Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.
Capítulo 9:
Gente de un lado a otro cargando con las bolsas de la compra, amigas riendo mientras tomaban un batido o un bollo, niños que no dejaban de arrastrar a sus padres a las tiendas de juguetes… hacía mucho tiempo que no iba a un centro comercial con Bea, desde que conoció a Lay y la estaban pasando todas aquellas cosas para ser exactos.
Aprovechando que
aquel viernes todos los profesores parecieron apiadarse de sus alumnos y no
habían mandado nada para el fin de semana asi que aquella tarde podía
aprovechar para ir al centro comercial con Bea, y solo con Bea. Ya empezaba a
cansarse de tantos arrumacos entre ella y Sehun. No era que estuviera celosa…
solo la parecía muy raro que de repente Sehun se hubiera ‘’enamorado’’ tan
rápido de Bea cuando antes ni si quiera la saludaba por las mañanas. Pero bueno, al fin y al cabo era su vida
amorosa, como buena amiga debería apoyarles y eso va a hacer… por muy mala
espina que todo esto la diera.
Y es por eso que
estaba con ella en el centro comercial. Bea la había llamado para quedar con
ella en la cafetería donde en varias horas iba a tener que encontrarse con
aquel extraño hombre. Con solo pensarlo la entraban escalofríos. ¿Y si ocurre
algo? ¿Y si ese hombre tan solo era otro de los muchos psicópatas de que salen
en televisión y lo único que quiere es aprovecharse de ella? Se mordió el labio
al pensar en todo aquello, pero Bea la interrumpió de nuevo llamando su
atención.
- ¿Me estabas escuchando Samantha? - preguntó Bea mirándola
por encima de las gafas.
- No lo siento, estaba pensando en otra cosa - contestó algo
avergonzada.
- Quizá Lay tenga que ver con eso… No te preocupes pro que
aún no haya vuelto, te dijo que tenía algo que hacer asi que… solo tienes que
esperar - dijo Bea.
- No es eso lo que me preocupa la verdad, estaba pensando en
otros asuntos - aseguró Samantha.
- Seguro… por cierto, ¿es raro que Sehun salga tanto con
Kris y no me llame en días? - preguntó Bea dejando la taza de café a un lado.
Samantha hizo una
mueca. Bea aún no sabía el motivo de por qué Sehun desaparece tantas veces en
el día, el hecho de ser hombre lobo, asi que era natural que se preocupase
tanto por ello. Quizá, como lo hizo ella, piensa que Kris es el líder de una
especie de banda callejera o algo.
- Bueno, no sé mucho de eso pero ya sabes cómo es Sehun. Si
pudiéramos saberlo nos lo habría dicho, ¿o no? - intentó sonar lo más tranquila
posible para que Bea pudiera creer lo que estaba diciendo. Si alguien tiene que
decirla todo el asunto de los lobos ese es Sehun y no ella.
- Supongo que tienes razón, tú le conoces antes que yo -
dijo Bea con un aire depresivo - Es solo que… No sé qué pasa, el otro día
estábamos en una cita y de repente recibió una llamada de Kris y se fue -.
- Bea, créeme, Sehun te lo contará tarde o temprano - dijo
Samantha, Bea asintió y la sonrió sintiéndose un poco mejor.
- ¿Y tú y Lay? - preguntó Bea - ¿Qué tal os va? -.
- Bien, después de aclarar las cosas hemos podido
entendernos mejor y ahora estamos bien - contestó Samantha.
Bea sonrió al oírla
decir eso. Samantha había pasado por tanto por Lay; la había visto llorar en
clase, intentando que los demás no se dieran cuenta, y había visto la mirada
tan vacía que tenía por aquel entonces en el que ella y Lay estaban peleados que
incluso ella había sufrido. Como odiaba poder sentir la empatía hacia las
personas en aquellos momentos. Abrió la boca dispuesta a formular otra pregunta
sobre Lay cuando alguien, con una voz muy grave a decir verdad, se la adelantó.
- Perdonad, pero estoy buscando a alguien y por vuestra
conversación lo conocéis -.
Ambas jóvenes se
giraron y se sorprendieron ante la altura del extraño. Era un joven de su edad;
pelo corto de un castaño claro, ojos grandes y oscuros como la noche con un
brillo familiar para Samantha. Había visto ese brillo antes, tanto en los ojos
de Lay como en los de Tao. Otro licántropo y no era de la manada de Kris.
- Pues es de mala educación - comentó Bea un poco acobardada
por su tono de voz y estatura, más la sonrisa que formó no pegaba nada con lo
anteriormente dicho.
- Lo siento mucho, pero me alegra haber sido maleducado esta
vez - dijo suavemente. Samantha aun no lograba encajar esa voz tan grabe con la
cara de niño que poseía, era anti-natural - Estoy buscando a alguien que habéis
nombrado, Lay. ¿Sabéis dónde está? -.
Sin saber el motivo
la recorrió un escalofrío por la espalda al oír que buscaba a Lay. Un
licántropo desconocido buscaba a Lay. ¿Y si era un licántropo malo como en las
historias? Aunque Lay la aconsejó que dejase de leerlas la verdad.
- Creo que se encuentra fuera en estos momentos, pero
Samantha puede darte su dirección o su número de teléfono y contactar con él -
comentó Bea totalmente cautivada por su sonrisa. Samantha rió internamente, aún
no está acostumbrada a los encantos de un licántropo, por suerte ella sí.
- Es una pena, se me ha olvidado el móvil en casa antes de
venir aquí - la daba la impresión de que de repente estaba mintiendo más de lo
habitual por culpa de Sehun y Lay.
- ¿Podrías darme su dirección al menos? - preguntó el
extraño mordiéndose el labio, parecía desesperado.
- No lo sé - dijo Samantha - Pero podría darle el mensaje
por ti -.
- Escucha - dirigió la mirada hacia Bea por un segundo, la
cual no dejaba de mirarle - Es algo personal además de importante para él, asi
que te lo agradecería mucho si me dijeras dónde vive actualmente -.
Samantha lo miró
desconfiada durante unos minutos. Varios escenarios se proyectaban en su mente
en aquel momento que sentía que podría marearse. El extraño irrumpiendo en casa
de Lay y matándoles tras transformarse en lobo; Lay y él discutiendo y acabando
en una pelea en la que uno de los dos moría y Lay debía de huir; Helen muerte y
Lay enfurecido con la idea de venganza consumiéndole poco a poco hasta su misma
perdición… en resumen, ninguno con final feliz. Malditas películas de ciencia
ficción.
- Si te tranquiliza saberlo, él y yo éramos bastante
cercanos cuando vivía en Canadá. Le conozco y le consideraba como un hermano -
por alguna razón Samantha creyó que el extraño estaba haciendo énfasis a la
palabra hermano. ¿Quería decir eso que pertenecían a la misma manada en Canadá?
- Samantha no te hagas de rogar y dile su dirección mujer -
interrumpió Bea en un tono algo más agudo de lo normal.
- Calle ‘’Little Park’’, el bloque de casas blancas. Es la
casa número 3, la que tiene el buzón rojo con letras blancas - dijo en casi un
suspiro.
El joven la sonrió
agradecido y tras despedirse Bea comenzó a hablar de nuevo sobre ella y Sehun
por lo que desconectó de manera inmediata y se sumergió en sus propios
pensamientos. Las horas pasaban y mientras hablaban sobre cualquier tema que a
Bea se la pasara por la cabeza la hora de encontrarse con el extraño hombre se
aproximaba. En cuanto la tarde comenzaba a caer Bea recibió una llamada de su
hermana mayor y tuvo que irse antes, dejando la oportunidad de pedir refuerzos
antes de vérselas cara a cara con el que podría ser el que la revelase un poco
de verdad sobre todo aquel asunto de la brujería y sus padres. Sacó el móvil que
supuestamente se había olvidado en casa y llamó a Chen y Tao, quienes no
dudaron en ir a ayudarla. No tardaron mucho en llegar a donde se encontraba y
Samantha se tomó su tiempo para explicarles todo lo necesario como para
entender la situación.
- ¿Estás segura de querer hacer esto? - preguntó Tao
recostándose en la silla con gesto preocupado.
- Sé que es peligroso, pero creo que podría ayudarme si todo
lo que dijo es verdad - contestó Samantha - Además, si todo saliera mal os
tengo a vosotros en la mesa de atrás -.
- Eso, y contando que somos lobos podemos enseñarle los
dientes y ladrarle un poco - dijo Chen en un tono burlesco mientras rodaba los
ojos.
Tao y Samantha se le
quedaron mirado un momento en silencio, debatiendo si lo que acababa de decir
lo decía en serio o no.
- Era sarcasmo… en serio, no tenéis sentido del humor -
lloriqueó Chen inclinando la cabeza hacia atrás.
- O el problema es que tú no tienes gracia - comentó Tao
haciendo reír a Samantha, Chen tan solo le sacó la lengua - Está bien, te
ayudaremos. Pero si creemos que algo comienza a salir mal intervenimos de
inmediato -.
- Solo os pido que ni ladréis ni enseñéis los dientes - rió
Samantha mirando a Chen.
- ¡Eh! La he hecho reír con mi broma - dijo Chen señalándola
- Me debes 10 pavos -.
- Ignórale - dijo Tao revolviéndola el pelo - Estaremos en
la mesa de al lado por si las cosas no salen bien -.
Samantha asintió y
les sonrió agradecida mientras observaba cómo se sentaban en la mesa de su
izquierda. Tras intercambiar unas miradas con ellos dos y pedir otro café a la
camarera, algo ocupada en observar a Tao y Chen medio babeando, sacó el móvil
dispuesta a distraerse. Jugó unos minutos con el juego de Angry Birds, pero
matar tantos pajaritos ya comenzaba a aburrirla y hacerla sentir una asesina.
Decidió abrir el WhatsApp y enviar un mensaje a Lay. Rió al recordar la cara
que puso al descubrir con qué nombre le tenía guardado, pero debía vengarse de
alguna forma… él la había guardado como ‘’Caperucita~’’ después de todo.
~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…
Caperucita~:
¿Sigues fuera?
Te echo de menos… :( además un gigante con cara de elfo y voz de ultratumba
preguntaba por ti. Ten cuidado y vuelve pronto…
Chico Lobo:
Estoy desempaquetando un par de cosas, ya estoy
de vuelta desde esta mañana Caperucita~ ¿Un gigante? Debería dejar de tomar
tanto chocolate caliente… empiezas a alucinar.
P.D: Tambien
te echo de menos, esta noche me paso por tu casa preciosa.
~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…~…
Antes de poder
contestar el mensaje Tao la llamó la atención y señaló hacia su izquierda. El
supuesto amigo de su difunta madre había llegado. Era él, las cicatrices en su
rostro no podían ser menos irreconocibles, pero estaba completamente diferente
comparado con la última vez que le vió. Había cambiado su gabardina por un
chaqueta de cuadros roja y una camiseta blanca debajo, unos vaqueros y unas
botas normales y corrientes. Llevaba la melena bien peinada en vez de
despeinada y tenía barba de 5 días. Si no hubiera sido por las cicatrices no le
hubiera reconocido. Este parecía buscarla con la mirada y, una vez localizada,
no tardó en acercarse hasta su mesa y sentarse.
- Me alegra ver que no te has echado para atrás con todo
esto - dijo aquel hombre sonriendo reconfortante… de alguna forma.
- Si no le importa, preferiría ir al grano y empezar con las
preguntas. No tengo bastante humor como para fingir ser amable con usted -
contestó Samantha dando un sorbo a su café.
- Desde luego tienes el genio de tu padre… Está bien,
comencemos con el interrogatorio - rió el hombre cruzándose de brazos
sonriente.
- Primero, su nombre -.
- Jung Yunho -.
- ¿Profesión? -.
- Cazador de brujas, jovencita -.
Al oír eso un
escalofrío tan helado como el mismísimo hielo la recorrió la espalda. ¿Pero en
qué lío se había metido? Por el rabillo del ojo pudo ver como Tao y Chen no
dejaban de mirarles, con los puños cerrados.
- Entonces no podrías haber sido amigo de mi madre - replicó
Samantha.
- Cierto, pero tu madre era diferente. Yo solo cazo brujas
oscuros, no brujas blancas - dijo Yunho sonriente, y por un momento pudo ver
que le brillaban los ojos - Por eso hice un excepción con tus padres -.
- ¿Y cómo sé que puedo confiar en ti? - preguntó Samantha
volviendo a dar un sorbo a su café.
Frunció el ceño
cuando sintió el cálido liquido bajar por su garganta. De repente estaba
demasiado agrio para su gusto cuando minutos antes era totalmente dulce. Lo que
viene siendo un café con leche con mucho azúcar, como a ella la gustaba.
- No puedo decir mucho sobre esto, pero trabajo para La
Orden - contestó Yunho - Tu amigo Lay la conoce demasiado bien -.
- ¿Por qué la ha tomado con él? - preguntó Samantha
comenzando a molestarse.
No entendía por qué
alguien podía tomarla con él. ¿Qué podía haber de malo en él? Puede que al
principio te dé la impresión de alguien frío y malhumorado, pero una vez lo
llegas a conocer también conoces su lado adorable, dulce y divertido. No podía
entender por qué tanta obstinación hacia él. Antes de poder decir nada Samantha
lo interrumpió.
- Dijiste que eras cazador… ¿Acaso también cazas
licántropos? - preguntó cruzándose de brazos y mirándole acusadoramente.
Entonces vió por el rabillo del ojo cómo Chen se atragantaba con su bebida.
- Reconozco que tuve mis encontronazos, pero lo que yo cazo
son brujas oscuras y mestizos, nadas más ni nada menos - contestó Yunho,
Samantha suspiró.
- Esto no me convence demasiado… - suspiró - ¿Si de verdad
conocías a mis padres por qué Tiffany no me dijo nada? -.
- ¿Tiffany? ¿De qué conoces a esa mujer? - preguntó Yunho.
- Mi hermana mayor… Tiffany Hwang - contestó Samantha,
entonces vió que Yunho suspiraba y se llevaba la mano hacia la cabellera.
Parecía desesperado.
- Te equivocas, esa mujer es de todo menos tu hermana. Aléjate
de esa mujer si no quieres acabar mal Samantha - dijo Yunho - No entiendo como
tus padres han consentido tal compañía cerca de ti -.
- Quizá porque están muertos… yo tenía razón, estas
inventándotelo todo. Si fueras tan cercano a mis padres hubieras sabido sobre
su muerte, incluso te hubiera visto en alguno de los aniversarios de su muerte,
pero no estabas; y eso de decirme que mi hermana no es mi hermana… Es caer muy
bajo - dijo Samantha comenzando a sentirse en peligro.
Desesperada lanzó una
mirada de auxilio hacia Chen y Tao, quienes reaccionaron de inmediato y antes
de que Yunho pudiera hacer nada para evitar que Samantha se fuera se pusieron
frente a ella. Chen la apartó, posicionándola tras él, mientras que Tao encaró
a Yunho. Samantha juró que por un momento vió como sus ojos se teñían de rojo
y, por unos segundos, oyó una especie de gruñido proveniente de él.
- Aparta lobo - dijo Yunho, pero Tao no se movió ni un
ápice.
- Lo siento cazador, pero aquí La Orden tiene ninguna
prioridad por lo que no tengo por qué obedecerte - contestó Tao sin moverse un
ápice.
- Te aconsejaría irte ahora antes de provocar una pelea
estúpida - sugirió Chen.
Yunho hizo una mueca
y antes de irse le lanzó una última mirada de… ¿preocupación? Cuando le
perdieron de vista Tao y Chen dirigieron la mirada hacia ella. No podía creer
lo que había hecho. Solo ella podría quedar con un cazador de brujas que casi
consigue engañarla para ganar su confianza y, muy seguramente, matarla después.
¿Cómo conseguía meterse en todos aquellos líos? Por más que pensaba en ello no
lo comprendía. Al menos se sentía segura ahora que Tao y Chen la habían sacado
de allí… aunque la matasen con la mirada.
-…Dejad de mirarme así, incomoda – dijo Samantha
encogiéndose en el sitio. Nunca le habían parecido tan intimidantes un chico
parecido a un panda y otro que solo hace el payaso por aburrimiento.
- Es que te avisé que era mala idea, y ahora un cazador sabe
que hay brujas en este pueblo y, encima, una manada de licántropos… - dijo Tao
irritado.
- L-lo siento, ¿de acuerdo? Yo tampoco sabía que ese hombre
era un cazador, no es algo con lo que te presentes a la gente – se excusó
Samantha.
- Cuando Kris de entere vamos a estar muertos – suspiró Chen
– Bueno, pues yo voy a por mis billetes de huida a la China… seguro que allí no
me encuentra -.
- No digas tonterías, ¿Qué importa un cazador? – Preguntó
Samantha – Sois al menos 7 contra 1… y 7 sois lobos -.
- Tiene armas especializadas contra los de nuestra especie –
comentó Tao.
- ¿Balas de plata? ¿Agua vendita? – Chen y Tao rieron
divertidos, dejando a Samantha algo avergonzada en el sitio.
- Deberías dejar de ver tantas películas – dijo Tao aun
riéndose.
- Tiene armas hechizadas con magia negra… sin una bruja
blanca no podríamos contra, ni si quiera, contra un policía con una cuchilla –
explicó Chen – Los licántropos tenemos una relación de dependencia con las
brujas blancas, es por eso que no sentimos ningún odio hacia ellas aunque
queramos… es anti-natural para nuestra parte de lobo -.
- Piensa que la magia de las brujas blancas es una especia
de inmunizador contra la magia de las brujas oscuras. Por eso siempre que te
encuentres con una manada habrá un aquelarre de brujas blancas, o al menos solo
una bruja blanca – explicó Tao.
- Entonces Tiffany y Elisabeth os ayudan, ¿verdad? –
preguntó Samantha.
- Elisabeth sí… tu hermana nunca ha sido vista por el
territorio de la manada, a decir verdad ni si quiera Elisabeth sabía quién era
hasta la última desaparición – contestó Chen cruzándose de brazos e inclinando
la cabeza como si estuviera pensando en algo.
- ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó Samantha encarnando
una ceja.
- Nada, es solo que todas las desapariciones y ataques
empezaron cuando aparecisteis… y ahora que tu hermana no está, han cesado - contestó
Chen elevando los brazos a modo de inocencia.
- Si lo que intentas decirme es que mi hermana tiene algo
que ver te equivocas, ha tenido que ser pura casualidad - replicó Samantha,
aunque incluso ella encontraba raro el anterior comportamiento de su hermana y
el repentino viaje que ha tenido que hacer.
- No quería decir eso Sam, tan solo digo que todo esto me da
mala espina - dijo Chen masajeándose la nuca con un gesto incómodo - Hay un
supuesto cazador por el pueblo, acto seguido de que tu hermana se fuera todos
los ataques y desapariciones cesaron y luego descubrimos que eres una bruja
oscura y no nos habíamos dado cuenta de ello…
Todo es muy raro -.
- Y no olvidemos que tenemos a un pura sangre de otra manada
cerca y Kris está demasiado agitado como para comportarse como un alfa normal -
añadió Tao con un gesto preocupado.
Samantha los miró en
parte preocupada por todo lo que estaban
contando. ¿Y si lo que dice Chen es verdad y Tiffany tiene algo que ver con
todo aquello de los ataques y las desapariciones? Aunque era imposible, ¿qué
culpa tiene ella de que unos lobos salvajes atacasen en el pueblo?
- Yo no creo que mi
hermana tenga algo que ver, los ataques fueron causados por lobos… ella no es
ningún lobo y mucho menos capaz de controlarlos cuando ni si quiera puede ver a
un perro a los ojos - insistió Samantha con un tono no muy convincente, aunque
menos convincentes eran las miradas de Tao y Chen - ¿Acaso vosotros no? -.
- Ya no sé qué pensar, hay demasiadas cosas que apuntan a
vosotras y no quiero creer, tantas cosas que… me confunden. Estoy confundido y
no quiero hacerte daño - contestó Tao haciendo una mueca, Chen por su parte tan
solo observó a Chen encarnando una ceja.
- Podrías haberlo pensado antes de dudar en mí - dijo
Samantha dándose media vuelta y alejándose de ellos.
Podía oír las voces
de Tao y Chen llamándola apagándose a medida que ella se alejaba de ellos. A
veces la entraban ganas de darse media vuelta y arreglar las cosas con ellos,
pero su orgullo se lo impedía. ¿Cómo podían dudar de ella o su hermana? Puede
que se estuviera comportando de una forma extraña durante todos estos días,
pero es normal cuando tienes que criar y sacar para delante a tu hermana sin
ayuda de nadie. Solo cuando dejó de oir
las voces de Tao y Chen su orgullo la permitió dirigir una mirada hacia atrás y
comprobar lo alejada que se encontraba del centro comercial. Miró alrededor
esperanzada con poder ver alguna parada de autobús, pero no hubo suerte. Era de
noche, estaba lejos de su casa y no tenía transporte para volver. Caminó sola
por unos minutos hasta divisar un Todo a Cien y no dudó en acercarse. Dentro
había una pareja cogiendo algún que otro refresco y un par de jóvenes con muy
mala pinta. Decidió no meterse y enviar un mensaje a Lay pidiendo que la
recogiese en donde indicaba con todo detalle en dónde se encontraba. No pasaron
ni cinco segundos cuando su respuesta llegó, haciendo que se sintiera un poco
más tranquila de lo que se encontraba.
Suspiró inquieta por
las constantes miradas de aquellos dos jóvenes y decidió ignorarles todo lo
posible. Ya se había metido en suficientes líos, no necesitaba meterse en
ninguno más. Pasaron las horas y Lay seguía sin aparecer, además aquellos dos
chicos no dejaban de mirarla y por si no fuera poco habían decidido salir para
tener una mejor vista de ella. Empezaban a crisparla los nervios. Intentó
distraerse con cualquier cosa con tal de no pensar en ellos, pero no podía
dejar de sentir sus miradas clavadas en ella. Era peor que aguantar las miradas
asesinas de Kris, por favor. SE alarmo cuando, por el rabillo del ojo, vió como
se acercaban poco a poco hacia ella. Como era de esperar Samantha se alejó de
ellos, no sabía el por qué pero todo aquello la daba mala espina.
- Valla, parece que la hemos asustado - comentó uno de ellos
en un tono capaz de producir nauseas a Samantha.
- Claro, ella es una dama idiota y hay que tratarla como tal
- contestó el otro.
Samantha optó por
permanecer callada e ignorar cualquier comentario que saliera de aquellos dos
personajes. ¿Cómo se metía en eso líos? Suspiró
de nuevo mientras se acomodaba el cuello de la chaqueta de lana que, meramente,
la mantenía en calor.
- Creo que nos está ignorando -.
¿Cómo lo había adivinado? Quizá por qué no está cayendo en
ese jueguecito de ‘’chico malo’’ o por qué ni si quiera existen para ella.
- Puede que ella pueda ignorarnos pero… Ese olor que
desprende es difícil de ignorar -.
¿Qué demonios
acababan de decir? Sin poder reprimirlo más se dio la vuelta de golpe al oir
aquella y pudo ver que no estaba tan alejada de ellos como creía. Y lo que más
miedo la producía era el brillo tan espeluznante que sus ojos emitían.
Brillaban en la oscuridad como si fueran dos estrellas. Algo en ese brillo de
ojos hacía que el cerebro la gritase por huir, pero sus piernas no podían
moverse. Estaba totalmente paralizada.
- Ahora la hemos asustado, ¿has visto que expresión más
hermosa tiene? - rió el que tenía los ojos azules y fríos como el hielo.
Su compañero, el que
parecía ser el líder, tan solo inclinó la cabeza mientras se acercaba a ella
hasta quedar a escasos minutos. Parecía ansioso por algo y no separaba su
mirada de ella en ningún momento.
- ¿Ocurre algo? - volvió a hablar el ji azul.
- Su olor… es extrañamente embriagador, no huele como los
humanos que acabamos de comer en la tienda. Huele como una bruja oscura, pero
tiene la marca de una bruja blanca en la base de la nuca - contestó el otro
contra su cuello, produciendo más nauseas a Samantha.
- Debe de ser una mestiza, y ya sabes lo que dicen de las brujas
mestizas - mientras ellos dos hablaban, Samantha podía sentir todas esas
nauseas aumentar. No sabía que podía producirlas, pero cada vez que ellos
decían o se acercaban más, aumentaban.
- Los mestizos tienen la sangra más deliciosa… lo sé -.
- Por favor no - lloriqueó Samantha sintiendo cómo el que se
encontraba más cerca de ella la elevaba la cabeza por el mentón, dejando
expuesto su cuello.
- Tu boca dice que no, pero tu aroma nos llama a gritos
monada. Tranquila, no te dolerá… mucho -.
Cerró los ojos con
fuerza, sintiendo cómo las lágrimas venían a ella, cuando sintió la lengua del desconocido
sobre su cuello. De nuevo esas nauseas vinieron a ella y juró que, por un
momento, iba a vomitar todo lo comido en el día. Oyó la risa socarrona de
aquellos dos desconocidos y supo que de esta no iba a salir. Pero entonces
sintió cómo el agarre en el que se encontraba
cesó de golpe y oyó un grito de dolor.
- Aleja tus manos de ella y no te atrevas a tocarla si no
quieres que te arranque la cabeza -.
Abrió los ojos de
golpe cuando sintió que la cogían de los hombros. Era ese chico tan alto que
preguntaba por Lay aquella tarde… y Lay estaba frente a ellos encarando a los
dos desconocidos, pero había algo en él. Algo peligroso en el brillo de sus
ojos y en la forma que les miraba como si fuera a matarlos ahí mismo.
- ¿Te encuentras bien? - preguntó el grandullón con aquella
voz tan grave, Samantha asintió como pudo.
- ¿La han mordido? - esta vez fue Lay quien habló, llamando
la atención de Samantha.
- No, pero si hubiéramos tardado más lo hubieran hecho
seguro… ya la habían preparado - oyó decir al grandullón.
Samantha no entendía
nada. ¿Quién iba a morder a quién? Aquel sentimiento de nauseas no parecía
desaparecer y sentía como el cansancio venía a ella poco a poco, pero algo la
decía que tenía que mantenerse despierta y no dejar a Lay solo.
- ¿De verdad creíais que teníais una mínima posibilidad de
que no me hubiera dado cuenta? ¿Acaso creéis que no me fijaría en la marca de
su cuello y os encontraría para mataros? - oír a Lay decir aquellas cosas con
ese tono de voz tan tétrico la producirían escalofríos si tuviera alguna idea
de si lo que estaba ocurriendo era verdad o ficción.
- Eh tío, cálmate ¿quieres? - preguntó el oji azul
levantando los brazos como si así fuera inocente - No sabíamos que era tu compañera…
No huele como tal -.
- Si no la has marcado no es nuestro problema, pero con
alguien como ella te aconsejaría que lo hicieras pronto… puedo oler su
fragancia desde aquí y no sabes cuánto me está calentando. He de admitir que
tienes una compañera muy atractiva -.
Pudo ver
perfectamente cómo Lay se agitaba en el sitio. Le estaban haciendo enfurecer a
propósito y Lay estaba cayendo en su juego. Tenía que hacer algo para salir de
allí lo antes posible y poder descansar en su cama. No supo cómo pero se
encontró caminando hacia Lay hasta poder abrazarle por la cintura y sostenerse
en él. Pudo sentir cómo se tensaba por un momento, pero después se relajó
inmediatamente al oír su voz. Sonrió la pensar en que podía tranquilizarle en
un momento como ese con solo decirle un par de cosas.
- Lay… estoy bien, vámonos - dijo en voz baja con miedo a
enfurecerlo más - No quiero ninguna pelea, vámonos por favor -.
Lay observó a
aquellos dos a los cuales desearía poder matar con sus propias manos durante
unos segundos antes de lanzarles un gruñido y volverse hacia Samantha,
abrazándola por el camino, para acercarse al coche en el que habían venido.
Antes de entrar en dicho vehículo lanzó una mirada a su acompañante, quien
sonrió de lado al saber lo que estaba a punto de decirle.
- Procura no dejar ninguna prueba… cuando termines, quémalos
- ordenó Lay, acto seguido metió a Samantha en el coche junto a él y acercó su
rostro al oído de esta - Tápate los oídos pequeña -.
Sin poner en duda
aquella sugerencia le hizo caso y se tapó los oídos, aunque ni aun así podía
ignorar los gritos de agonía y gruñidos de lobo que se escuchaban desde fuera
del coche. Pidió a Lay que no se peleara y lo ha hecho, es el grandullón quien
los estaba destrozando. Solo hasta que pudo ver un fuerte resplandor a través
del cristal tintado no se destapó los oídos. Miró a Lay a los ojos buscando
respuestas, pero lo único que vió; y para su sorpresa; era la mirada
desesperada de este que hizo que se la encogiera por un momento el corazón.
- ¿Qué te ocurre? - preguntó débilmente, demasiadas
experiencias en un solo día.
- Casi te pierdo… si hubiera tardado más ellos te hubieran…
- por un momento se le cortó la voz al pensar lo que podría haber ocurrido a su
pequeña y no pudo sostenerla la mirada por más tiempo. ¿Qué se suponía que
habría hecho sin ella?
- Lay, mírame, estoy bien ¿de acuerdo? - dijo Samantha
mientras le acariciaba la mejilla y le obligaba a mirarla a los ojos.
Lay suspiró y
presionó la mano de Samantha contra su mejilla con miedo a que aquel roce
desapareciera. Nunca en su vida había pasado tanto miedo. En el momento en el
que vió a Samantha y a aquellos dos malnacidos sujetándola se había puesto en
lo peor.
- Aún estás temblando… - murmuró Lay abrazándola y
juntándola contra su pecho con fuerza.
Samantha suspiró
aliviada cuando sintió la mano de Lay subir y bajar por su espalda. ¿Cómo lo
hacía? Siempre era capaz de tranquilizarla con gesto como aquel en cualquier
momento. Con una sola palabra, gesto o mirada podía calmarla en momentos como
este. Se mantuvieron inmóviles en aquella posición, disfrutando de aquel
momento de silencio, hasta que el grandullón regresó, sentándose en el asiento
del piloto. Extrañamente no vestía la misma ropa que antes.
- Has tardado - dijo Lay.
- ¿Sabes lo difícil que es encontrar a un vampiro que use mi
talla de ropa? - replicó el grandullón poniéndose el cinturón de seguridad -
Tuve que quitársela a un cliente de la tienda, al parecer habían tomado un
tentempié antes de intentar comerse a tu novia… ¿Cómo se encuentra? -.
- Cansada… - murmuró Samantha contra el pecho de Lay - Te
agradezco que me hallas salvado… -.
- Chanyeol -.
- ¿Vais a llevarme a casa? - preguntó acomodándose contra
Lay, de forma que estuviera más cómoda.
- No, te llevaremos a la mía - contestó Lay mientras
comenzaba a enredar sus dedos en el pelo de la joven - Es raro encontrar solo
dos vampiros cazando. Suelen ir en un grupo mayor y si por alguna razón se
hubieran escondido y olido tu olor no descansarían hasta darte caza. Prefiero
tenerte cerca por si eso ocurre y no correr ningún riesgo -.
- ¿Tan pronto me llevas a la cama? - preguntó Samantha en un
tono juguetón.
Lay rió levemente;
jugando con los mechones de pelo enredados entre sus dedos; mientras sentía
como Samantha se tranquilizaba entre sus brazos. Verla de aquella forma, tan
frágil y delicada, le despertaba el lado sobreprotector que tenía y le hacía
desear poder tenerla siempre a su lado para poder cuidar de ella.
El viaje hacia la
casa de Lay se le hizo más largo que nunca. Estaba muy cansada pero aún tenía
un poco de miedo por lo sucedido y no podía dormirse. Cada vez que cerraba los
ojos recordaba a aquellos dos…vampiros, aun no se lo creía. Durante todo el
viaje los únicos que hablaban eran Lay y Chanyeol, no entendía sobre qué puesto que estaba demasiado cansada como para
prestar atención, pero lo único que pudo pillar fue ‘’volver a Canadá’’ y ‘’es
tu padre’’. Tras lo que parecieron días
llegaron a la entrada de la casa de Lay y, tras despedirse de Chanyeol y volver
a agradecerle todo lo que había hecho por ella aquella noche, dejó que Lay la
agarrase de la cintura y la condujera hasta el interior de su casa. La llevó,
con cuidado de no hacerla tropezar por las escaleras, hasta su cuarto y allí
rebuscó en su armario hasta encontrar lo que buscaba.
- Aquí está… a mí ya no me vale, pero creo que igualmente
podrá valerte a ti - dijo tendiéndola una sudadera de color rojo con letras
blancas. Al cogerla la tendió en alto y leyó la frase en voz alta: ‘’Exclusively
Yours’’ - Cámbiate mientras yo aviso a Helen que estarás por la mañana, no
tardo mucho -.
Observó a Lay salir
por la puerta y suspiró. Era la segunda vez que estaba en el cuarto de Lay pero
era diferente, ahora iba a dormir en ella. Tras observar unos segundos el
cuarto de Lay comenzó a desvestirse, empezando por la parte de abajo. No podía
dejar de sentirse algo incómoda al no estar en su propio cuarto. Dobló los
pantalones y los posó sobre la cama de Lay, más tarde le preguntaría donde
dejaría su ropa. Se quitó la chaqueta y el jersey, doblándolos y posándolos
sobre los pantalones. Al pasar frente al espejo del armario de Lay clavó su
mirada en su hombro. Aun sin creerse lo que estaba viendo se acercó al espejo y
pasó los dedos por aquella marca. Necesitaba ver a Kai y Elisabeth cuanto
antes.
- ¿Samantha? - llamó Lay tras la puerta - ¿Puedo pasar? -.
- S-si, un momento - contestó acabando de ponerse la
sudadera de Lay.
No era de su talla,
pero aun así no la quedaba tan grande como solía pasar en las películas y
series. Cosa que nunca entendió, ya que el chico siempre medía unos centímetros
más que la chica y aun así la sudadera o camisa la quedaba exageradamente
grande y la tapaba por las rodillas. A ella no. A ella le quedaba una o dos
tallas más grande y la tapaba hasta unos centímetros bajo la cintura. Unos
golpes en la puerta la llamaron la atención y dirigió la mirada hacia esta. Lay
la observaba, mordiéndose el labio inferior, apoyado en el marco de la puerta.
Él también se había cambiado; camisa de manga corta blanca y unos pantalones de
pijama negros.
- ¿Por qué me miras así? - preguntó tímidamente.
- Por nada… - contestó acercándose hasta ella.
Una vez a su lado la
cogió de la mano y la hizo girar sobre sus pies lentamente, observando cómo la
quedaba aquella sudadera y rodeándola por la cintura para juntarla contra él
frente al espejo. Se sonrieron mutuamente y, durante unos minutos en los que
estuvieron en completo silencio, se observaron por el espejo.
- Podría pasarme así días - susurró Lay contra su cuello
antes de darla un beso en la base de este. Samantha sonrió y bostezó cansada
haciendo reír a Lay, quien la cogió en brazos y llevó hasta la cama.
- ¿Qué haces? - preguntó Samantha cuando vió a Lay abrir la
puerta del cuarto para irse.
- Tú duermes en mi habitación, yo en el sillón - contestó
Lay.
- Lay no… Quédate conmigo - rogó Samantha intentando que no
se notase el miedo en su voz, aunque por la expresión de Lay no lo había
conseguido.
- ¿Qué ocurre? - preguntó acercándose una vez más hacia la
cama, sentándose en el borde y mirándola interrogante, Samantha se levantó el cuello de la sudadera
intentando taparse el rostro avergonzada.
- Aunque esté cansada no consigo dormir, ya lo intenté en el
coche y cada vez que cerraba los ojos veía a los dos vampiros atacándome… tengo
miedo - reconoció avergonzada - ¿Te importaría dormir conmigo? -.
- No puedo… por mucho que lo esté deseando, no puedo -
suspiró Lay masajeándose la nuca.
Samantha asintió con
la cabeza algo decepcionada. No esperaba a que ocurriera algo ni nada por el
estilo, pero si esperaba poder dormir con él como hacen las parejas en las
películas. Abrazados, acariciándose y dándose uno o dos besos hasta quedarse
dormidos. Oyó suspirar a Lay por segunda vez y notó su mano rozar su mejilla y
bajar hasta el mentón, elevando su rostro hasta que sus miradas se cruzasen.
- No puedo dormir contigo, pero si puedo quedarme hasta que
te duermas - dijo Lay sonriéndola de manera tranquilizadora - Hazte a un lado
Caperucita -.
Samantha sonrió y se
hizo a un lado sin rechistar. Una vez que Lay se sentó a su lado Samantha se
sintió más segura. Este la miró arqueando una ceja, estaban demasiado lejos el
uno del otro. La cogió de la cintura y la juntó a él, subiendo sus piernas
sobre las suyas y tapándose con la manta. Samantha sonrió tímidamente y se
abrazó a él, sintiendo el calor corporal de Lay inundarla completamente.
- Si te acercas demasiado no podré controlarme Caperucita -
dijo Lay mordiéndose el labio y comenzando a acariciar la pierna desnuda de
Samantha con la punta de los dedos.
- ¿Por qué? - preguntó Samantha sonriendo tímidamente.
Lay lo miró pensativo
durante unos minutos como si estuviera debatiendo sobre algo en su cabeza y,
sin previo aviso, cogió a Samantha de la cintura para ponerla sobre su regazo
colocando cada pierna a cada lado. Llevó una mano hacia la cintura de Samantha,
acariciándola de una manera diferente a la normal, de una manera más sensual se
podría decir.
- Y me lo pregunta la chica que lleva mi ropa - dijo Lay
inclinando la cabeza a un lado - ¿Quieres saber por qué me vuelves loco? ¿Qué
es lo que tienes que me vuelve loco? -.
Samantha asintió con
la cabeza algo avergonzada por la situación y escondió su rostro en la base del
cuello de Lay, apoyando sus manos sobre su pecho. Lay sonrió y aprovechó
aquello para acercar su boca al oído de Samantha.
- ¿Por dónde empiezo? - susurró, produciendo que Samantha
tuviera un escalofrío - Que te muerdas el labio concentrada en dibujar a
escondidas del profesor en clase; que te pases la melena a un lado del cuello,
descubriéndolo; que te sonrojes cuando un profesor te alabe o cuando te guiñe
el ojo en clase y que seas tan adorablemente patosa -.
- ¿Qué más? - preguntó Samantha contra su cuello.
- Que te pongas mi ropa, es lo más adorable y sexy que he
visto en mi vida. No te queda como sale en las series o películas y me gusta -
contestó sonriente.
- Así que soy irresistible - murmuró Samantha adormilada por
las caricias de Lay y la calidez que siempre irradiaba.
- ¿Se me ha olvidado decir modesta? - Samantha rió divertida
y bostezó, cansada por todo lo ocurrido aquella noche.
Lay sonrió y tras
darle un beso en la frente la tumbó en la cama para dejarla dormir en paz. Como
prometió se quedó a su lado, en silencio, hasta que se quedó profundamente
dormida. Hoy realmente había sido una noche demasiado movida. Primero Chanyeol
viene desde Canadá solo para hablar con él y Kris, luego unos vampiros intentan
zamparse a su novia y por último… Samantha se veía irresistible con su vieja
sudadera puesta que le había resultado demasiado difícil controlarse.
Oscuridad… silencio… todo a su alrededor era eso. No podía oír, ver ni
sentir nada más que eso. Debía de ser un sueño. Caminó por unos momentos hasta
verse en medio de una carretera, rodeada de árboles de altas copas. Aunque ya
pudiera ver algo seguía sin oír nada. Observó por su alrededor todos aquellos
árboles de una altura casi infinita. Aquel paisaje le parecía demasiado
familiar.
Cuando volvió la vista al frente vió a un
pequeño cervatillo frente a ella, mirándola a los ojos expectante. Samantha
frunció el ceño extrañada, todo aquello comenzaba a ser muy raro. De repente el
cervatillo se adentró en el bosque y, sin ni si quiera darse cuenta, se vió siguiéndole
hasta lo que parecía ser un aserradero abandonado. Frente a él había dos
coches, uno destrozado y otro con un golpe en el morro del coche. Seguramente
el segundo habría sacado al primero de la carretera.
Se adentró al edificio, siguiendo a aquel
cervatillo como podía mientras esquivaba las sierras oxidadas y apartando las pesadas
cadenas que caían desde el techo y la impedían ver con claridad. En un momento
dado perdió al cervatillo de vista, pero aun así siguió dando unas vueltas por
el edificio. Era realmente tenebroso y, aunque siguiera sin poder oír nada,
veía como las sierras estaban en movimiento. Seguramente alguien las habría
accionado. Mientras observaba aquel edificio volvió a oír y todo el ruido de
golpe la hizo daño en los oídos. El sonido chirriante de las sierras oxidadas,
las cadenas chocando unas con otras y, de repente, gritos y pasos que se
acercaban hasta ella.
De detrás de un montón de madera cortada
apareció, sorpresivamente, su madre agarrándola a ella de la mano y detrás Yunho.
Espera un momento, ¿estaba soñando con su madre, ella y Yunho? Si se fijaba
bien los tres tenía heridas por todo el cuerpo, pero aun así no dejaban de correr.
Pronto supo por qué. Un lobo gigantesco de color cobrizo claro y ojos color oro
apareció, saltando sobre el montón de madera y mirándola intimidante. Entonces
sintió el hombro de su madre chocar contra el suyo y cayó al suelo. Un dolor
insoportable se apoderó de ella y cuando miró a sus manos estaban sangrando, al
igual que sus brazos y hombro derecho. ¿Se había convertido en una pesadilla acaso?
- ¡Samantha levanta! -
su madre se estaba dirigiendo a ella con miedo, tardó unos segundos en
reaccionar. Al menos hasta que su madre la levantó de un tirón.
- ¡Corred! - gritó
Yunho poniéndose frente a ellas, como si las estuviera protegiendo de aquel lobo.
-¡Yunho no! - gritó su
madre con… ¿preocupación y tristeza? - ¡Tenemos que salir juntos, me lo
prometiste! -.
¿Por qué estaba comenzando a llorar? ¿Por qué
sentía una presión en el pecho que la hacía respirar con dificultad?... ¿Por
qué tenía miedo a que hicieran daño a Yunho? No entendí nada de lo que estaba
pasando en aquel sueño/pesadilla.
- ¡iros ya! - gritó
Yunho.
Entonces el lobo arremetió contra él y todo
comenzó a ocurrir con demasia velocidad. Su madre gritaba y lloraba
desconsolada, el lobo no dejaba de morderle, arañarle y zarandearle con
violencia y ella… se quedó helada al oír lo que había salido de su garganta al
ver cómo el lobo y Yunho se revolcaban por el suelo.
- ¡¡Papá!!-.
Apartó la mirada cuando el lobo lanzó un
mordisco a su cuello y Yunho se quedó totalmente inmóvil. ¿Estaba muerto? No,
eso no podía ser… ella había hablado con él aquella tarde. Cuando volvió a alzar
la cabeza sintió que el cielo se la venía encima. En vez de un lobo quien la
miraba con aquellos aterradores ojos color oro y la boca llena de sangre... era
Lay.
Abrió los ojos y se levantó de golpe.
Estaba empapada en sudor y tenía ganas de vomitar. ¿Qué había sido aquella
pesadilla? Aún estaba temblando y la imagen de Lay con aquellos ojos tan
aterradores no la abandonaba. Además sentía que todo el brazo derecho estaba
ardiendo. Suspiró y se llevó la mano a la frente, quitándose el sudor. Cuando
abrió los ojos se arrepintió. Aquellas marcar que había visto en su hombro se
había expandido por todo su brazo y estaba brillando con una tenue luz de tono
morado oscuro.
- Necesito hablar con Kai -.
Wiiiii!! Apareció Lay de nuevo!!! Ya lo estaba extrañando!!! La historia está muy interesante... hay algo muy raro en Lay... por favor no dejes de seguir el fic!!! Espero ansiosa por el cap 10 ^.^
ResponderEliminarMe alegra que te parezca tan interesante :D Y tranquila, esta historia seguirá hasta acabar la 1ª Parte. Despues, colgaré otra historia y por último la 2ª Parte de Wolf's Tears
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