Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Ahn Jiae (OC/Fan), Hongbin, Leo, Hyuk, N, Ravi y Ken (VIXX) y Eunji y Kyungri (9Muses)
Género: Long-fic, AU, romance, angustia(ligero).
Advertencias: Lemon no explícito, mención de maltratos e intento de violación.
Autorización: +16.
Nunca había dado tanta razón a aquella frase que decía: ‘’La primera impresión es la que cuenta’’. Su padre no la levantaba el castigo a pesar de las dos semanas pasadas y que tan solo faltaran 2 días para el comienzo de su primer año como universitaria; su futura madrastra no captaba que aún se la hacía demasiado raro su presencia en la casa de su padre y no dejaba de intentar ser la ‘’mamá guay’’ que todo el mundo desea; su nuevo hermanito pequeño… bueno, Hongshik es el único con el que no puede enfadarse o tener nada en contra con lo adorable, aunque callado, que era con ella; y por último, su peor pesadilla.
Participantes: Ahn Jiae (OC/Fan), Hongbin, Leo, Hyuk, N, Ravi y Ken (VIXX) y Eunji y Kyungri (9Muses)
Género: Long-fic, AU, romance, angustia(ligero).
Advertencias: Lemon no explícito, mención de maltratos e intento de violación.
Autorización: +16.
Nunca había dado tanta razón a aquella frase que decía: ‘’La primera impresión es la que cuenta’’. Su padre no la levantaba el castigo a pesar de las dos semanas pasadas y que tan solo faltaran 2 días para el comienzo de su primer año como universitaria; su futura madrastra no captaba que aún se la hacía demasiado raro su presencia en la casa de su padre y no dejaba de intentar ser la ‘’mamá guay’’ que todo el mundo desea; su nuevo hermanito pequeño… bueno, Hongshik es el único con el que no puede enfadarse o tener nada en contra con lo adorable, aunque callado, que era con ella; y por último, su peor pesadilla.
Se había prometido a
sí misma intentar llevarse bien con el hijo mayor de su madrastra, pero tuvo
que abrir la boca en el último momento y tirarlo todo al traste. Quien dijo que
los hermanastros fueron creados para fastidiar la vida a su nueva familia tenía
razón, aunque en su caso solo se refería a ella. ¿Cuánta maldad podía haber en
ese ser con rostro tan angelical? En cualquier caso, esta era infinita… Solo
hacia ella.
¿Qué le había hecho
ella para merecerse tan obscenidad y odio hacia su persona? Vale, reconoce que
lo que le dijo sobre su madre (aunque no sabía quién era él en realidad…)
ayudaba a que no la cayera del todo bien… pero de ahí al odio hay un gran paso,
¿o no?
- Lice cariño – llamó su padre y por un momento pasó por su
cabeza la idea de fingir no escucharle por los cascos que descansaban sobre sus
oídos, pero entonces cayó en la cuenta de que si lo hiciera cabía la
posibilidad de que su castigo no terminase hasta fin de curso.
- ¿Si? – contestó levantando la mirada, fingiendo como si
todas las compras que se había empeñado en hacer aquella mañana la importase.
- Ayer estuve hablando con Hongbin… - entonces sintió un mal
presentimiento. ¿Qué es lo que sale de la suma de un adolescente resentido y un
psicólogo capaz de dejarte sin ver la luz del sol durante el resto de tus días?
Nada bueno seguro – Me contó que os visteis antes de llegar a casa y todo lo
que dijiste sobre el tema de la boda -.
- Papá, te juro que no lo decía en serio – contestó Jiae con
rapidez.
- Pero ese día sí – dijo su padre cruzándose de brazos –
Mira cariño, entiendo que todo esto te resulte raro e incluso violento a
primeras; pero te pido por favor que des una oportunidad a Minah. No te pido
que la llames mamá y que seas la hija perfecta o que Hongbin, Hongshik y tú
seas los hermanos perfectos, tan solo eso. Una sola oportunidad más -.
- No es tan difícil… - murmuró Jiae haciendo una mueca,
incómoda con toda aquella conversación.
- Lo sé pequeña – contestó su padre apartándola un mechón de
pelo tras la oreja – Hazlo por mí, ¿vale? Te juro que no te obligaré a ir a la
boda o a venir aquí durante las vacaciones ni nada por el estilo, te lo prometo
-.
- E-está bien… Pero solo una oportunidad – avisó Jiae.
- Esta es mi niña – sonrió su padre tras besarla en la
frente – Otra cosa más… por favor, arregla las cosas con Hongbin. Él y su madre
lo pasaron mal y es muy sobreprotector con ella, por eso está tan molesto… se
amable -.
Jiae asintió, aunque
no tenía claro cómo iba a arreglar las cosas con Hongbin. Durante estas 2 últimas
semanas de vacaciones Hongbin se había dedicado única y exclusivamente a
hacerla la convivencia en la casa un verdadero infierno. Si tocaba cuidar de
Hongshik, el pequeño de 4 años de la casa, esa era ella o Hongbin se encargaría
de que su madrastra supiera todo lo que dijo sobre ella en el café; lo mismo
pasaba con las tareas de casa, sin ni si quiera haberse dado cuenta se había
convertido en la segunda Cenicienta pero chantajeada. Solo rezaba por que hoy fuera
un día normal y corriente y lo único que hubiera que hacer era tirar la basura.
De pronto sintió una pequeña mano tirar de la manga de su sudadera y al mirar
hacia abajo se encontró con los orbes redondeados y oscuros de Hongshik; o
Ikky. Su padre la contó que todo el mundo le llamaba así al no poder pronunciar
correctamente su nombre verdadero y que incluso su madre y su hermano
comenzaban a llamarlo Ikky en vez de Hongshik.
- Jiae… - dijo de forma tímida – Dice Hongbin que hoy vas a
dormir conmigo, ¿es verdad? -.
~ ¿Qué yo qué? ~ pensó
Jiae dirigiendo la mirada hacia el susodicho y comprendió por la forma tan
jactante en la que la observaba que ese era el modo de hacerla el día
insufrible aquella vez… o bueno, la noche.
- Yo… -.
- Oh vamos Lice…
Sabes que Ikky tiene pesadillas y no puede dormir, además me prometiste que hoy
te encargarías tú de él para conoceros mejor – dijo Hongbin con una sonrisa de
superioridad en el rostro… ¡Oh, aquel rostro! ¡Cuántos tortazos tendría ganas
de propinarle a estas alturas si no fuera tan condenadamente atractivo!
- S-si bueno, pero ya sabes que por las mañana digo las
cosas sin pensar… - siseó entre dientes intentando sonar lo menos ofensiva para
el pequeño.
- Es eso… o comentarle a mamá nuestra pequeña conversación –
comentó Hongbin sin borrar la sonrisa de la cara. Ikky, aun su corta edad, pudo
notar la tensión entre los dos jóvenes y prefirió ir a abrazarse a las piernas
de su madre a estar entre Jiae y Hongbin en aquellos momentos. No se preocupaba
por cómo iba a dormir aquella noche, si su hermano le había dicho que iba a ser
Jiae quien dormía con él aquella vez le creía… después de todo su hermano mayor
nunca miente ante los ojos del pequeño.
- ¿Quieres dejarlo ya? – preguntó Jiae comenzando a alzar la
voz, llamando la atención a un joven en particular que pasaba por allí de
casualidad y al que aquella escena comenzaba a no gustarle ni un pelo.
- ¿El qué? – cuestionó Hongbin inclinando en un gesto
inocente pero totalmente falso.
- Todo… esto. Estoy harta del numerito del chantajista –
contestó Jiae comenzando a sentir venir las lágrimas a ella de pura frustración
– Me he cansado de hacer todo lo que a ti se te viniera en gana solo por miedo
a que te fueras de la lengua. ¿Pues sabes que te digo? Que te den. ¡Estoy harta
de todos vosotros! ¿Acaso no voy a poder tener una opinión? Si, tu madre me cae
como el culo a primeras, pero es lo que tiene descubrir de golpe que tu padre
se va a casar con una mujer a la que ni si quiera conoces y, que encima, vas a
tener dos nuevos hermanos y uno de ellos intenta ligar contigo en un café.
Díselo anda, y después le explicas a tu madre todo el chantaje -.
- De acuerdo -.
¿Un momento? ¿¡Qué!?
Antes de poder reaccionar Hongbin ya no estaba frente a ella, en cambio se
encontraba junto con su madre. Sin saber qué hacer decidió correr de allí, desaparecer.
Al menos tendría tiempo en pensar una explicación para su padre y Minah cuando
la encontrasen y tuviera que aguantar la bronca de uno y la cara de decepción
de la otra. Dios… ¿pero por qué no puede estarse callada como todas las chicas
de las películas en aquellas situaciones?
- ¡Jiae espera! –.
Una voz masculina
llamó su atención después de haber estado andando por aquel enorme centro
comercial durante minutos. Por alguna razón se la hacía conocida y reaccionó
ante esta, parando por completo. Al girarse se encontró con una cara conocida.
- ¿Leo? -.
Jung Taekwoon, mejor
conocido como Leo ya que todo el mundo le llamaba por no saber pronunciar su
nombre. Era una sorpresa encontrárselo en Londres, después de todo su hermana
la había dicho que se había cogido unos años sabáticos antes de comenzar a
trabajar tras acabar la universidad.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó intentando esconder las
lágrimas que habían conseguido escapar mientras escapaba de su padre y Minah.
- Eso debería preguntártelo yo y… ¿qué ha sido todo eso? –
cuestionó Leo con preocupación tiñendo su suave voz. Era increíble cómo alguien
con la imagen fría e intimidadora de Leo podía tener una voz tan suave – No será
otro novio como el último, ¿verdad? -.
- No, Hongbin es todo menos mi novio… Es largo de contar la
verdad – respondió Jiae tras suspirar. Conocía a Leo y, aunque no hablase
mucho, escuchaba como el que más y sería capaz de hacerla sentirse mejor.
- Bueno… ya sabes que se escuchar, sobre todo si es tomando
con Café Latte – dijo Leo.
Jiae sonrió y,
rendida, accedió a tomar ese Café Latte junto con su amigo. Desde que Leo acabó
la Universidad no había vuelto oír de él excepto por las noticias que su
hermana pequeña y amiga la reportaba. Puede que para los demás Leo fuera una
persona demasiado callada e incluso fría, como un robot… pero para ella era una
persona completamente diferente. Los dos tienen algo en común; aprecian el
silencio y se lo toman como algo cómodo y tranquilo al contrario que la mayoría
de las personas y no les importa lo que los demás piensen de ellos. Es por eso
que en cuanto se conocieron, pese a la gran diferencia de años, entre ellos se
formó una amistad; y aunque muchas veces no mantengan una conversación
demasiado larga saben perfectamente cuando se necesitan el uno al otro.
No muy cerca de donde
se encontraban había un café en donde pudieron coger sitio, pedir cada uno su
café (Jiae prefirió pedir su tradicional chocolate caliente) y comenzar a
ponerse al día. Prefirió que comenzase Leo y, aunque a veces no podía oír lo
que decía por lo bajo que hablaba y el murmullo del local intuía más o menos
sobre qué hablaba. Algo sobre trabajar en una Universidad de la zona como
profesor de música en prácticas.
- Y eso es todo lo que he estado haciendo hasta ahora –
concluyó Leo reposando la taza de su Café Latte, al cual parece adicto, sobre
la mesa y reposando su mirada en ella – Ahora, ¿me explicaras que fue el
numerito con ese tal… Hongbin? -.
- Bueno… ya sabes que vine aquí con el propósito de entrar
en la nueva universidad de intercambio que han hecho para especializarme en
artes y para eso debía vivir aquí durante mis estudios. Mi padre vive aquí y me
dijo que podía quedarme con él… Como siempre me tendió una trampa y, sin ni si
quiera consultármelo o preguntármelo antes, me ví sentada en el salón con su
prometida y a punto de conocer a mis hermanastros. Hongbin es el mayor y antes
de saber quién era nos conocimos en un local como este. Estuvimos hablando y al
final abrí mi boca, poniendo verde a su madre; o eso es lo que dice él. Yo tan
solo dije que no se esperase que me cayera bien al minuto uno y ese tipo de
cosas, ni si quiera la insulté en ningún momento, pero él se lo ha tomado a mal
y ahora me hace chantaje para no contárselo a su madre… y yo como una idiota lo
permito – conociendo a Leo lo mejor era soltarlo todo de golpe y esperar su
opinión, bronca o lo que toque.
- ¿Y tu hermano mayor? – preguntó Leo.
- Desaparecido. Ahora que tiene trabajo y novia se ha
olvidado de mí por completo… ¡Je! Bueno, como si alguna vez se hubiera
percatado de mí – contestó Jiae haciendo una mueca.
- He de suponer que antes explotaste y tú ‘’hermano’’ ha
decidido contárselo todo a su madre, ¿me equivoco? – Jiae negó con la cabeza
sin despegar la mirada de la vacía taza que yacía frente a ella - ¿Qué piensas
hacer? -.
- Podría inventarme una excusa… pero mi padre sabe
perfectamente cuando miento o no, asi que es inútil -.
- Haz una cosa entonces, puede que no entienda muy bien tu
posición pero por lo que me has contado, igual lo mejor que puedes hacer es
hablar con la prometida de tu padre y dejar las cosas claras entre las dos –
concluyó Lao tras acabar de un solo sorbo su Latte.
- Como si eso fuera tan fácil… - suspiró Jiae cruzándose de
brazos.
- Nada en esta vida lo es, pero debemos sobreponernos ante
estos momentos e intentar superarlos – dijo Leo levantándose de la mesa,
dispuesto a marcharse – En cualquier caso, tienes mi número de teléfono y ya
sabes que siempre puedes contarme lo que sea -.
- Odio que tengas
razón, ¿lo sabías? -.
Aunque por mucho que
lo hiciera nadie le quitaba la razón. Después de todo estaba en esa situación
por que abrió la boca pero no supo arreglarlo más tarde, asi que lo mejor que
podía hacer era intentar arreglarlo cuanto antes y esperar a que las cosas
entre Hongbin y ella mejoren por el bien del compromiso de su padre y Minah.
Tras despedirse de Leo y asegurarle de que si pasara algo le llamaría sin
dudarlo, (parece mentira que la gente le tenga miedo… si es una especie de oso
de peluche andante) comenzó a buscar algún rastro de su padre y los demás.
Debería comenzar a pensar las cosas dos veces antes de salir corriendo. Era la
segunda vez que lo hacía y no quería que acabara como la anterior, con un castigo
que parecía eterno. Suspiró sintiendo que de repente los nervios venían a ella
al oir la voz de Ikky. No estaba segura de poder afrontar a ninguno de ellos
sabiendo que Hongbin había podido ser capaz de contárselo todo a Minah. ¿Y sí
su padre y ella se enfadan llegando a tal punto en el que se podrían pensar si
dejarla vivir con ellos? Tantas preguntas y tantos escenarios venían a su
cabeza que no dejó de andar hasta que oyó su nombre ser mencionado por Minah.
- ¿Estás seguro de que Jiae dijo eso? –.
Mierda. En serio,
mierda. Seguro que había llegado demasiado tarde y Hongbin la había contado
todo lo ocurrido en el café el día que llegó. Ahora sí que la había cagado, y
de qué manera.
- Mamá, te juro que es verdad – escuchó insistir a Hongbin –
La pregunté que la ocurría y comenzó a contarme lo molesta y perdida que estaba…
Tambien lo que pensaba de ti y tu compromiso con Thony -.
- Ya veo… - suspiro Minah.
- ¿Ya veo? ¿Solo un ‘’Ya veo’’? – preguntó Hongbin.
- Cariño, es comprensible que se sintiera así. ¿Cómo te
sentiste tú cuando conociste a Thony? No me digas que lo aceptaste nada más
conocerlo porque no es verdad -.
Jiae frunció el ceño.
Y luego él la chantajeaba con lo que había dicho de su madre cuando, de hecho,
Minah parecía ser comprensiva con ella. Demasiado incluso. Tras saber que Minah
lo entendía perfectamente, aunque notaba que estaba algo ofendida por el tono
de su voz, ya no se dejaría chantajear más por el estúpido de Hongbin.
- Es diferente – murmuró Hongbin.
Sin aguantarlo más se acercó hasta ellos, escondiéndose tras
un peluche de oso gigante que estaba ahí de promoción, y asomando meramente la
cabeza siguió escuchando su conversación. Igual decían algo que podría usar en
contra de Hongbin como venganza.
- Ya sé que es diferente, pero piensa que Jiae no sabía nada
de mí hasta que entró por la puerta de casa ¿hmm? – dijo Minah acariciando la
mejilla de Hongbin.
- Aun así… no debería haber dicho todo eso de ti o tener a
Thony tan loco. Tiene suerte de seguir teniendo un padre y una madre que están con
ella aunque sea día sí y día no. Yo solo te tengo a ti y no me gusta que digan
cosas así de ti o que te hagan daño – contestó Hongbin haciendo una mueca.
- Tranquilo, Lice solo tiene que acostumbrarse y aprender a confiar
en mí. Y tú, señorito, tienes que dejar de comportante tan mal con ella; n
ocreas que no me he dado cuenta de cómo os tratáis – respondió Minah sonriente –
Y quiero que sepas que también tienes a tu padre, aunque no esté entre nosotros
le tenemos en mente y eso es lo que cuenta, ¿de acuerdo? -.
Jiae abrió la boca
sorprendida y se la tapó para reprimir cualquier sonido que saliera de su
garganta. Dios mío, pensó, normal que se comportara de manera tan
sobreprotectora con su madre. Con tu padre muerto y tu madre comprometiéndose…
Dios, ahora se sentía muchísimo peor. Presumía de ser la que peor lo estaba
pasando, pero Hongbin estaba muchísimo peor que ella. Si hubiera sabido todo
esto antes hubiera cerrado su boca y no la habría abierto en ningún concepto.
- De acuerdo… - suspiró Hongbin cruzándose de brazos.
- Ahora tenemos que encontrar a Lice, tu pedirla perdón por
todo e irnos para casa – dijo Minah frotándole los ante brazos en un gesto
maternal.
- Mamá… no le digas a Jiae que papá ha muerto – dijo Hongbin
cogiendo a Jiae por sorpresa.
- Claro pero… ¿Puedo preguntar por qué? – preguntó Minah
leyendo la mente a Jiae, quien esperaba la respuesta impaciente aun tras el
gigante osos de peluche.
- Voy a verme lo suficientemente estúpido cuando la pida
perdón que lo último que quiero es que me mire con pena… odio cuando la gente
hace eso -.
Jiae suspiró. La
verdad, iba a ser difícil no verle de esa manera tras descubrir que su padre
estaba muerto. Se sentía mal por el modo en el
que se había comportado aunque no lo supiera. Había pensado cosas sobre
Minah que ahora mismo de verdad se arrepentía, y no quería pensar sobre todos
los insultos y deseos de desaparición o muerte que se la había pasado por la
cabeza cada vez que Hongbin la miraba con esa estúpida sonrisa mientras ella
hacía todas las labores de casa que le tocaban a él.
Tras ser descubierta
por Ikky no tuvo otra opción que salir de detrás del oso de peluche gigante.
Intentó por todos los medios no cruzar la mirada con Hongbin, no quería que
descubriera que les había escuchado y descubierto sobre su padre. Por suerte
pudo resistir a mirarle durante el tiempo que duraron las compras, la comida en
uno de los tantos puestos de comida rápida que había en el centro comercial e
incluso en el camino hasta casa… hasta que llegaron a la puerta.
- Lice, si tienes un momento me gustaría hablar contigo –
dijo Hongbin cogiéndola de la muñeca para que no entrase a casa.
Tras suspirar e intentar concentrarse en otra cosa que no
fuera en la conversación que escuchó entre Minah y Hongbin se giró y asintió,
aun intentado evitar cruzar las miradas. Aquello iba a ser difícil.
Una vez solos en la
entrada de casa Hongbin la señaló el banco de la entrada. Pasaron al menos 10
minutos en puro silencio, sentados en aquel banco. Uno intentando tragarse el
orgullo y encontrar las palabras exactas para no verse como un total imbécil mientras
la otra seguía intentando no mirarle a la cara.
- Vale, no se me ocurre otra forma de hacerlo asi que… Lo
siento – dijo al fin Hongbin – Siento haberme comportado tan mal contigo,
seguramente pensarás que soy un total imbécil… -.
- Un poco la verdad – contestó Jiae haciendo reír a Hongbin
sin ser si quiera lo que quería hacer.
- En serio, lo siento mucho – repitió Hongbin. Se notaba que
ambos estaban incómodos. Nunca antes había hablado sin haberse insultado o
chantajeado.
- Tranquilo, lo que dije está mal y la que debería pedir perdón
soy yo… después de todo solo defendías a tu madre – dijo Jiae comenzando a
mover las piernas hacia delante y hacia atrás.
- Entonces te perdono, solo si me perdonas a mí – lo último
fue un mero murmullo pero aun así hizo que a Jiae se la escapara un débil sonrisa.
- Trato hecho – dijo sonriente.
- Oye, como vamos a ser hermanastros… ¿no sería mejor
conocernos mejor? – preguntó Hongbin cruzándose de piernas sobre el banco. Era
bastante cómodo gracias a los cojines y mantas que había en él; te daban ganas
incluso de dormir sobre este.
- Supongo que sí… - contestó Jiae juntando sus piernas al
pecho y abrazándolas con los brazos para apoyar sus mejillas en las rodillas.
- Pues empiezo yo – dijo Hongbin con gesto pensativo –
Cuando tenía 6 años me rompí el tobillo y desde entonces nunca he vuelto a
subirme a un tobogán. Me gustan los perros… -.
Jiae sonrió mientras
escuchaba todas las anécdotas que Hongbin comenzó a contarla. Puede que al
principio la cueste coger confianza a su ‘’nueva familia’’… pero no tiene tan
mala pinta como ella pensaba en un principio. Además, no siempre te encuentras
con que tu propio hermanastro intentó ligar contigo semanas atrás y ahora te
cuenta cómo pensó que papá Noel era el primo lejano del hombre del saco. Desde
luego sus años de universitaria iban a ser bastante inmemorables gracias a él.
Y en más de un sentido sin que ella misma lo supiera.
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