Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.
Capítulo 11:
La situación era
inimaginable, casi irreal, Bea desaparecida. Nadie podía creerse que aquella
chica tan responsable y cauta hubiera desaparecido sin dejar ningún rastro. ¿Lo
peor de todo aquel asunto? Era por su culpa. Si no la hubiera llamado aquella
tarde para que la ayudase o si hubiera insistido en que se fuera pronto a casa
estaría a su lado en aquellos momentos, lo más seguro. Por suerte pudieron
convencer a s madre que estaba en casa de Samantha para quedarse unos días a
dormir. Tenían suerte de que era una mujer demasiado inocente y confiada con la
gente; una madre normal hubiera querido a su hija al teléfono y la hubiera
llamado un par de veces en lo que llevaban de media mañana.
- ¿Dónde estará? – preguntó Sehun.
Llevaban así toda la
mañana y más. La manada de Kris, junto con Lay y Chanyeol, había optado por hacer
la reunión en casa de Samantha, ya que ella podría mantener calmado a Sehun el
tiempo que esta durase. Mientras la manada discutía todo lo que debían discutir
en su cocina; ella y Sehun se encontraban en el salón, con el telediario
puesto, sentados (solo Samantha, Sehun deambulada de un lado a otro como
espíritu en velo) e intentando tranquilizarse.
- No te preocupes más de lo debido – comentó Samantha
siguiéndole con la vista, de un lado a otro… pronto comenzaría a marearse, de
eso estaba segura – Kris la encontrará -.
- ¿Cómo? – preguntó Sehun lanzando los brazos al aire – Ni
si quiera tenemos una mínima ni ligera idea de donde podría estar, además
tenemos que encontrarla antes de que su madre comience a sospechar de nosotros
y llamé a alguien… a Bea, la policía o tu hermana -.
Samantha suspiró,
haciendo una mueca de molestia. Cuando Sehun estaba nervioso o preocupado se
convertía en el mismísimo Grinch; solo que menos verde, menos peludo y con más
mal humor aun. No era bonito de ver u oír… la última vez que ella fue la
causante de esa preocupación y/o mal estar estuvo sufriendo de dolor de cabeza
durante semanas por culpa de los sermones de Sehun. Era una mezcla, para ser
más precisos, entre una madre soltera de cuarenta y pico y el Grinch en plena Navidad.
- Mira… voy a ser franca – dijo Samantha sentándose con las
piernas cruzadas en el sillón, encarando a Sehun una vez que este se detuvo
frente al televisor – Yo no confío mucho en Kris, y no entiendo como tú o Tao,
como cualquiera de vosotros, conseguís esa confianza ciega hacia él… pero
quiero confiar en que la encuentra. Es tu novia, vale, pero es mi mejor amiga y
también estoy tan o más preocupada que tú. Asi que siéntate, respira hondo e
intentemos no pensar más en ello. Solo nos pondrá más nerviosos y la última vez
te entraron migrañas señor Grinch -.
- Confío en Kris por el mismo motivo que los demás –
contestó Sehun obedeciéndola.
- ¿Puedo saber cuál es? Quizá así pueda comenzar a confiar
yo en él – dijo Samantha balanceándose ligeramente.
- Se supone que es un secreto… a Kris no le gusta que lo
contemos, mucho menos a humanos – Samantha arqueó una ceja y se remangó el
jersey hasta el hombro, enseñando su marca. Se parecían a los dibujos
decorativos de las calaveras mexicanas en el día de los muertos. Reconocía que
la gustaban, siempre y cuando se olvidara del motivo por el que estaban ahí.
- ¿Hola? Soy una bruja, ¿recuerdas? – canturreó la chica en
un tono un tanto sarcástico.
- Pues no es que lo mejores mucho, se supone que somos
enemigos naturales – dijo Sehun dándola un pequeño empujón, después suspiró y
se encogió de hombros – Supongo que no ocurrirá nada, eres tú asi que… ¡qué
demonios! ¿Quieres saber por qué confiamos tanto en Kris? -.
- Desde luego, así dejaría de pensar que estáis mal de la
cabeza – dijo Samantha sonriente.
- La razón es muy simple. Kris nos ha salvado a todos y cada
uno de nosotros de morir – explicó Sehun tras unos minutos de silencio,
sobrecogiendo a Samantha.
- ¿Cómo que de morir? ¿Acaso has estado a punto de morir y
no me lo has dicho? – preguntó Samantha ligeramente herida.
- Déjame explicártelo y luego me regañas mamá – intervino
Sehun conociendo demasiado bien a su amiga, no tenía humor como para aguantar
ningún sermón – Ocurrió mientras volvía de casa de mis tíos. Sabes que viven a
las afueras del pueblo y que tengo que atravesar 2 kilómetros de bosque, ¿no?
La cosa fue así: mientras caminaba hacia casa sentí que alguien o algo me seguía y cuando me quise dar
cuenta, algo me lanzó hacia el suelo con muchísima fuerza. Como si me
atropellase un coche yendo a una velocidad considerable. Al caer al suelo
estaba totalmente aturdido y dolorido; no sé cómo pude ser capaz de levantarme
si te soy franco, pero lo hice y la vi, a ella y a su compañero. Eran
totalmente pálidos y sus ojos brillaban de una manera inhumana. Tú ya has
sufrido su ataque y les has visto, por lo que sabrás que me refiero a vampiros
-.
- ¿Fuiste atacado por vampiros? – preguntó Samantha
sorprendida recibiendo un asentimiento por parte de Sehun.
- No me lo creí hasta ver sus colmillos y cómo me miraban…
como si fuera un aperitivo de media tarde. Intenté huir, y aun que eran
muchísimo más rápidos que yo, dejaron que corriera. Supongo que querían
divertirse conmigo antes de clavarme los colmillos en el cuello. No sé cuánto
estuve corriendo, aún estaba aturdido y no sabía hacia qué dirección lo estaba
haciendo… pero sabía que me seguían y que se estaban jactando conmigo y mi
intento de huida. Agotado y aturdido caí de bruces contra el suelo y aquellas
dos ratas chupa sangre se lanzaron hacia a mí – entonces Sehun se quitó la
muñequera y la enseñó una cicatriz de una mordedura. Samantha pronto descubrió
por qué su amigo nunca se quitaba aquella pequeña prenda, no quería que viera
la marca del mordisco – Esta me la hizo el hombre, la mujer en cambio prefirió
esperar su turno. Cuando un vampiro te muerde es capaz de inyectarte la ponzoña
a la vez que te chupa la sangre. Puede que en los libros y películas sea
placentero… pero te aseguro que nadie querría probarlo en la vida real. Es más
doloroso que te pase un coche por encima, te lo aseguro -.
- ¿Qué ocurrió entonces? – preguntó Samantha haciendo una
mueca de desagrado al imaginarse aquella imagen. De tan solo recordar que
estuvieron a punto de morderla a ella, unos escalofríos inundaron su ser.
- No lo recuerdo demasiado bien, pero sí sé que oí un
aullido y de pronto el vampiro que me mordía dejó de hacerlo y desapareció. Lo
siguieron dos gritos agudos… era una mezcla entre el sonido de un gato peleando
y alguien rasgando la pizarra. Oí a alguien hablar, pero aun sentía la ponzoña
en mi interior y entre lo doloroso que era y lo aturdido que estaba por el
golpe en la cabeza no entendí demasiado bien. Ni si quiera me oí a mí mismo
contestar, pero momentos después sentí un ardor y dolor aún más fuertes que el
de la ponzoña, entonces me desmayé. Horas más tarde me desperté en la casa de
Elisabeth ya convertido en un hombre lobo. Kris y Chen me explicaron lo
sucedido, de no ser por ellos dos estaría muerto – contestó Sehun.
- ¿Qué fue lo que te preguntaron? – preguntó de nuevo
Samantha.
- Le pregunté si quería o no seguir vivo -.
La repentina
presencia de Kris hizo que los dos jóvenes dieran un pequeño bote en el sofá.
Ninguno le había oído salir de la cocina, ni si quiera sabían desde cuando
estaba en el salón junto a ellos, pero el rostro les decía que desde bastante
tiempo.
- Kris yo… - tan pronto como Sehun notó la presencia del
macho alfa comenzó a disculparse, pero Kris le indicó que no ocurría nada.
- No importa, la norma es no contárselo a los humanos y/o
extraños. Samantha es tu amiga y no es humana asi que no ocurre nada – dijo
Kris.
- ¿Por qué le preguntaste aquello? – Insistió Samantha –
Podrías haberle convertido sin necesidad de hacerlo, ¿verdad? -.
- Otros pura sangre piensan de esa forma. Creen que ser como
nosotros es un don y por eso convierten a la gente por cualquier tontería –
contestó Kris – Yo prefiero convertir a gente que de verdad lo necesite. Quiero
tener motivos para meterles en este mundo -.
- Entonces convertiste a Sehun porque estaba a punto de
morir – Kris asintió con la cabeza – Y solo porque él lo eligió -.
- Exactamente… puede que tenga mala fama, y puede que para
algunas personas sea como los rumores dicen, pero no dejan de ser eso. Rumores
– comentó Kris. Si hay algo que Samantha sabía era coger una indirecta al
vuelo, y esa iba dirigida única y exclusivamente a ella.
- Es por eso por lo que confiamos tanto en él – dijo Sehun
sonriente – Nos ha salvado la vida a cada uno de nosotros -.
- Ya… siento haber pensado mal de ti – murmuró Samantha
avergonzada al recordar todos los momentos en los que se rió y desconfió de
Kris.
- Nosotros mismos creamos esos rumores para que os alejaseis
de nosotros, asi que tranquila, no hace falta que te disculpes – contestó Kris.
- ¿Necesitabas algo? – preguntó Sehun al ver que nadie más
iba a hablar – No creo que hubieras interrumpido una reunión solo para oírnos
hablar -.
- Oh, eso… necesitamos hablar con Samantha un momento con
que, pasad – indicó Kris introduciéndose de nuevo hacia la cocina.
Tras intercambiar una
mirada confusa entre ellos siguieron a Kris y de repente sintió cinco pares de
ojos sobre ella, incomodándola hasta niveles insospechados. Algunos mostraban
más preocupación que otros, mientras que los restantes mostraban sorpresa e
incluso incredibilidad. Casi por acto reflejo su mirada cayó sobre Lay, quien
en un segundo se encontraba a su lado.
- ¿Es verdad que fuiste atacada por vampiros? – preguntó
Chen de golpe.
- El concepto ‘’con delicadeza’’ no lo has entendido,
¿verdad? – dijo Tao cruzándose de brazos.
- Dime tú la forma delicada de preguntar a alguien si un
vampiro, ser que no debería existir, te ha atacado – replicó Chen imitándole.
- ¡Tao y Chen, no empecéis otra vez! – de un solo grito LuHan
consiguió que aquellos dos dejaran de discutir. Aquel no era el momento más
adecuado después de todo.
- ¿Qué les ocurre a esos tres? – preguntó Samantha
sorprendida al ver a LuHan de aquella manera. Nunca le había imaginado
enfadado, tenía una imagen demasiado angelical.
- Hoy todos tenemos un mal día – comentó Kris – Entonces,
¿fuiste atacada o no? -.
- Si, pero Lay y Chanyeol llegaron a tiempo y me salvaron –
contó Samantha sintiéndose un tanto incómoda de repente al recordar aquella
noche.
- Entonces es posible que mis sospechas estén en lo cierto –
suspiró Kris.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Sehun preocupado.
- Es posible que los vampiros que atacaron a Samantha no
estuvieran solos. Seguramente habrán visto a Samantha con Bea, o a ella salir
de la casa de Samantha, y la habrán cogido como rehén… en el peor de los casos
como una especie de venganza – explicó Kris.
- ¿Y a qué estamos esperando? – preguntó Sehun desesperado -
¡Si lo que dices es verdad no podemos perder ni un solo minuto! -.
- Antes de irnos, alguien debe quedarse junto a Samantha por
su seguridad – dijo Kris mientras se ponía su chaqueta - ¿Lay? -.
- Imposible, nuestro vuelo sale dentro de una hora y si
queremos llegar a tiempo tenemos que salir ya – dijo haciendo una mueca.
- Entonces que se quede Tao, ya nos ha ayudado bastante y
necesita descansar. Los demás iremos a por Bea –ordenó Kris.
Nadie dijo una
palabra más y en meros segundos Samantha se vió en compañía de Tao y Lay. Este
la tenía rodeado por los hombros en un gesto sobreprotector mientras observaba
a Tao, quien comenzaba a sentirse incómodo. No comprendía lo que estaba
ocurriendo, pero tampoco tenía tiempo para hacerlo. Lay estaba a punto de irse
durante un año completo, quien sabe si más, y lo único que tenía en mente era el
momento de la despedida.
- ¿Cuándo te marchas? – preguntó Samantha rompiendo aquel
silencio tan incómodo.
- En unos minutos, Chanyeol estará a punto de llegar a
recogerme – contestó Lay rompiendo el contacto visual con Tao y dirigiéndolo a
Samantha. Era increíble cuantas veces en el día podía mirar sus ojos grisáceos
y sentir como si se perdiera en ellos.
- Entonces no hay mucho tiempo… - suspiró Samantha – Tengo
un regalo para ti en mi cuarto -.
- Que casualidad, yo tengo otro. Asi que, ¿por qué no lo
bajas y los intercambiamos preciosa? – sugirió Lay con una sonrisa.
Samantha asintió
sonriente y corrió hacia el piso de arriba. En cuanto la chica desapareció del
rango de visión lay volvió a clavar su mirada en Tao y este, a su vez, en él.
Cualquiera que estuviera en ese momento con ellos podría sentir la tensión en
el aire e incluso llegarían a creer ver a dos lobos luchar por una misma presa.
Sin decir nada ambos comenzaron a caminar en círculo sin dejar de mirarse, como
dos lobos hambrientos. Desde luego la vista no era demasiado buena para nadie
que pudiera estar presente. Si siguieran así mucho tiempo Lay, o Tao, podría
saltar al cuello del otro en cualquier momento.
- Supongo que no tengo que decirte lo que te ocurrirá si
Samantha recibe algún daño, ¿verdad mestizo? – preguntó el pura sangre
sobrecogiendo por sorpresa a Tao.
- ¿Cómo lo has sabido? – preguntó Tao sin dejar de vigilar
los movimientos de Lay – Creía que ninguno se había dado cuenta -.
- Puede que tus jueguecitos mentales funcionen con los demás,
pero has tenido la tan mala suerte de encontrarte conmigo… He tratado con gente
como tú y sé perfectamente como librarme de estos. Reconozco que me cogiste la
primera vez, pero fue suficiente como para descubrirte – contestó Lay de un
modo molestamente tranquilo - ¿Lo sabe Kris y su manada? -.
- Solo él, lo demás siguen creyendo que soy de los suyos…
¿sospechas de mí? -.
Lay entrecerró los
ojos y estudió todo tipo de gesto o mueca de Tao. Se había visto las caras con
los suyos antes y sabía que podían ser tan impredecibles como el mal humor de
los suyos, por lo que debía actuar precavidamente frente a él. Sobre todo
cuando tiene a tanta gente dentro de sus trucos mentales y, contando con que ya
formó parte en su primer encontronazo, prefería mantener las distancias.
- Fueron los tuyos quienes empezaron todo esto cuando se
unieron a ‘’El Aquelarre’’ y les dieron la primera pieza -.
Tao podía notar el
odio y desdén en el tono de voz de Lay, pero a su lado nadie podía atreverse a
odiar o sentir desdén a su lado. No cuando la persona que te ha arrebatado lo
único que alumbraba su cuestionable existencia frente a sus narices.
- Ten en cuenta una cosa chucho, no eres quién para
amenazarme con la seguridad de Samantha cuando fuiste tú el único culpable de
su actual estado – siseó Tao y por un momento creyó perder el control sobre sí
mismo, pero el rostro de Samantha apareció en su mente y pudo evitarlo – Me he
mantenido a parte solo por ella, pero ahora que desapareces del mapa ten claro
que pienso recuperar lo único que alumbraba mi vida -.
No le faltaron ganas
de saltar sobre el cuello de Tao y desgarrárselo, pero oyó a Samantha bajar las
escaleras estrepitosamente sin dejarle tiempo si quiera. Cuando la joven entró
en el salón juró por un momento que la tensión había aumentado y por cómo de
agitados se veían ambos, seguramente habrían estado hablando y la cosa no había
tornado demasiado bien por lo que decidió no indagar en el tema y concentrarse
en la ida de Lay. Con una sonrisa le tendió el pequeño paquetito esperando a
que Lay lo cogiera.
- Mi idea sobre los regalos no ha cambiado ni un ápice, para
que lo sepas – murmuró intentando olvidar por el bien de Samantha la
conversación anterior.
- Solo ábrelo – dijo Samantha arrugando el ceño débilmente.
Lay sonrió ante su
reacción y abrió la pequeña cajita. Por la apariencia de esta se esperaba
alguna pulsera o un colgante. Cuando introdujo dos dedos para coger el regalo
notó el frío del metal. Estaba en lo cierto en cuanto a su regalo. Cuando lo
sacó observó unos momentos aquella cadena de plata. El colgante era un simple
aro de plata con una pequeña inscripción. Por el tamaño podría ponérselo una
niña de pocos años, como mucho 12.
- Es el anillo que usaba de pequeña, un regalo de mi madre.
¿Te gusta? – preguntó Samantha algo nerviosa.
- Me encanta – respondió Lay poniéndose el colgante.
En ese momento sonó
el pitido de un coche. Chanyeol había llegado y con él el momento que más
odiaba. La despedida. De pronto sintió una pequeña presión en el cuello de la
garganta e instintivamente agarró la mano de Lay con fuerza.
- Antes de que me valla – dijo Lay rebuscando en uno de los
bolsillos del pantalón – Pon las manos -.
Alzó una ceja
extrañada pero aun así le hizo caso y alzó las manos. En ese momento Lay sacó
la mano del bolsillo y tras posicionarla sobre las de Samantha dejó caer algo.
Cuando miró frunció lo cejos entre confusa y algo dolida. ¿Por qué la devolvía
la púa que le regaló por su cumpleaños? Vale que sirviera de colgante para la
cadena de oro junto con la pluma y la bola de brillantes pero… se lo había
regalado expresamente a él con la intención de que se la quedara, incluso que
la usara alguna vez.
- Antes de que empieces a preguntar nada, mira la
inscripción – dijo Lay leyendo las intenciones de la chica con solo mirar sus
ojos.
Cuando echó de nuevo
una ojeada a la púa vió que no era la que ella le regaló. Eran iguales en casi
todo. Lo único que había de diferente era la grabación; que estaba hecha en
color plata; y que alrededor de sus iniciales habían un par de estrellas en
color oro.
- S&Y
- susurró Samantha sonriendo como una idiota – Oh Lay… Muchas gracias -.
- Ya te lo dije, de una u otra forma te compensaría lo de mi
regalo de cumpleaños – contestó Lay. Entonces volvieron a reclamarlo dando otro
pitido.
- Tengo que irme, si no voy ahora Chanyeol acabará por
llevarme a rastras – dijo Lay dirigiendo una fugaz mirada hacia la ventana.
Samantha hizo un
pequeño puchero. No quería que este momento llegara por nada del mundo. Al ver
aquel pequeño gesto Lay no pudo resistirse un minuto más y la abrazó con
fuerza, hundiendo su rostro en el cuello de la chica y aspirando hondo,
captando el suave olor a canela que desprendía su melena.
- Te voy a echar de menos – murmuró sin despegarse de ella
ni un solo milímetro.
Ambos quedaron
abrazados hasta que el tercer pitido dejó claro a todo el vecindario que la
paciencia de Chanyeol estaba a punto de acabarse. Tras suspirar profundamente
ambos se separaron y acompañó a Lay hasta la puerta, seguidos de cerca por Tao.
Desde allí se despidió y observó marcharse al todoterreno negro hasta
desaparecer rumbo al aeropuerto.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Tao frotándola el ante
brazo en un gesto consolador.
- Un poco… pero sigue doliendo – contestó Samantha
mordiéndose el labio y pasando al interior de la casa. Tao hizo una mueca y
observó a Samantha por la espalda tras cerrar la puerta.
- No lo sabes tú bien Samantha, no lo sabes tú bien –
susurró.
~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~
Suspiró
tranquilizado una vez tuvo a Bea entre sus brazos. Kris tenía razón cuando
sospechaba que fueron vampiros los que se llevaron a su pequeña Bea y, en
efecto, tenían el plan de hacer a Samantha un chantaje. Encontraron a Bea y a
sus captores en una cabaña abandonada ubicada en las afueras de Lickey Hills,
cerca del claro donde los ciervos solían pastar. Nada más entras se vieron
rodeados por esas ratas chupasangres y, sin poder hacer nada para impedirlo,
tuvieron que reducirlos a mera ceniza. No era como si pudieran haber arreglado
las cosas por ellos mismos, después de todo habían atacado a la pareja sentimental
de un lobo y está penado por La Orden. Aun así se habrían ahorrado el esfuerzo
de acabar con todo un nido de vampiros con sed de venganza.
- ¿Sehun? – por fín había despertado.
- Estoy aquí pequeña – susurró Sehun acariciándola la cabeza.
Por suerte no la habían mordido, al menos no habían encontrado ninguna marca
visible.
- Sehun… ¡Sehun! ¿¡Dónde está Samantha!? – preguntó histérica
Bea sobrecogiendo al joven.
- E-está en casa a salvo junto a Tao – contestó – Tranquila,
hemos acabado con todos los vampiros. Ambas estáis a salvo -.
- Aun no – lloriqueó Bea intentando levantarse. Antes de
poder dar un solo paso tropezó, por suerte Sehun pudo reaccionar a tiempo y
cogerla antes de poder caerse de bruces contra el suelo de aquella cabaña.
- ¿Qué quieres decir? – preguntó Sehun.
- Me querían para dejarla sola… los vampiros solo eran una
distracción – contestó Bea con dificultad, aun se sentía demasiado aturdida con
todo lo ocurrido – Tenemos que avisarla -.
- ¿Pero quién va a por ella? – insistió Sehun sacando el
móvil para llamar a su amiga.
~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~
- ¿Tiffany? -.
Allí estaba. Su
hermana mayor por fín había dignado a aparecer con toda la tranquilidad del
mundo y tras todo lo ocurrido. ¿Sabrá todo lo que ha pasado? Ninguna dijo nada
unos segundos en los que Samantha no podía dejar de mirarla extrañada. Parecía
la misma pero estaba distinta a la vez. Su sonrisa no parecía la misma y nunca
en su vida la había visto vestir de negro.
- Mi pequeña Samantha se ha hecho mayor por lo que veo…
¿sabes? Mientras estaba fuera me he enterado de unas cuantas cosillas.
Elisabeth me ha mantenido informada y bueno… - vale. Ya era oficial, estaba
totalmente cambiada. La forma de andar, su sonrisa, su forma de dirigirse hacia
ella… parecía distante y la hablaba con una pizca de jactancia en el tono.
- ¿S-sobre qué cosas? – preguntó siguiéndola sin preocuparse
de cerrar la puerta de la entrada.
- Bueno, sobre todo sobre ese nuevo círculo de amigos tuyos
y sobre esa marca del brazo – contestó Tiffany girándose para encararla.
- Aah… -.
- ¿Quién era Samantha? – preguntó Tao bajando por las
escaleras.
Cuando ambos cruzaron
las miradas Samantha juró ver chispas. Nunca había visto a su hermana mirar a
alguien de aquel modo. Entonces recayó en aquella marca del cuello. Gracias a
que llevaba el pelo recogido en una coleta alta. Era una especie de flecha,
fusionada con una cruz, apuntando hacia abajo y dos puntos a los lados.
- ¿Quién es tu amigo? – preguntó Tiffany, parecía
sorprendida.
- Es Tao, le he invitado a dormir… - contestó Samantha.
- Veo que te has olvidado de Lay… -.
Antes de poder decir
nada nadie notó su móvil vibrar en su bolsillo. Se disculpó de ambos y se metió
en la cocina para contestar y poder hablar tranquila… e intentar entender todo
lo que estaba pasando.
- ¡Samantha es Tiffany! – gritó Sehun por la otra línea.
- ¿Sehun? No te entiendo, habla un poco más bajo por favor –
se quejó Samantha.
- Samantha, los vampiros solo eran una distracción. Tiffany
les ayudó a poder coger a Bea y así tenernos ocupados, lo único que quieren es
capturarte a ti. Sal de casa ahora mismo, llama a algu-
Antes de que Sehun
pudiera acabar la frase sintió un gran empujón que la lanzó de bruces contra
los muebles de la cocina. Tras el golpe cayó al suelo, sintiendo un dolor agudo
en la frente y sangre caer. Cuando consiguió levantarse y mirar al frente vió a
su hermana con una de las sonrisas más siniestras que había visto en su vida.
Antes de poder preguntar nada ya la había cogido de la cabellera y se vió arrastrada
hasta el salón. Este estaba totalmente destrozado. ¿Qué había ocurrido?
- Tenías que indagar en tu maldito pasado y conocer a esos
chuchos asquerosos, ¿verdad Sammy? -.
De nuevo fue lanzada
contra el suelo, aterrizando al lado de Tao. Este estaba tirado boca abajo y también
tenía unas cuantas heridas en el rostro. Parecía inconsciente pero… ¿Tiffany
capaz de dejar K.O a un licántropo?
- Debería de haberlo sabido. La Orden no tiene ni idea de lo
que tu gente es capaz de hacer, pero no… Ellos se reían de mí cuando se lo avisé
y me obligaron a ser la canguro de una criaja de 17 años con amnesia.
¡Perfecto! ¡Y lo mejor de todo es que cuando comienza a recordar las cosas la
bronca es para mí y me mandan acabar con ella y con un puñado de chuchos
sarnosos yo solita! – comenzó a gritar
Tiffany.
Dios… no entendía
nada. Frustrada por todo lo que estaba ocurriendo no pudo remediar que las
lágrimas salieran por sí solas. No dejó de llorar en todo lo que Tiffany
tardaba en hacer lo que estuviera haciendo mientras no dejaba de quejarse en
todo momento. Toda su vida se estaba arruinando poco a poco… su hermana resulta
que quiere matarla y encima está relacionada con esa maldita Orden.
- Samantha… - oyó murmurar a Tao.
- ¿Tao? – preguntó - ¿¡Estas bien!? ¿Qué ha pasado? -.
- Tiffany ha usado magia negra y me ha pillado desprevenido,
pero tengo un plan – contestó hablando lo más bajo posible.
- ¿A sí? Me encantaría saber cuál – intervino Tiffany
agachada frente a ellos – Pobrecillo chucho, se cree que puede engañar a una
bruja -.
Entonces, de un
tirón, levantó a Samantha por el ante brazo y empujándola contra la pared.
Después la cogió del mentón y lo elevó hasta que la joven la mirase a los ojos.
Esos ojos que tanto aborrecía desde el primer momento en el que la conoció y
supo que debería estar vigilándola.
- No sabes cuánto deseaba poder hacer esto – dijo Tiffany
elevando una cuchilla y haciendo un pequeño corte en su mejilla. Lentamente,
para que sintiera el dolor lo máximo posible.
- ¡Aléjate de ella! – aulló Tao levantándose de un saltó y
arremetiendo contra Tiffany, pero esta fue más rápida y usó sus poderes para
detenerle de golpe.
- ¡Sit! – rió Tiffany – Nadie va a impedir que acabe esto
aquí y ahora; y menos un perro con mal de amores -.
En ese momento Tao
comenzó a reírse. Esto ya era el colmo, ahora se había vuelto loco el único que
podía salvarla. Al parecer no fue a la única que la extraño ese repentino
ataque de risa porque Tiffany decidió soltarla y alejar ese cuchillo de su
rostro.
- ¿Y ahora que pulga te ha picado? – preguntó Tiffany
irritada.
- ¿A mí? Ninguna, pero me voy a jactar de la cara que vas a
poner cuando sepas quien soy en verdad – contestó Tao… o eso creía. Sus ojos se
habían vuelto de un color totalmente diferente. Eran mucho más claros y
brillantes… casi iguales a los de los vampiros que la atacaron.
- He debido de darte muy fuerte en la cabeza – murmuró Tiffany.
- ¿No te acuerdas de mí? – rió Tao, supuestamente – Déjame que
te aclare las ideas ¿eh? -.
Entonces, frente a
sus ojos, vió como Tao comenzó a cambiar radicalmente de imagen. Totalmente.
Color de pelo, apariencia, ojos, altura… todo. Y parecía doloroso por los
temblores y gemidos de dolor que emitía, dejando claro que también era la voz
la que cambiaba. Cuando miró a Tiffany confusa vió la expresión que tenía. Se
había vuelto totalmente pálida, como si hubiera visto a la mismísima muerte.
- No puede ser… ¡E-estás muerto, vi perfectamente cómo te
mataron! – exclamó Tiffany apuntando al extraño con el chuchillo ensangrentado
con su propia sangre.
- Lo viste porque yo os hice verlo… olvidasteis un pequeño
detalle cuando decidisteis meteros con la familia equivocada de mestizos –
murmuró el extraño levantándose como si nada.
- ¿El qué? ¡Sois hijos de brujo oscuro y bruja blanca! ¡El
fuego debería haberte achicharrado al igual que a vuestra madre! – gritó Tiffany
comenzando a perder los estribos.
- Hyunseung – llamó Tao apareciendo por las escaleras…
aquella vez el verdadero - ¿No crees que estas tardando demasiado? La manada
está apunto de aparecer y si te ven todo se irá al garete -.
- No seas tan impaciente… – aquel que supuestamente se hacía
llamar Hyunseung miró a Tiffany directamente a los ojos y vió como esta se
tensaba en el sitio cuando el susodicho sacó un arma de fuego y apuntó hacia
ella. Antes de que nada pudiera ocurrir Tao ya estaba a su lado.
- ¿Qué está pasando? – preguntó Samantha con una mano sobre
el corte de su mejilla.
- Mas tarde te lo explicaré todo… ahora tápate los oídos y
no mires, no vas a querer ver esto – contestó Tao abrazándola contra su pecho,
escondiendo su rostro en él.
- ¡Basta ya de tonterías! – gritó Tiffany.
- ¿Hm?... Valla, ahora me he perdido – dijo Hyunseung
fingiendo una postura pensativa - ¡Ah, sí! Cuando entrasteis a nuestra casa y enviasteis
a esos lobos a por mi querida hermana pequeña, la cual has intentado matar de
nuevo, es… que soy adoptado -.
Lo siguiente que oyó
fue un disparo y un sonido sordo. Cuando Tao aflojó el agarre vió el cuerpo inmóvil
de Tiffany en el suelo y al extraño con el arma en la mano y una mueca en el
rostro.
- ¿Te encuentras bien Sammy? – preguntó este de repente, acercándose
hasta ellos y agachándose hasta estar en su nivel.
- S-si… pero, ¿quién eres? – contestó Samantha.
- Tu hermano adoptivo tonta – sonrió Hyunseung – ¿Quién si
no? -.
No hay comentarios:
Publicar un comentario