sienta algo por mí, pero no parece estar por la labor de intentar nada… ¿qué hago? – Hongbin comenzaba a  impacientarse cada vez más respecto a ese tema y aquellos dos no parecían entender que el motivo por la llamada era que buscaba ayuda, no chulearse de todo esto.
- La cuestión es, Hongbin, ¿es otro de tus caprichos pasajeros o no? – preguntó Hakyeon – la última vez tuve que encargarme yo de informarla sobre vuestra ruptura tan inminente -.
- Te aseguro que esta vez es diferente – contestó Hongbin con rapidez.
- ¿Cómo estás tan seguro? – esta vez fue Ravi quien hizo la pregunta. ¿Acaso tan mala imagen les había dado?
- Las otras veces todo fue… carnal, puro deseo – contestó Hongbin sintiendo como comenzaba a emocionarse con solo contarles cómo se sentía respecto a Jiae – Con Jiae es muy diferente. La primera vez que la vi su pelo me dio curiosidad. Al principio solo quería preguntarla sobre el motivo de habérselo teñido de ese color pero a medida que la hablé quería saber más. Luego, cuando por fin hice las paces no podía dejar de contarla cosas sobre mí a medida que ella se reía de las cosas graciosas que me habían pasado o cómo parecía interesarla todo lo que la estaba contando. Y el beso… ¡Dios! El beso fue increíble. Sentí que el corazón explotar de emoción y una especie de electricidad en nuestros labios. Cada vez que la veo quiero besarla y abrazarla y no dejarla escapar -.
- Wow… ¿Eres Hongbin de verdad o su gemelo perdido? – preguntó Ravi.
- Lo siento – rió Hongbin sintiendo sus mejillas arder un poco. ¿Se había sonrojado? – Es solo que Jiae me gusta de verdad… no sé cómo explicarlo mejor -.
- Tenemos a un Romeo entre manos… - murmuró Ravi en un tono divertido.
- Sigue siendo tu futura familia Hongbin. Si vas a hacer algo con ella tienes que tener claro que mucha gente no lo va a aprobar, es posible que sean vuestros padres los primeros en no hacerlo – dijo Hakyeon en un tono serio.
- Lo sé, y no creas que no he pensado en eso pero… no lo sé, respecto a ella todo parece lo correcto ¿sabes? – contestó Hongbin algo desanimado por lo dicho por su amigo.
- Te recuerdo que tengo novia y tuvimos nuestros problemas en el pasado, asi que creo que sé por lo que estás pasando más o menos -.
- ¿Entonces? – preguntó Hongbin.
- Serás un guaperas, pero no las pillas al vuelo – dijo Ravi – Es su forma de decir que vayas a por ella y te la tires -.
- Recuérdame que te enseñe un poco de modales respecto a las mujeres – siseó Hongbin para después colgar el móvil.
 A veces se cuestiona si necesita encontrar nuevos amigos o aguantar a los que ya tiene. En cualquier caso él tiene muy claro que no va a dejar escapar a Jiae, después de todo es por la única que ha llegado a sonrojarse o incluso a emocionarse de esta forma.
- ¿Hongbin? – la débil voz de Jiae le sacó de sus pensamientos.
- ¿Qué haces fuera de la cama? Necesitas descansar – dijo Hongbin sobresaltado.
- No puedo… - contestó Jiae haciendo un pequeño puchero, no quería reconocer uno de sus mayores miedos a Hongbin pero era el único presente capaz de ayudarla.
- ¿Por qué? ¿Te duele demasiado la cabeza? – preguntó Hongbin tomándola la temperatura con la mano. La fiebre había bajado un poco pero aun así seguía bastante caliente.
- No es eso… - murmuró Jiae sintiéndose cada vez más avergonzada.
- ¿Entonces? – preguntó.
 En ese momento el salón fue iluminado por un rayo, acto seguido vino el estruendo del trueno que casi siempre acompaña al anterior. Jiae soltó un pequeño y agudo grito que casi rompió los tímpanos de Hongbin. Ahora lo comprendía… Jiae no podía dormir porque tenía miedo de los truenos.
- Tan solo son un par de rayos y truenos, no hay nada de qué preocuparse… - dijo Hongbin cerrando las persianas del salón.
  Aunque cuando se dio la vuelta comprendió que si había de qué preocuparse. Jiae estaba completamente asustada, tanto que se había hecho un ovillo en el suelo y no paraba de temblar. Incluso juraría oírla llorar. ¿Tanto miedo podía tener alguien a las tormentas?
- ¿Te encuentras bien preciosa? – preguntó Hongbin obteniendo una negación por parte de Jiae.
- ¿Qué le pasa a Lice? – preguntó Ikky apareciendo a su lado.
- Lice tiene miedo a los rayos – contestó Hongbin levantándola por los brazos.
- Pero Lice es mayor… ella no puede tener miedo, ¿verdad? – volvió a preguntar Ikky extrañado.
- A veces los mayores también tenemos miedo – murmuró Jiae.
 Acto seguido volvió a caer un rayo, sobresaltando a Jiae. Esta se abrazó instintivamente a Hongbin, quien no pudo esconder una sonrisa y la rodeó por los hombros y cintura. Ikky no entendía muy bien que estaba ocurriendo pero no quería ser menos y decidió unirse al abrazo.
- Ikky, ve a ver los dibujos hasta que sea la hora de comer ¿de acuerdo? – dijo Hongbin.
- Vale – contestó este animado, después de todo su hermano mayor le dejaba ver mucho mas tiempo la tele que su madre. Por eso era su favorito – Lice, no tienes por qué tener miedo. Mi mamá siempre dice que los miedos son como un dolor de muelas. Cada vez que pienses en ello dolerá más -.
 Jiae sonrió al pequeño y se dejó llevar hasta su habitación por Hongbin. No tenía fuerzas para subir las escaleras de nuevo sola por lo que estaba agradecida de tener a Hongbin para ayudarla, además las piernas no dejaban de temblarla como casi todo el cuerpo por culpa de la tormenta. Las odiaba desde pequeña. Siempre ha tenido un miedo inexplicable a ellas. No sabía si era por el estruendo de los truenos y rayos o por otra cosa totalmente diferente, pero se sentía totalmente indefensa cuando había tormenta.
- En serio, ¿cuántos años tienes? – preguntó Hongbin ayudándola a meterse de nuevo en la cama - ¿Tanto miedo tienes a unos simples relámpagos de nada? Sabes que no van a caer dentro de la casa, ¿no? -.
- Como si tú no tuvieras miedo a nada – murmuró Jiae dando otro bote tras caer otro rayo. En verdad los odiaba.
 ¿Qué le importará a él si tiene o no miedo a las tormentas? ¿Acaso él no tiene miedo a algo o qué? Ni que fuera Mr. Increíble. De nuevo otro rayo y otro susto por su parte, si la tormenta seguía de aquella manera acabaría por empezar a llorar, como ocurría siempre.
- Jiae tienes que tranquilizarte o empeorarás – dijo Hongbin acomodándola la almohada.
- No puedo -.
 Hongbin suspiró al ver que Jiae no dejaba de temblar. Observó un momento la habitación intentando encontrar una forma de tranquilizarla y de pronto algo le vino a la cabeza. Si todo salía bien podría ganar unos cuantos puntos con Jiae, en cambio si salía mal ya podía darlo todo por perdido. Tras armarse de valor y sin decir nada a una confusa Jiae, se subió a la cama y se colocó tras ella.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó Jiae confundida mientras sentía que Hongbin la rodeaba con los brazos por la cintura y la pegada a él.
- Confía en mí y deja de hacer preguntas – contestó Hongbin acomodándose mejor contra la cabecera de la cama, así mismo acomodó mejor a Jiae para que estuviera plenamente cómoda apoyaba en su pecho.
 Jiae frunció el ceño extrañada, sintiéndose cada vez más confusa. ¿Qué pretendía hacer sujetándola de aquella forma? Otro rayo la hizo dar un bote en la cama y aunque pudo aguantarse el pequeño grito que solía venir acompañado con el bote pudo sentir a Hongbin tensarse un poco. Ambos estuvieron en completo silencio durante unos minutos, sin moverse ni un solo centímetro ninguno. Lo único que se podían oír era la lluvia golpear con fuerza la ventana del cuarto y algún que otro trueno, los cuales aterrorizaban a Jiae cada vez más. Fue entonces cuando sintió a Hongbin moverse, más concretamente su mano derecha mientras dejaba la izquierda sobre su cintura ligeramente apoyada en esta.
- ¿Hongbin? – murmuró Jiae extrañamente nerviosa.
- Tranquila, no voy a hacer nada lo prometo – susurró este en su oído – Tú solo suspira hondo e intenta tranquilizarte, no queremos que empeores -.
 Jiae hizo lo que dijo; suspiró hondo un par de veces e intentó tranquilizarse mediante la mano de Hongbin subía poco a poco su camisa hasta destapar su tripa. Se sobresaltó un poco cuando notó la fría mano de este sobre su cálida piel. Antes de poder decir nada Hongbin comenzó a dibujar pequeños círculos y figuras sin forma por  toda su tripa y, milagrosamente, consiguió relajarse y tranquilizarse poco a poco. Al cabo de unos minutos consiguió olvidarse por completo de la tormenta o de los rayos y truenos que normalmente la atormentaban sin descanso, pero claro, ¿quién tenía tiempo de pensar en cualquier otra cosa cuando Hongbin la estaba acariciando de aquella manera? Y por si las caricias no fueran poco, había decidido que a lo mejor darla pequeños besos por el hombro, la nuca e incluso la mejilla ayudaría a tranquilizarla. Pues no del todo. Las caricias contribuían a poder olvidarse de la tormenta del exterior y a que el sueño y cansancio hicieran mella en ella, pero los besos tan solo la ponían más nerviosa y hacían que el corazón la fuera a mil por hora.
 De repente Hongbin dejó de dibujar aquellas extrañas figuras en su tripa, haciendo que elevase la mirada hasta encontrar su mirada. Este la miraba de una forma que nunca nadie la había mirado. Casi podía perderse en sus oscuros ojos y estar en aquella postura durante horas, sin ni siquiera hablar.
- ¿Te enfadarás si te beso? – preguntó Hongbin mordiéndose un labio posteriormente.
 Jiae se encogió de hombros al no encontrar ningún signo de su voz para formular alguna respuesta coherente. Tras dibujar una pequeña sonrisa Hongbin elevó su mano hasta la mejilla de esta acariciándola con delicadeza, tanta que sorprendió a Jiae. ¿A dónde había ido a parar el Hongbin lleno de confianza y seguridad? Antes de poder responder aquella pregunta Hongbin ya la estaba besando, y de una manera completamente diferente a la anterior. El primer beso fue casi efímero y brusco, este era mucho más… ¿personal? No sabría cómo expresarlo. Nunca la habían besado de aquella manera. No había lengua de entremedio, Hongbin tan solo movía sus labios sobre los suyos a un ritmo lento y acompasado, como si la estuviera marcando un ritmo al que esperaba que se uniera tarde o temprano. Y así lo hubiera hecho si Ikky no hubiera interrumpido llamando a la puerta con tanta fuerza, aclamando entre sollozos a su hermano mayor.
- A veces te aseguro que ese crío lo hace aposta – murmuró aun contra sus labios.
- Parece asustado… - dijo Jiae algo perdida por lo ocurrido – Deberías ir a ver qué le ocurre -.
 Hongbin suspiró y por unos segundos se lo pensó de verdad, al menos hasta que los golpes en la puerta incrementaron de fuerza a la par que sus sollozos.
- ¡Ya voy Ikky! – gritó Hongbin algo molesto, separándose de Jiae y levantándose de la cama.
- Hongbin – llamó Jiae antes de que este abriera la puerta.
- Losé – dijo este antes de que ella pudiera hablar si quiera – Mañana por favor, por ahora deja que piense que por un momento quisiste besarme -.

 Y dejando a la joven con la palabra en la boca Hongbin salió del cuarto, cerrando la puerta tras de sí. Jiae suspiró y cayó rendida en la cama. Menudo lío tenía dentro de su cabeza. El sentido común la decía a gritos que lo que había pasado era un completo error y que no podía volver a pasar, y sin embargo su corazón no parecía estar de acuerdo por la forma en la que estaba a punto de salírsele del pecho. Tras lanzar un gran suspiro al aire intentó tranquilizarse de nuevo, recordando la forma en la que Hongbin no había parado de acariciarla hasta que se sumió en un profundo sueño. Pero antes llegó a la conclusión de que, si mañana iban a hablar sobre todo lo ocurrido, quería sacar algo más que unas simples excusas de Hongbin.

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