domingo, 20 de abril de 2014

금지 된(Forbidden) - Capítulo 5

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Ahn Jiae (OC/Fan), Hongbin, Leo, Hyuk, N, Ravi y Ken (VIXX) y Eunji y Kyungri (9Muses)
Género: Long-fic, AU, romance, angustia(ligero).
Advertencias: Lemon no explícito, mención de maltratos e intento de violación.
Autorización: +16.




- Y después Finn dio una patada al Rey Hielo porque había secuestrado a la Princesa Chicle, que es la princesa más guapa de todo el reino. Luego Jake se convirtió en una maza gigante y aporrearon al Rey Hielo hasta que se rindió, salvando a la Princesa Chicle de casarse con el Rey Hielo -.
 Ikky parecía más animado de lo normal aquella tarde. Ella se encontraba mucho mejor gracias a los cuidados de Hongbin, por lo que podía cuidar de Ikky hasta que Hongbin volviera de sus clases de fotografía. Eso significaba, en otras palabras, más tiempo para aclarar sus ideas para cuando ella y Hongbin decidan hablar sobre lo que estaba ocurriendo entre ellos dos.
- ¿Y por qué el Rey Hielo quiere casarse con todas las princesas? – preguntó Jiae con curiosidad fingida. El tema no la importaba, pero pasar tiempo con Ikky sí. El pequeño se hacía querer.
- Porque está solo – contestó este apenado – Solo tiene a Gunter y los demás pingüinos… Seguro que si tuviera un hermano mayor como el mío no sería malo -.
- ¿A sí? – preguntó Jiae colocándole el pelo a Ikky.
- ¡Si! – contestó Ikky con emoción – Pero a ti no te puede tener como hermana -.
- ¿Por qué? ¿No soy buena? – volvió a preguntar Jiae un poco ofendida.
- ¡No! Tu eres la mejor hermana mayor postiza del mundo y solo para mí  – contestó el pequeño abrazándose a ella.

 Jiae sonrió enternecida y revolvió el pelo al pequeño. Tras la separación de sus padres había dado por perdido la posibilidad de tener un hermanito o hermanita con el que compartir momentos como este, pero gracias a Ikky ahora sí que era capaz de ello. Y es que, ¿quién era capaz de resistirse a alguien como él? Era un Hongbin en miniatura, con el pelo más oscuro y pecas por toda su cara al igual que su madre.
- Y tú el mejor hermano postizo del mundo – dijo Jiae besándole en la mejilla.
- Creía que ese era yo -.
 Ambos giraron la cabeza sobresaltados al oír una voz tras ellos y suspiraron tranquilizados al ver que solo era Hongbin, aunque traía compañía. Tras él se hallaba una chica quizá uno o dos años menor que ella, por lo que suponía que aún estaba en el instituto. Tenía el pelo corto ondulado y pelirrojo, ojos castaños y pecas por toda su cara. Parecía pipis calzas largas pero sin coletas y sin dejar de removerse nerviosa en el sitio.
- ¡Abby! –.
 Ikky pareció conocerla y en seguida saltó de sus brazos para ir corriendo hacia la nombrada, quien le saludó con unos golpecitos en la cabeza.
- Nada comparado con el amor fraternal… - dijo Hongbin al ver el caso que su hermano le hizo.
- Ya sabes cómo es tu hermano pequeño – comentó aquella tal Abby.
- Es ver a una chica mona y volverse loco de contento – contestó Hongbin con un suspiro.
 Jiae encarnó una ceja. ¿Acaso eso no le resultaba familiar? Después de todo Ikky era su reflejo en miniatura. En ese momento Abby pareció notar su presencia y la miró con nerviosismo. ¿Una chica mona y tímida, y encima pelirroja? Un cliché andante pensó, solo la faltaban las gafas de pasta y los labios de color rojo y estaría en alguna peli de las que su padre la obligaba a ver.
- ¡Oh! Se me olvidaba Abby, ella es Jiae aunque la llamamos Lice – dijo Hongbin al ver que ambas se miraban extrañadas – Abby es la hija de nuestros vecinos -.
- En-encantada – dijo tímidamente.
- Mucho gusto – contestó Jiae sonriente.
 Sabía que no debía de juzgarla tan solo por su apariencia, pero se parecía a una muñequita de porcelana. Con esa imagen tan inocente y su pequeño tamaño… era adorable y no podía remediar sonreír ante aquella imagen.
- Bueno, creo que será mejor que me valla antes de que mi padre se le ocurra llamar a la policía al ver que no estoy en mi cuarto – dijo Abby jugando con sus manos en un gesto nervioso. ¿Acaso la había intimidado? – Mucho gusto Jiae -.
- Llámame Lice, al parecer es más fácil que Jiae – dijo Jiae sonriente.
- ¿De verdad te vas ya? – preguntó Hongbin – Yo creí que querías tomar algo -.
- Acabo de recordar que tenía que hacer algo, lo siento… A-adiós -.
 Y con eso la adorable Abby salió por la puerta con demasiada rapidez, ignorando las protestas del pequeño Ikky. Acto seguido sintió la mirada de Hongbin clavarse en ella interrogativo, como si ella supiera a qué venía esa mera excusa para irse de allí. Porque fue simplemente eso, una excusa.
- ¿Qué acaba de ocurrir? – preguntó Hongbin señalando a la puerta.
- No lo sé… pero acaba de utilizar la ‘’excusa de película para adolescentes’’ contigo – contestó Jiae levantándose del sillón.
- ¿Puedo saber qué es eso? – preguntó Hongbin dejando su mochila sobre la mesa del salón con cuidado, seguramente porque ahí se encontraba su preciada cámara de fotos.
- Ese tipo de excusas la utilizan las chicas con el chico que le gusta cuando sabe que sobra y quiere irse. Abby seguramente se habrá sentido algo violenta al ver que estaba aquí y se fue utilizándola – explicó Jiae cruzándose de brazos.
- ¿Acaso insinúas que le gusto a Abby? – algo en el tono de voz de Hongbin la hizo tener un escalofrío, y no en el mal sentido.
- Lo has dicho tú, no yo – dijo Jiae alzando las manos sonriente.
- ¿Sabes? Te pones muy mona cuando estás celosa – murmuró Hongbin acercándose a ella cuando Ikky estaba distraído.
- ¡Yo no estoy celosa! – Contestó Jiae algo ofendida – Tan solo te digo lo evidente, a esa chica pareces gustarle -.
- ¿Cómo lo sabes? – cuestionó Hongbin divertido.
- Soy una chica, puedo verlo. Parecía nerviosa cuando entró… A puesto a que es su primera vez que entra en la casa, y si no su segunda – dijo Jiae sonriendo con autosuficiencia.
 Al ver la cara de diversión de Hongbin no podía evitar que ese lado tozudo suyo saliera a la luz e intentase de todas formas posibles demostrarle que tenía razón y que, de hecho, no estaba celosa de esa chica.
 Hongbin ladeó la cabeza sonriente. ¡Claro que sabía los sentimientos de Abby hacia ella! Pero ambos habían hablado y habían dejado claro los límites entre ellos. Abby aun iba al instituto, era demasiado joven para él, y solo la veía como a una hermana menor. Además, él  busca otras cosas en una chica y Abby no las tenía.
- En realidad es su tercera vez en esta casa – dijo Hongbin – Y sigo pensando en que te pones adorable cuando estas celosa -.
- Que no estoy celosa – siseó Jiae arrugando la nariz molesta.
- Lo que tú digas princesa – rió Hongbin a punto de salir del salón.
Jiae lanzó un gruñido frustrada. ¿Qué motivos podría tener ella para estar celosa de esa chica? Ni si quiera la conocía y no había hecho o dicho nada para llegar a sentir celos de ella. Decidió olvidarse de eso por ahora y subir hasta su cuarto. Una vez allí cogió su cuaderno y comenzó a escribir cualquier cosa que se la viniera a la cabeza. Quería desahogarse de otra manera que no fuera gritar o dar golpes a su almohada y añadir uno o dos pares de páginas más a su cuaderno parecía lo más indicado.

 Sábado. 13/12/13
 Hace dos días besé a mi hermanastro. En realidad fue él quien lo hizo, pero aun así no hice nada para evitarlo. ¿Qué me está pasando? Hace tiempo escribí entre estas páginas una promesa que dije no romper y sin embargo él hace que me olvide de ella.
 Al principio tan solo fue un beso de nada con el que él decía que me iba a hacer cambiar de parecer y después me encontré abrazada a él en la cama y besándonos. ¡Esto está mal! Porque está mal, ¿verdad?

- ¿Ahora le preguntas a un cuaderno? - murmuró en voz alta.

 No sé qué puedo hacer para intentar que esto se detenga antes de que hagamos una locura… Lo último que quiero es que la boda entre papá y Minah se cancele. ¿Y si llego a aceptar a Hongbin y nuestros padres se enteran? O peor, nos pillan. No quiero que eso ocurra y que se separen por mi culpa. He cogido demasiado cariño a Ikky y a Hongbin, aunque nunca se lo llegue a decir a la cara.
 Además, si nos pillan seguro que papá llama a mamá y entonces todo se irá al garete. No quiero volver allí, no después de lo ocurrido con Hyuk. No quiero puedo encararlo tras aquello, y mucho menos aguantar las quejas de mi madre. Seguro que se sentiría avergonzada si llega a descubrir que Hyuk me

- Lice – llamó Ikky a su espalda haciendo que diera un bote sobre la silla, asustada.
- ¿Q-qué pasa? – contestó esta algo sobresaltada.
- Dice Hongbin que después de comer vamos a ir al parque, ¿quieres venir? – preguntó Ikky ajeno a lo que Jiae estaba escribiendo.
- Claro – contestó sonriente, entonces Ikky la cogió de la mano y comenzó a tirar de ella.
- ¡Pues vamos a comer! ¡Corre! ¿A qué esperas? -.
 Jiae rió divertida y se dejó llevar por Ikky, quien parecía más entusiasmado de lo normal. Al llegar a la cocina tuvo que aguantar una pequeña carcajada ante la imagen que tenía delante. Por supuesto Hongbin habría sido el que ha cocinado todo lo que había en la mesa, al menos parte de ello, pero nunca que habría imaginado a Hongbin con un delantal blanco con lunares rojos y volantes por el borde. Parecía sacado de una película.
- Un solo comentario y mi venganza será terrible – dijo Hongbin apuntándola con la espátula.
- Vale mamá – dijo Jiae dejando salir alguna que otra carcajada.
- Al final te quedas sin parque señorita – amenazó este arqueando una deja.
- No… - contestó Jiae haciendo un pequeño puchero - ¿Ha hecho todo esto? -.
- Parte lo hizo Abby y me lo dio, yo tan solo hice la pasta -.
 Jiae miró la mesa y sintió que se la hacía la boca agua. Nunca había visto tanta comida en una misma mesa y toda tenía muy buena pinta. Incluso la pasta que dijo Hongbin haber hecho. No sabía por dónde empezar. Observó un momento como Hongbin servía a Ikky la pasta y decidió empezar por eso al comprobar qua a Ikky parecía gustarle.
- ¡Tenéis que comer rápido o si no tendremos menos tiempo para estar en el parque! – dijo Ikky comiendo la pasta a toda prisa.
 Hongbin rió divertido y tras poner la bebida en la mesa comenzó a comer. Jiae esperaba que la comida fuera de todo menos tranquila, después de todo no estaban sus padres para controlar a Ikky, pero se sorprendió cómo obedecía a su hermano mayor sin rechistar. Sus amigas siempre la había dicho que tener un hermano menor era problemático, que nunca te hacía caso y siempre estaba molestando, pero Ikky no parecía ser así. De hecho incluso la hacía caso a ella cuando le decía que no moviera tanto el cubierto o la pasta acabaría en el techo.
- ¡Terminé! ¡Soy el ganador! – exclamó Ikky cuando terminó su vaso de agua y el plato.
- Luego te doy el trofeo, ahora vete a lavarte los dientes y después vístete. No quieres ir al parque en pijama – dijo Hongbin mientras comenzaba a recoger todos los platos sucios.
 En cuanto Ikky desapareció, Jiae decidió echarle una mano. No quería quedarse sentada mientras él limpiaba todo, su padre la había enseñado la suficiente educación como para saber cuándo ayudar. Hongbin se mantuvo en silencio durante todo el tiempo en el que estuvieron recogiendo la cocina, aun así le pilló un par de veces mirándola e incluso rozaba su mano con la suya a posta y aunque intentase esconderlo no podía reparar en dejar escapar alguna que otra sonrisa.
- Míranos – dijo de repente mientras secaban los platos – Parecemos una pareja casada -.
- ¿Tan pronto me pones el anillo? – bromeó Jiae.
- Solo si me lo pides por favor preciosa – contestó Hongbin con una sonrisa – Anda, ve a cambiarte. En unos minutos bajará Ikky y no dejará de gritarnos hasta salir -.
 No supo cuánto había de broma en aquella contestación, aun así no la disgustó la idea de parecer una pareja real. Al pensar en aquello y sonreír levemente le hizo caso y subió hasta su cuarto pata cambiarse. Se quitó el pijama y se cambió por ropa cómoda. Unos pantalones cortos, unas camisa que enseñaba los hombros azul marino y unas converse. Mientras bajaba por las escaleras se las arregló para hacerse una coleta. Cuando se miró al espejo notó que ya comenzaban a notarse las raíces, debía de teñirse el pelo cuando antes. Quizá de un color diferente como azul marino o rosa pastel.
- ¿Estamos todos? – preguntó Hongbin saliendo de su cuarto.
 Al contrario que el suyo y el de Ikky, el cuarto de Hongbin se encontraba en el piso de abajo justo al lado del baño y frente la cocina. Ikky salió corriendo del salón con entusiasmo mientras sujetaba un balón de fútbol. Tras comprobar que todo estaba en orden los tres salieron de casa. Como Jiae no conocía aún muy bien la zona decidió seguir a Hongbin de cerca mientras él y su hermano charlaban sobre a qué juegos iban a jugar y cuantos goles Ikky iba a meter a Hongbin. Muy pronto llegaron a una parada de autobús en la que tuvieron que esperar unos minutos hasta que este llegó.
- Tres hasta Hyde Park por favor – dijo Hongbin al conductor.
- ¿Vas a pagar las tres? – preguntó Jiae pasando al interior del autobús.
- No te preocupes, más tarde puedes devolverme le dinero o lo que quieras – contestó este mientras pagaba las entradas y la indicaba que se sentara.
 Jiae se encogió de hombros y se sentó frente a Ikky, quien estaba ocupado manteniendo una conversación con una anciana que le preguntaba sobre su balón y su camiseta con el logo de Superman. Tras pagar las entradas y preguntar cuanto tiempo tardarían en llegar a su parada Hongbin se sentó a su lado observando a Ikky. Durante parte del viaje ninguno dijo nada, tan solo se mantuvieron en silencio. En un momento dado el autobús estacionó de nuevo en una de las múltiples paradas londinenses. Muchos pasajeros que subieron eran chicas menores que ella, seguramente se habrían saltado las clases para ir un rato al centro comercial. Al parecer Hongbin no pasó demasiado inadvertido, puesto que nada más sentarse en los asientos del frente no dejaron de lanzar miradas, soltar sonrisitas e incluso reír como idiotas con voz aguda.
- Ughh… -.
- ¿Celosa otra vez? – preguntó Hongbin al ver la expresión de disgusto en la cara de la joven.
- No estoy celosa, por última vez – contestó Jiae en voz baja, aunque al oír  de nuevo sus risas vinieron otra vez a ella las ganas de vomitar. Hongbin rió divertido y, sin que Ikky se diera cuenta, besó la mejilla de la chica.
- No te preocupes, solo tengo ojos para ti – susurró en su oído.
 Jiae suspiró y negó con la cabeza ante el incesante intento de Hongbin por conseguir algo con ella, aunque en cierto modo la gustaba. La idea de que alguien como Hongbin se fijara en ella, que llegase a arriesgar tanto por intentar estar con ella… Debía de reconocer que ella ya tenía sus dudas. Es decir, ¿sería capaz de arriesgar tanto solo por tener una relación con Hongbin? ¿Y si acepta, los descubren y después todo resulta ser un fracaso? No podría perdonarse ser la culpable de la anulación de la boda de su padre. Miró un momento a las chicas que lanzaban indirectas sin cesar a Hongbin. Quizá una de ellas sería mejor opción para Hongbin.
- ¡El parque, el parque! – exclamó Ikky, asustando a la señora con la que momentos atrás había estado hablando, y saliendo del autobús en cuanto este paró.
- ¡Ey, Ikky, no corras tan deprisa! -.
 Hongbin le siguió con rapidez, dejando a Jiae sola por unos momentos. Sin saber muy bien que hacer decidió seguirles. Al bajar del autobús tuvo algunas dificultades para encontrarlos; había demasiada gente yendo de un lado para otro y no conseguía distinguirlos. Hizo una mueca de descontento mientras sentía que el nerviosismo venía a ella. No había manera de verlos entre tanta gente y lo último que quería era perderse en el centro de Londres. Lanzó un pequeño gruñido, mordiéndose el labio inferior. Dios, las lágrimas comenzaban acumularse en sus ojos por cada minuto que pasaba. ¿Dónde se habían metido?
 Intentó tranquilizarse mientras echaba un último vistazo, peor no había manera de poder distinguirlos. Decidió que lo mejor era sentarse en el banco de la parada de autobús y esperar por ellos ahí. Si han bajado en esta parada tendrán que volver, además seguramente se habrán dado cuenta de que no está con ellos… ¿verdad? Justo en ese momento el móvil comenzó a sonar y, con torpeza, consiguió el móvil del bolso con la esperanza de que fuera Hongbin, pero resultó ser muchísimo peor; era su madre. Al principio creía estar preparada para cuando llegase este momento, pero con solo pensar en lo que podría ocurrir… el miedo venía a ella. Antes de poder descolgar la llamada saltó el buzón de voz. ¿Sería capaz de escuchar el mensaje? Aunque la daba igual hacerlo, sospechaba qué era lo que decía y cómo lo decía.
- Voy a matar a este niño… Primero casi pierdo a mi hermano pequeño, y ahora pierdo a Lice. ¿Qué más me puede ocurrir hoy? –.
 Aquella era la voz de Hongbin. Nunca se había alegrado tanto de oírle, nunca. Sin poder darse cuenta se levantó del banco y nada más diferenciar a Hongbin, corrió hacia él sintiéndose más tranquila que nunca. Antes de poder dar tiempo a reaccionar a Hongbin, e incluso ella misma, le rodeó por la cintura en un fuerte abrazo.
- ¡Eres un idiota Hongbin! – exclamó Jiae dejándose llevar por el miedo y la frustración – Te parece gracioso dejarme sola en el autobús, ¿verdad? -.
- ¿Qué? – dijo Hongbin confuso ante el inesperado gesto de Jiae.
- Lo que oyes, ¿así es como tratas a una chica que supuestamente te gusta? – preguntó Jiae molesta. Por más que no la gustase la idea, las lágrimas comenzaban a acumularse de nuevo en sus ojos. ¿Y si la hubiera ocurrido algo mientras Hongbin no estaba?
- Tranquilízate Jiae, respira hondo y tranquilízate – contestó Hongbin limpiando las lágrimas que había conseguido escapar de los profundos ojos de Jiae – Ahora intenta decir lo mismo otra vez, pero más despacio y con calma -.
- Me has dejado sola en el autobús y aquí en la parada – repitió esta tras respirar hondo un par de veces - ¿Y si llego a perderme? No sé en qué autobús volver a casa -.
- Lo siento, ha estado mal… pero Ikky salió corriendo del autobús y no podía permitir que se perdiera, lo entiendes ¿no? – contestó Hongbin.
- S-sí, es solo que tenía algo de miedo – murmuró Jiae avergonzada.
 Hongbin dibujó una pequeña sonrisa. No se había imaginado a Jiae como alguien que tenía miedo a perderse… sinceramente, le costaba relacionarla con la idea de tener miedo a algo por alguna razón.
- Vamos con Ikky, nos está esperando en el parque que hay aquí al lado – dijo Hongbin cogiéndola de la mano sin borrar la sonrisa de la cara.
- ¿Ya estamos en Hide Parc? – peguntó Jiae caminando a su lado.
- Primero; se dice Hyde Park y segundo; Ikky se bajó unas paradas antes y he tenido que hacer que se conformase con un parque normal y corriente. Me ha costado un helado y prometerle que le dejaría acostarse tarde para ver una película – contestó Hongbin guiándola hasta el pequeño parque que mencionó hace unos instantes.
 Al andar unos metros llegaron hasta una cafetería frente a un pequeño parque. Este no constaba más que de unos columpios, un tobogán, un sube y baja y una pequeña pista de cemento con dos porterías viejas. Diferenció a Ikky entre todos los niños pequeños que jugaban en aquella pista y suspiró. ¿Por qué tenía que pasarla aquellas cosas a ella? Seguro que alguien, en algún momento de su vida, la había echado alguna maldición o algo. Sin decir nada Hongbin tiró de ella y la guio hasta uno de los bancos libres del parque. No estaba solos, junto a ellos se encontraban sentadas las madres de todos los niños presentes en el parque. Algunas hablaban animadamente, otras vigilaban a sus hijos con ojo avizor y otras, las más jóvenes, parecían ocupadas con el móvil o con sus revistas mientras alzaban la mirada de vez en cuando para observar a sus hijos.
- Parece que hay mucha gente… - murmuró Jiae en un tono preocupado.
- No te preocupes, Ikky puede parecer hiperactivo pero es bastante espabilado – contestó Hongbin en un tono pensativo, como si tuviera su mente en algún otro sitio.
- ¿Te ocurre algo? – preguntó Jiae acomodándose mejor, de forma que pudiera encararle sin estar en una postura incómoda.
- Estaba pensando en la otra noche – contestó Hongbin clavando sus profundos ojos oscuros sobre los suyos.
 De repente todas las imágenes relacionadas con la noche pasada vinieron a ella y sintió sus mejillas arder. Las caricias, el beso, la postura en la que se encontraban… y pensar en que si Ikky no les hubiera interrumpido ella habría aceptado con gusto aquel beso. Todo eso la produjo la suficiente vergüenza como para bajar la mirada unos segundos e intentar recobrar la seguridad que ella había pensado que tendría cuando aquella conversación llegase, pero la forma en la que Hongbin la miraba era capaz de desarmarla.
- ¿Sobre algo en especial? – preguntó Jiae elevando de nuevo la mirada y encontrándose con que Hongbin se había sentado más cerca de ella.
- Sobre todo lo ocurrido – contestó de nuevo – Sobre el beso y sobre lo que acordamos -.
- ¿Qué acordamos? – dijo Jiae algo confusa.
- Acordamos hablarlo hoy, ¿recuerdas? – preguntó Hongbin.
- Ohhh… si, ya – contestó sintiéndose nerviosa de repente.
- ¿Te encuentras bien? Pareces nerviosa – dijo Hongbin acercándose más a ella.
 Jiae lo miró incrédula. ¿Acaso la estaba tomando el pelo? ¿Que si estaba nerviosa? A ver que le parecería a él estar en aquella situación, pero al revés. Es como si lo estuviera haciendo a posta. ¿Acaso no sabía el efecto que tenía en ella?
- Sabes bien qué me pasa y qué es lo que pienso de todo esto – dijo Jiae apartando la mirada, si continuaba mirándole a los ojos no había posibilidades de luchar en contra de lo que sentía por muy mal que estuviera.
- No empieces de nuevo con eso – suspiró Hongbin echando la cabeza hacia atrás en un gesto desesperado.
- ¿Con qué? ¿Acaso no piensas igual? – preguntó Jiae cruzándose de brazos.
- ¡No! – exclamó Hongbin ganándose la atención de algún par de miradas – Claro que pienso igual… pero lo que siento por ti me es imposible de ignorar, ya te lo dije -.
- ¿Qué me intentas decir? – preguntó Jiae aguantando las ganas de gritar, después de todo estaban en un sitio público - ¿Qué prefieres poner en riesgo la boda entre mi padre y Minah solo por un capricho pasajero? ¿Por un calentón innecesario? -.
- ¿Es eso lo que te preocupa en realidad? – cuestionó Hongbin algo dolido.
- N-no lo sé… - dijo Jiae comenzando a dejarse llevar por los sentimientos tan confusos hacia Hongbin.
 Era su hermanastro, su futura familia, y aun así se sentía atraída por él. Era erróneo tener esos sentimientos hacia Hongbin, al menos eso la dictaba su parte racional… pero lo que la dictaba su parte menos racional la decía todo lo contrario y lo único que conseguía negándolo era estar más y más confusa consigo misma, además de disgustada.
- Lice, mírame – dijo Hongbin. Su voz era firme pero suave a la vez, al igual que el gesto con el que la obligó a elevar la mirada hasta poder mirarle a los ojos – Yo también tengo miedo de que por culpa de lo que siento por ti la boda de nuestros padres de valla al garete, pero cuando intento olvidarlo regresa y con más fuerza. Reconozco que al principio yo también pensé que era un capricho, pero cuando hicimos las paces en el porche y te reías de mis historias… Dios, cada vez que te reías algo en mi interior me decía que eras tú y nadie más -.
- Es lo más cursi que me han dicho nunca – murmuró Jiae intentando quitarle seriedad al asunto, y pareció funcionar porque Hongbin dejó escapar una carcajada.
- Puede que sea cursi, pero es la verdad… - dijo Hongbin entrelazando sus dedos con los de Jiae. Tan finos y suaves al tacto… eran como los de una muñequita - ¿Nunca has visto a ese alguien y saber que serías capaz de sacrificar cualquier cosa con tal de estar juntos? -.
- A veces con eso no es suficiente… - contestó Jiae amargamente recordando su última relación.
- Voy a ser sincero contigo – dijo Hongbin juntando su frente con la de Jiae – No puedo prometerte que lo que te estoy ofreciendo sea fácil, después de todo tendremos que mantenerlo en secreto pero… -.
- Los ‘’pero’’ nunca son buenos – murmuró Jiae.
- Pero sí puedo asegurarte que lo que siento por ti es mucho más que un simple capricho o un calentón… Estoy jugándome la felicidad de mi madre, con eso debería decírtelo todo. Y no me arrepiento de haberte besado la otra vez – continuó Hongbin - Es más, ahora mismo me están entrando unas ganas locas de hacerlo -.
 Jiae sonrió mordiéndose el labio inferior. Hongbin tenía algo de razón en lo que decía. Se estaba jugando el matrimonio y la felicidad de su madre intentando demostrarla que no era un simple capricho pasajero y eso ya demostraba aquello. Nadie podría tener una mente tan retorcida como para sacrificar un matrimonio solo por un polvo… ¿verdad?
- ¿Deberíamos correr el riesgo de que nos pillen? – preguntó Jiae preocupada.
- Yo estoy más que dispuesto a hacerlo si me das la oportunidad – contestó Hongbin sobre sus labios – Confía en mí -.
 Jiae dudó unos segundos, pero no había nada que pensar o en lo que dudar. Confiaba en Hongbin, quizá desde el principio, pero todo el temor y la preocupación no la dejaban ver más allá de lo que ella creía ser correcto o no. Acortó la escasa distancia que había entre sus rostros y, tímidamente, comenzó a  besar a Hongbin. Este no pudo esconder su sorpresa al ser Jiae quien decidiera tomar la iniciativa y sonrió en el beso, correspondiendo a Jiae con todo el cariño y amor que podía en aquel momento. La rodeó la cintura con una mano y llevó la otra hasta la nuca de esta para intentar juntarla más a él.
- No te arrepentirás – murmuró Hongbin en su oído tras separarse y abrazarla con fuerza.
 Jiae no dijo nada y prefirió dejar que Hongbin la abrazase de aquella forma. Entre sus brazos se sentía protegida y tranquila sin miedo ni preocupaciones, podría estar así toda su vida. No supo cuánto tiempo estuvieron de aquella manera, pero para cuando se quiso dar cuenta Ikky ya demandaba regresar a casa.
 En el viaje de vuelta a casa ninguno dijo nada en especial, puede que mantuvieran una pequeña conversación aquí y allá, pero en lo que ella se fijaba era en que, en ningún momento, Hongbin había soltado su mano ni una sola vez. Algún que otro momento en el que no hablaban y Hongbin se mantenía ocupado vigilando a Ikky, sin darse cuenta, se quedaba mirando fijamente sus manos entrelazadas. Las suyas eran un poco más pequeñas que las de Hongbin, lo suficiente como para que pareciera que se la estaba tragando poco, y eso provocaba que de vez en cuando una pequeña sonrisa se escapase sin su permiso.
- ¿Por qué sonríes? – preguntó Hongbin con la mirada teñida de curiosidad.
- Ohh… Por nada en especial – contestó sin dejar de sonreír.
 En cuestión de minutos el autobús les dejó en la parada más próxima a su casa y tan solo necesitaron una media hora para llegar hasta casa. Ikky fue directamente al salón canturreando el nombre de una de sus series favoritas al son de alguna canción infantil de las que ella cantaba de pequeña.
- Que adorable… - murmuró Jiae sonriente.
- Hasta que crezca – dijo Hongbin dejando su chaqueta en el perchero – Después de unos años será igual que todos los adolescentes del mundo; egoístas, violentos y ‘’las víctimas de la sociedad’’ -.
- Te recuerdo que los dos hemos sido adolescentes -.
 Casi por acto reflejo Jiae siguió a Hongbin hasta su cuarto pero se detuvo en la puerta con gesto incómodo. No iba a ser la primera vez en entrar en un cuarto ajeno pero viniendo de Hongbin… eso ya era diferente, además, la última vez que entró al cuarto de un chico la cosa terminó no demasiado bien asi que prefirió prevenir antes que curar.
- ¿Qué haces ahí parada? – preguntó Hongbin extrañado.
- Prefiero estar fuera… - contestó Jiae frotándose el ante brazo en un gesto incómodo.
- No te voy a morder si entras – dijo Hongbin sonriente – A menos que tú quieras -.
- Idiota… -.
- Era una broma boba -.
  - ¿Cuándo van a volver nuestros padres? – preguntó Jiae dando la espalda a Hongbin cuando leyó sus intenciones de cambiarse a una ropa más cómoda.
- Supongo que mañana por la noche o al día siguiente – contestó Hongbin terminando de cambiarse de ropa – En unos minutos empezaré a hacer la cena, asi que si vas a ducharte que sea ahora -.
- Si, claro – dijo Jiae con la intención de ir hasta su cuarto.
- Un momento – Hongbin la detuvo por la cintura con rapidez y la dio un pequeño beso en los labios – Ahora puedes irte -.
- idiota – rió Jiae dándole un pequeño golpe en el brazo.
 Hongbin observó subir las escaleras a Jiae sin borrar aquella sonrisa de tonto de su rostro. Ya estaba, lo había conseguido, por fín él y Jiae estaban juntos y no podía sentirse mejor. Lanzó un suspiro al aire y dio media vuelta con la intención de ir hasta la cocina, pero el tono del móvil de Jiae le hizo detenerse. Miró curioso el bolso de esta, el cual reposaba en el mueble de la entrada. ¿Debería ir a mirar quién era? El móvil sonó un par de veces más y decidió comprobar él quien era el que con tan ahínco buscaba a Jiae. Cuando cogió el móvil vió que se trataban de tres mensajes de texto de un tal ‘’Hyuk’’.
- No debería comenzar así una relación… - murmuró Hongbin, pero la curiosidad era demasiado grande como para dejarlo pasar - Que demonios -.
 Abrió el primer mensaje y lo leyó.

‘’Ya sé que soy a la última persona que desearías ver, pero necesito hablar contigo. Estoy en Londres. Contéstame por favor’’

 Extrañado releyó el mensaje un par de veces y decidió abrir los siguientes.

‘’Jiae, por favor… Lo siento muchísimo, de verdad. Tan solo necesito un sí o un no y podré vivir en paz al menos unos días hasta hablar contigo sobre lo ocurrido’’

‘’Este es el último mensaje que te dejo. Mi dirección es la siguiente… Si decides darme otra oportunidad ven y hablaremos. Sea cual sea tu decisión la respetaré, pero no quiero que lo nuestro acabe de esta manera.
Oxford Street nº 8 ‘’

¿Qué significaba todo aquello? Prefería no pensarlo. No debería haber estado leyendo los mensajes del móvil de Jiae, no eran de su incumbencia y ahora podría meterse en un lío. Dejó el móvil dentro del bolso con nerviosismo y se dirigió a la cocina. Allí apunto en un papel la dirección de ese tal Hyuk. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, muy mal, pero algo en su interior le decía que tuviera cuidado. No porque no confiara en Jiae, sino porque tenía un mal presentimiento hacia esto.
- Una manera perfecta de empezar con Lice, muy bien echo Hongbin – murmuró en alto mientras de apoyaba en la encimera.

 Aquella vez se había metido en un buen lío.

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