La sonata dell'angelo

Autora: Daleth (@_anothershadow)
Título: La sonata dell'angelo
Número de capítulos: one-shot
Participantes: SeXing, SeHun y Lay (EXO)
Género: yaoi, AU, romance
Autorización: PG
Comentario de la autora: Para mi queridísima dongsaeng del mal / KaiSoo hard shipper / Mojabragas de YiXing (?) Biela ♥ Espero que te guste ;u;
En la historia incluyo algunos términos de música, no creo que sean especialmente difíciles de entender (el italiano es muy similar al español), pero de todas formas dejaré al final un pequeño glosario ^^
Para quien quiera, recomiendo leer la historia escuchando esto de fondo.
Sinopsis: "SeHun era como un niño para YiXing y YiXing era como un ángel para SeHun, un ángel de la música"

                El sonido suave y delicado del piano se alzaba poco a poco en el aire cargado del calor de la primavera y de sus respiraciones, adagio, pianissimo. YiXing dejaba que sus dedos danzaran sobre las teclas de marfil blanco y negro, acariciándolas con sutileza. A veces, un dedo se escurría y tocaba la nota equivocada, pero siempre trataba de reponerse para que la melodía no cesara y siguiera acunando los sueños de SeHun.

                No podía verlo porque estaba tras él, pero YiXing estaba seguro de que se había quedado dormido. Su respiración golpeaba rítmicamente contra su cuello, justo en el sitio en el que tenía escondida la cara, y los brazos que lo rodeaban por la cintura estaban completamente relajados. El pecho de SeHun subía y bajaba al mismo ritmo que marcaba con el piano, dando contra su espalda desnuda.

                Si se paraba a pensarlo, la verdad es que era bastante incómodo… Los dos desnudos, tapados solamente por el mantón que solía cubrir el piano de cola, compartiendo el escaso espacio de la banqueta, SeHun a su espalda, dormido, y YiXing sacando del instrumento una pequeña melodía que su madre solía tocar cuando era pequeño.

                Cuando ya estaba entrando en los últimos compases, sintió un pequeño beso en el cuello que le hizo sonreír. SeHun apretó un poco la cintura del pianista, despertando lentamente a la vez que la voz del piano se apagaba.

                – Buenos días –murmuró el muchacho, repartiendo más besos por el cuello y la mandíbula de YiXing.

                – Más bien tardes –respondió, señalando la ventana a su derecha por la que se colaban las primeras luces del crepúsculo.

                – Es lo mismo –rió suavemente y YiXing pensó que la vibración de la risa de SeHun contra su cuerpo era simplemente perfecta–. Esa canción… –comenzó de nuevo, susurrándole al oído–. Era la que estabas tocando cuando nos conocimos.

                El corazón del pianista se disparó al escuchar aquellas palabras. Si era sincero, creía que SeHun no sería capaz de reconocer aquella composición que tantos buenos recuerdos le traía.

                – Pensaba… –tragó saliva, tratando de luchar contra las lágrimas que acababan de inundar sus ojos–. Pensaba que no sabías cuál era…

                SeHun volvió a reír, negando con la cabeza, su mano subió por el pecho de YiXing hasta poder cogerlo del mentón, obligándolo a mirarlo.

                – ¿Cómo iba a olvidarlo si eres lo mejor que me ha pasado?

                YiXing sintió que podía ahogarse en el amor que había en su mirada oscura, en el calor de su cuerpo y en sus labios suaves sobre los suyos propios.

★✩★

                La primera vez que se vieron, SeHun era un niño para YiXing y YiXing era como un ángel para SeHun, un ángel de la guarda que lo ayudó a encontrar su clase el primer día del curso, aunque no por ello dejó de perderse.

                Al principio debía admitir que se sentía muy estúpido cada vez que se topaba con el aula de música y YiXing le debía indicar el camino correcto, siempre con una sonrisa amable en los labios. Después de un mes de curso, SeHun era perfectamente consciente de a dónde se dirigía cuando, en los cambios de clase, se dejaba guiar por la melodía del piano de YiXing, abusando un poco más de su amabilidad.     

                Con el tiempo, SeHun aprendió a escuchar los pequeños conciertos de piano de YiXing a escondidas. Estaba seguro de que, escuchando su música, podía saber exactamente qué pensaba, cómo se sentía, si había tenido un buen día… y eso le encantaba, porque le permitía estar más cerca de él a pesar de los tres años que los separaban, tres años que le parecían una eternidad.

                SeHun sabía que YiXing estaba enamorado de la música y que, cada día, se entregaba en cuerpo y alma a ella. A veces, en secreto, se sentía celoso. Era en esos momentos cuando, apoyado contra la puerta del aula de música, con una mano en la boca para no hacer ruido y una lágrima amenazando con escurrirse por su mejilla, su mente le gritaba que era un completo estúpido. ¿Cómo podía estar celoso de la música, algo inmaterial, abstracto?

                Pero no podía evitarlo. Le dolía. Le dolía que todo fuese tan perfecto cuando YiXing apoyaba los dedos sobre el teclado del piano y cerraba los ojos para concentrarse antes de comenzar a tocar las melodías más preciosas que jamás había escuchado. Le dolía que cada hora, cada minuto, cada segundo, su mente estuviese puesta en las partituras que guardaba con tanto recelo. Le dolía el hecho de que posiblemente jamás tendría cabida en su mundo de claves de sol y fa, de semicorcheas, corcheas y negras, de pianissimos y fortissimos.

                Y sin embargo todo cambió un día. El día en que el piano lloraba con tanta fuerza, con tanta pena contenida, que SeHun no pudo evitar unirse a su llanto desconsolado. Aquel día YiXing escuchó a un segundo corazón que latía al mismo ritmo de sus dedos, y descubrió a un pequeño y vulnerable SeHun en el suelo, tratando de controlar sus lágrimas inútilmente.

                YiXing fue amable con él, porque era así siempre y, a pesar de todo, no pudo evitar sentirse especial durante algunos minutos, porque el pianista había interrumpido su melodía por él, para consolarlo.

                Cuando le preguntó el motivo de su tristeza, SeHun bajó la mirada, avergonzado, componiendo una rápida excusa en su mente, pero su boca fue más rápida y dejó escapar un suave “tú canción… era tan bonita”. Inmediatamente hundió aún más la cabeza, perdiendo de vista la sonrisa que se había formado en los labios finos y algo secos del mayor.

                “¿Esta canción dices?”, y sus dedos volvieron a volar sobre las teclas y SeHun quiso volver a llorar porque era aún más preciosa ahora que tenía delante a YiXing desbordando todos sus sentimientos a través de aquel instrumento.

                Antes de que fuera consciente de lo que ocurría, el pianista le estaba limpiando las lágrimas con cariño. Sus dedos eran finos y largos, las yemas suaves parecían llevarse la pena con cada roce, y SeHun se sintió de repente tan reconfortado, tan cómodo, tan… querido…

                Las manos de YiXing se amoldaban tan perfectamente a sus mejillas que, aunque estuvieran frías y el invierno estuviera haciendo estragos en su salud, le dio igual.

                A partir de ese día, YiXing se acostumbró a las visitas furtivas y no tan furtivas de SeHun, siempre a la misma hora, siempre puntual, siempre en silencio. A veces, lo invitaba a pasar al aula para que estuviera más cómodo, otras simplemente se quedaba en el pasillo. Fuera como fuese, se acostumbró tanto a su presencia que le costaba tocar si no estaba SeHun cerca suya, con esa aura de agradable tranquilidad que caía sutilmente sobre todo lo que le rodeaba, llenando el aire de respiraciones sosegadas y de miradas curiosas que se perdían entre las líneas del pentagrama.

                YiXing, en secreto, disfrutaba de la compañía del menor y de su melodía silenciosa de exhalaciones que vibraban contra su mejilla. SeHun, en silencio, escuchaba el corazón del pianista latir en un cuatro por cuatro perfectamente definido, deseando ser algo más que un espectador de su perfecta danza.

Aunque fuera por unos minutos, quería entrar en su sueño y dejar su huella en él. Una huella indeleble que permaneciera siempre, a pesar de todas las composiciones que se interpusieran entre ellos y de todas las notas tocadas al aire y de todos los ritmos perdidos.

SeHun quería ser algo más que un niño para YiXing y YiXing quería ser algo más que un pianista para SeHun.

★✩★

                – Toca otra vez, por favor.

                YiXing rió quedamente ante la petición de SeHun. Jamás se lo diría pero, cada vez que le pedía que tocara para él, algo en su pecho se removía, dejándole la sensación del suave batir de alas de una mariposa que se escapaba de su estómago sin que pudiera controlarla.

– ¿Otra vez? –preguntó, ganando tiempo para lograr calmar sus latidos, y SeHun asintió, dejando un beso en su cuello–. Pero es tarde… Debería volver a casa…

– No vuelvas a casa, quédate conmigo… Por favor… Quédate aquí y vuelve a tocar para mí.

El pianista tembló al sentir la súplica escondida en sus palabras, acompañada de la calidez de su cuerpo y la deliciosa caricia de sus manos. Se mordió suavemente el labio inferior, siempre conseguía lo que quería…

Con gentileza, sus dedos se dirigieron al teclado frente a él. Cerró los ojos, contagiándose del aroma de la madera y del papel de las partituras mezclado con el olor del champú de SeHun. Tocó una nota, una sola, y todo su ser vibró con ella. Sonrió, era como reencontrarse con un antiguo amante. Por muy oscuro que estuviera, siempre sabría encontrar la tecla exacta.

Sus manos volaron en escalas rápidas que embriagaron sus sentidos y llenaron su cabeza de recuerdos de clases en el conservatorio y profesores de mirada severa, de las manos suaves y elegantes de su madre, gráciles frente al piano, de melodías para dormir, presto, con un casi imperceptible rallentando al final.

SeHun no podía apartar la mirada de aquel espectáculo danzarín. Si se fijaba, casi podía ver chispas saltando de entre las teclas como pequeños fuegos artificiales que daban vida al frío marfil. Y aunque algo parecido a los celos se empeñara en revolverse en su pecho de nuevo, luchaba contra aquella sensación para estar un poco más cerca de YiXing, para entender un poco mejor su pasión, su sueño.

Porque al final del pentagrama, cuando las notas desaparecían, YiXing volvía a mirarlo a él y sólo a él, volvía a besarlo, volvía a abrazarlo, y SeHun se convertía gustoso en una partitura en blanco para que marcara el ritmo que prefiriese y tocase una sonata de amor en su cuerpo a capriccio. Porque SeHun era la melodía más perfecta para YiXing y YiXing era un ángel para SeHun, un ángel de la música que entre fugas vivace y fantasías andante le había enseñado el camino hasta su propio corazón el día en que, cuando aún era un niño, se enamoró de un pianista.

Fin

Glosario:

- Adagio: indicación de tempo, lento.

- Pianissimo: muy suave.

- Fortissimo: muy fuerte.

- Presto: indicación de tempo, muy rápido.

- Rallentando: ampliación del tempo, progresivamente más lento.

- Sonata: obra que consta de tres o cuatro movimientos, escrita para uno o más instrumentos.

- A capriccio: a voluntad, a capricho, la velocidad y la forma de ejecución de la obra se dejan a elección del intérprete.

- Fuga: composición polifónica basada en el contrapunto entre varias voces.

- Vivace: indicación de tempo, vivaz, muy animado.

- Fantasía: forma musical libre que se distingue por su carácter improvisatorio e imaginativo, que permite al compositor una mayor expresividad musical.

- Andante: indicación de tempo, a la velocidad de andar, velocidad media.

Si hay algún término más que no se entiende, sólo tenéis que preguntármelo e intentaré contestaros lo mejor posible ^^