miércoles, 20 de noviembre de 2013

Wolf's Tears (Capitulo 9)

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.




Capítulo 9:
  Gente de un lado a otro cargando con las bolsas de la compra, amigas riendo mientras tomaban un batido o un bollo, niños que no dejaban de arrastrar a sus padres a las tiendas de juguetes… hacía mucho tiempo que no iba a un centro comercial con Bea, desde que conoció a Lay y la estaban pasando todas aquellas cosas para ser exactos.
 Aprovechando que aquel viernes todos los profesores parecieron apiadarse de sus alumnos y no habían mandado nada para el fin de semana asi que aquella tarde podía aprovechar para ir al centro comercial con Bea, y solo con Bea. Ya empezaba a cansarse de tantos arrumacos entre ella y Sehun. No era que estuviera celosa… solo la parecía muy raro que de repente Sehun se hubiera ‘’enamorado’’ tan rápido de Bea cuando antes ni si quiera la saludaba por las mañanas.  Pero bueno, al fin y al cabo era su vida amorosa, como buena amiga debería apoyarles y eso va a hacer… por muy mala espina que todo esto la diera.
 Y es por eso que estaba con ella en el centro comercial. Bea la había llamado para quedar con ella en la cafetería donde en varias horas iba a tener que encontrarse con aquel extraño hombre. Con solo pensarlo la entraban escalofríos. ¿Y si ocurre algo? ¿Y si ese hombre tan solo era otro de los muchos psicópatas de que salen en televisión y lo único que quiere es aprovecharse de ella? Se mordió el labio al pensar en todo aquello, pero Bea la interrumpió de nuevo llamando su atención.
- ¿Me estabas escuchando Samantha? - preguntó Bea mirándola por encima de las gafas.
- No lo siento, estaba pensando en otra cosa - contestó algo avergonzada.
- Quizá Lay tenga que ver con eso… No te preocupes pro que aún no haya vuelto, te dijo que tenía algo que hacer asi que… solo tienes que esperar - dijo Bea.
- No es eso lo que me preocupa la verdad, estaba pensando en otros asuntos - aseguró Samantha.
- Seguro… por cierto, ¿es raro que Sehun salga tanto con Kris y no me llame en días? - preguntó Bea dejando la taza de café a un lado.
 Samantha hizo una mueca. Bea aún no sabía el motivo de por qué Sehun desaparece tantas veces en el día, el hecho de ser hombre lobo, asi que era natural que se preocupase tanto por ello. Quizá, como lo hizo ella, piensa que Kris es el líder de una especie de banda callejera o algo.
- Bueno, no sé mucho de eso pero ya sabes cómo es Sehun. Si pudiéramos saberlo nos lo habría dicho, ¿o no? - intentó sonar lo más tranquila posible para que Bea pudiera creer lo que estaba diciendo. Si alguien tiene que decirla todo el asunto de los lobos ese es Sehun y no ella.
- Supongo que tienes razón, tú le conoces antes que yo - dijo Bea con un aire depresivo - Es solo que… No sé qué pasa, el otro día estábamos en una cita y de repente recibió una llamada de Kris y se fue -.
- Bea, créeme, Sehun te lo contará tarde o temprano - dijo Samantha, Bea asintió y la sonrió sintiéndose un poco mejor.
- ¿Y tú y Lay? - preguntó Bea - ¿Qué tal os va? -.
- Bien, después de aclarar las cosas hemos podido entendernos mejor y ahora estamos bien - contestó Samantha.
 Bea sonrió al oírla decir eso. Samantha había pasado por tanto por Lay; la había visto llorar en clase, intentando que los demás no se dieran cuenta, y había visto la mirada tan vacía que tenía por aquel entonces en el que ella y Lay estaban peleados que incluso ella había sufrido. Como odiaba poder sentir la empatía hacia las personas en aquellos momentos. Abrió la boca dispuesta a formular otra pregunta sobre Lay cuando alguien, con una voz muy grave a decir verdad, se la adelantó.
- Perdonad, pero estoy buscando a alguien y por vuestra conversación lo conocéis -.
 Ambas jóvenes se giraron y se sorprendieron ante la altura del extraño. Era un joven de su edad; pelo corto de un castaño claro, ojos grandes y oscuros como la noche con un brillo familiar para Samantha. Había visto ese brillo antes, tanto en los ojos de Lay como en los de Tao. Otro licántropo y no era de la manada de Kris.
- Pues es de mala educación - comentó Bea un poco acobardada por su tono de voz y estatura, más la sonrisa que formó no pegaba nada con lo anteriormente dicho.
- Lo siento mucho, pero me alegra haber sido maleducado esta vez - dijo suavemente. Samantha aun no lograba encajar esa voz tan grabe con la cara de niño que poseía, era anti-natural - Estoy buscando a alguien que habéis nombrado, Lay. ¿Sabéis dónde está? -.
 Sin saber el motivo la recorrió un escalofrío por la espalda al oír que buscaba a Lay. Un licántropo desconocido buscaba a Lay. ¿Y si era un licántropo malo como en las historias? Aunque Lay la aconsejó que dejase de leerlas la verdad.
- Creo que se encuentra fuera en estos momentos, pero Samantha puede darte su dirección o su número de teléfono y contactar con él - comentó Bea totalmente cautivada por su sonrisa. Samantha rió internamente, aún no está acostumbrada a los encantos de un licántropo, por suerte ella sí.
- Es una pena, se me ha olvidado el móvil en casa antes de venir aquí - la daba la impresión de que de repente estaba mintiendo más de lo habitual por culpa de Sehun y Lay.
- ¿Podrías darme su dirección al menos? - preguntó el extraño mordiéndose el labio, parecía desesperado.
- No lo sé - dijo Samantha - Pero podría darle el mensaje por ti -.
- Escucha - dirigió la mirada hacia Bea por un segundo, la cual no dejaba de mirarle - Es algo personal además de importante para él, asi que te lo agradecería mucho si me dijeras dónde vive actualmente -.
 Samantha lo miró desconfiada durante unos minutos. Varios escenarios se proyectaban en su mente en aquel momento que sentía que podría marearse. El extraño irrumpiendo en casa de Lay y matándoles tras transformarse en lobo; Lay y él discutiendo y acabando en una pelea en la que uno de los dos moría y Lay debía de huir; Helen muerte y Lay enfurecido con la idea de venganza consumiéndole poco a poco hasta su misma perdición… en resumen, ninguno con final feliz. Malditas películas de ciencia ficción.
- Si te tranquiliza saberlo, él y yo éramos bastante cercanos cuando vivía en Canadá. Le conozco y le consideraba como un hermano - por alguna razón Samantha creyó que el extraño estaba haciendo énfasis a la palabra hermano. ¿Quería decir eso que pertenecían a la misma manada en Canadá?
- Samantha no te hagas de rogar y dile su dirección mujer - interrumpió Bea en un tono algo más agudo de lo normal.
- Calle ‘’Little Park’’, el bloque de casas blancas. Es la casa número 3, la que tiene el buzón rojo con letras blancas - dijo en casi un suspiro.
 El joven la sonrió agradecido y tras despedirse Bea comenzó a hablar de nuevo sobre ella y Sehun por lo que desconectó de manera inmediata y se sumergió en sus propios pensamientos. Las horas pasaban y mientras hablaban sobre cualquier tema que a Bea se la pasara por la cabeza la hora de encontrarse con el extraño hombre se aproximaba. En cuanto la tarde comenzaba a caer Bea recibió una llamada de su hermana mayor y tuvo que irse antes, dejando la oportunidad de pedir refuerzos antes de vérselas cara a cara con el que podría ser el que la revelase un poco de verdad sobre todo aquel asunto de la brujería y sus padres. Sacó el móvil que supuestamente se había olvidado en casa y llamó a Chen y Tao, quienes no dudaron en ir a ayudarla. No tardaron mucho en llegar a donde se encontraba y Samantha se tomó su tiempo para explicarles todo lo necesario como para entender la situación.
- ¿Estás segura de querer hacer esto? - preguntó Tao recostándose en la silla con gesto preocupado.
- Sé que es peligroso, pero creo que podría ayudarme si todo lo que dijo es verdad - contestó Samantha - Además, si todo saliera mal os tengo a vosotros en la mesa de atrás -.
- Eso, y contando que somos lobos podemos enseñarle los dientes y ladrarle un poco - dijo Chen en un tono burlesco mientras rodaba los ojos.
 Tao y Samantha se le quedaron mirado un momento en silencio, debatiendo si lo que acababa de decir lo decía en serio o no.
- Era sarcasmo… en serio, no tenéis sentido del humor - lloriqueó Chen inclinando la cabeza hacia atrás.
- O el problema es que tú no tienes gracia - comentó Tao haciendo reír a Samantha, Chen tan solo le sacó la lengua - Está bien, te ayudaremos. Pero si creemos que algo comienza a salir mal intervenimos de inmediato -.
- Solo os pido que ni ladréis ni enseñéis los dientes - rió Samantha mirando a Chen.
- ¡Eh! La he hecho reír con mi broma - dijo Chen señalándola - Me debes 10 pavos -.
- Ignórale - dijo Tao revolviéndola el pelo - Estaremos en la mesa de al lado por si las cosas no salen bien -.
 Samantha asintió y les sonrió agradecida mientras observaba cómo se sentaban en la mesa de su izquierda. Tras intercambiar unas miradas con ellos dos y pedir otro café a la camarera, algo ocupada en observar a Tao y Chen medio babeando, sacó el móvil dispuesta a distraerse. Jugó unos minutos con el juego de Angry Birds, pero matar tantos pajaritos ya comenzaba a aburrirla y hacerla sentir una asesina. Decidió abrir el WhatsApp y enviar un mensaje a Lay. Rió al recordar la cara que puso al descubrir con qué nombre le tenía guardado, pero debía vengarse de alguna forma… él la había guardado como ‘’Caperucita~’’ después de todo.
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Caperucita~:
¿Sigues fuera? Te echo de menos… :( además un gigante con cara de elfo y voz de ultratumba preguntaba por ti. Ten cuidado y vuelve pronto…
Chico Lobo:
 Estoy desempaquetando un par de cosas, ya estoy de vuelta desde esta mañana Caperucita~ ¿Un gigante? Debería dejar de tomar tanto chocolate caliente… empiezas a alucinar.
P.D: Tambien te echo de menos, esta noche me paso por tu casa preciosa.
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 Antes de poder contestar el mensaje Tao la llamó la atención y señaló hacia su izquierda. El supuesto amigo de su difunta madre había llegado. Era él, las cicatrices en su rostro no podían ser menos irreconocibles, pero estaba completamente diferente comparado con la última vez que le vió. Había cambiado su gabardina por un chaqueta de cuadros roja y una camiseta blanca debajo, unos vaqueros y unas botas normales y corrientes. Llevaba la melena bien peinada en vez de despeinada y tenía barba de 5 días. Si no hubiera sido por las cicatrices no le hubiera reconocido. Este parecía buscarla con la mirada y, una vez localizada, no tardó en acercarse hasta su mesa y sentarse.
- Me alegra ver que no te has echado para atrás con todo esto - dijo aquel hombre sonriendo reconfortante… de alguna forma.
- Si no le importa, preferiría ir al grano y empezar con las preguntas. No tengo bastante humor como para fingir ser amable con usted - contestó Samantha dando un sorbo a su café.
- Desde luego tienes el genio de tu padre… Está bien, comencemos con el interrogatorio - rió el hombre cruzándose de brazos sonriente.
- Primero, su nombre -.
- Jung Yunho -.
- ¿Profesión? -.
- Cazador de brujas, jovencita -.
 Al oír eso un escalofrío tan helado como el mismísimo hielo la recorrió la espalda. ¿Pero en qué lío se había metido? Por el rabillo del ojo pudo ver como Tao y Chen no dejaban de mirarles, con los puños cerrados.
- Entonces no podrías haber sido amigo de mi madre - replicó Samantha.
- Cierto, pero tu madre era diferente. Yo solo cazo brujas oscuros, no brujas blancas - dijo Yunho sonriente, y por un momento pudo ver que le brillaban los ojos - Por eso hice un excepción con tus padres -.
- ¿Y cómo sé que puedo confiar en ti? - preguntó Samantha volviendo a dar un sorbo a su café.
 Frunció el ceño cuando sintió el cálido liquido bajar por su garganta. De repente estaba demasiado agrio para su gusto cuando minutos antes era totalmente dulce. Lo que viene siendo un café con leche con mucho azúcar, como a ella la gustaba.
- No puedo decir mucho sobre esto, pero trabajo para La Orden - contestó Yunho - Tu amigo Lay la conoce demasiado bien -.
- ¿Por qué la ha tomado con él? - preguntó Samantha comenzando a molestarse.
 No entendía por qué alguien podía tomarla con él. ¿Qué podía haber de malo en él? Puede que al principio te dé la impresión de alguien frío y malhumorado, pero una vez lo llegas a conocer también conoces su lado adorable, dulce y divertido. No podía entender por qué tanta obstinación hacia él. Antes de poder decir nada Samantha lo interrumpió.
- Dijiste que eras cazador… ¿Acaso también cazas licántropos? - preguntó cruzándose de brazos y mirándole acusadoramente. Entonces vió por el rabillo del ojo cómo Chen se atragantaba con su bebida.
- Reconozco que tuve mis encontronazos, pero lo que yo cazo son brujas oscuras y mestizos, nadas más ni nada menos - contestó Yunho, Samantha suspiró.
- Esto no me convence demasiado… - suspiró - ¿Si de verdad conocías a mis padres por qué Tiffany no me dijo nada? -.
- ¿Tiffany? ¿De qué conoces a esa mujer? - preguntó Yunho.
- Mi hermana mayor… Tiffany Hwang - contestó Samantha, entonces vió que Yunho suspiraba y se llevaba la mano hacia la cabellera. Parecía desesperado.
- Te equivocas, esa mujer es de todo menos tu hermana. Aléjate de esa mujer si no quieres acabar mal Samantha - dijo Yunho - No entiendo como tus padres han consentido tal compañía cerca de ti -.
- Quizá porque están muertos… yo tenía razón, estas inventándotelo todo. Si fueras tan cercano a mis padres hubieras sabido sobre su muerte, incluso te hubiera visto en alguno de los aniversarios de su muerte, pero no estabas; y eso de decirme que mi hermana no es mi hermana… Es caer muy bajo - dijo Samantha comenzando a sentirse en peligro.
 Desesperada lanzó una mirada de auxilio hacia Chen y Tao, quienes reaccionaron de inmediato y antes de que Yunho pudiera hacer nada para evitar que Samantha se fuera se pusieron frente a ella. Chen la apartó, posicionándola tras él, mientras que Tao encaró a Yunho. Samantha juró que por un momento vió como sus ojos se teñían de rojo y, por unos segundos, oyó una especie de gruñido proveniente de él.
- Aparta lobo - dijo Yunho, pero Tao no se movió ni un ápice.
- Lo siento cazador, pero aquí La Orden tiene ninguna prioridad por lo que no tengo por qué obedecerte - contestó Tao sin moverse un ápice.
- Te aconsejaría irte ahora antes de provocar una pelea estúpida - sugirió Chen.
 Yunho hizo una mueca y antes de irse le lanzó una última mirada de… ¿preocupación? Cuando le perdieron de vista Tao y Chen dirigieron la mirada hacia ella. No podía creer lo que había hecho. Solo ella podría quedar con un cazador de brujas que casi consigue engañarla para ganar su confianza y, muy seguramente, matarla después. ¿Cómo conseguía meterse en todos aquellos líos? Por más que pensaba en ello no lo comprendía. Al menos se sentía segura ahora que Tao y Chen la habían sacado de allí… aunque la matasen con la mirada.
-…Dejad de mirarme así, incomoda – dijo Samantha encogiéndose en el sitio. Nunca le habían parecido tan intimidantes un chico parecido a un panda y otro que solo hace el payaso por aburrimiento.
- Es que te avisé que era mala idea, y ahora un cazador sabe que hay brujas en este pueblo y, encima, una manada de licántropos… - dijo Tao irritado.
- L-lo siento, ¿de acuerdo? Yo tampoco sabía que ese hombre era un cazador, no es algo con lo que te presentes a la gente – se excusó Samantha.
- Cuando Kris de entere vamos a estar muertos – suspiró Chen – Bueno, pues yo voy a por mis billetes de huida a la China… seguro que allí no me encuentra -.
- No digas tonterías, ¿Qué importa un cazador? – Preguntó Samantha – Sois al menos 7 contra 1… y 7 sois lobos -.
- Tiene armas especializadas contra los de nuestra especie – comentó Tao.
- ¿Balas de plata? ¿Agua vendita? – Chen y Tao rieron divertidos, dejando a Samantha algo avergonzada en el sitio.
- Deberías dejar de ver tantas películas – dijo Tao aun riéndose.
- Tiene armas hechizadas con magia negra… sin una bruja blanca no podríamos contra, ni si quiera, contra un policía con una cuchilla – explicó Chen – Los licántropos tenemos una relación de dependencia con las brujas blancas, es por eso que no sentimos ningún odio hacia ellas aunque queramos… es anti-natural para nuestra parte de lobo -.
- Piensa que la magia de las brujas blancas es una especia de inmunizador contra la magia de las brujas oscuras. Por eso siempre que te encuentres con una manada habrá un aquelarre de brujas blancas, o al menos solo una bruja blanca – explicó Tao.
- Entonces Tiffany y Elisabeth os ayudan, ¿verdad? – preguntó Samantha.     
- Elisabeth sí… tu hermana nunca ha sido vista por el territorio de la manada, a decir verdad ni si quiera Elisabeth sabía quién era hasta la última desaparición – contestó Chen cruzándose de brazos e inclinando la cabeza como si estuviera pensando en algo.
- ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó Samantha encarnando una ceja.
- Nada, es solo que todas las desapariciones y ataques empezaron cuando aparecisteis… y ahora que tu hermana no está, han cesado - contestó Chen elevando los brazos a modo de inocencia.
- Si lo que intentas decirme es que mi hermana tiene algo que ver te equivocas, ha tenido que ser pura casualidad - replicó Samantha, aunque incluso ella encontraba raro el anterior comportamiento de su hermana y el repentino viaje que ha tenido que hacer.
- No quería decir eso Sam, tan solo digo que todo esto me da mala espina - dijo Chen masajeándose la nuca con un gesto incómodo - Hay un supuesto cazador por el pueblo, acto seguido de que tu hermana se fuera todos los ataques y desapariciones cesaron y luego descubrimos que eres una bruja oscura y no nos habíamos dado cuenta de ello…  Todo es muy raro -.
- Y no olvidemos que tenemos a un pura sangre de otra manada cerca y Kris está demasiado agitado como para comportarse como un alfa normal - añadió Tao con un gesto preocupado.
 Samantha los miró en parte preocupada  por todo lo que estaban contando. ¿Y si lo que dice Chen es verdad y Tiffany tiene algo que ver con todo aquello de los ataques y las desapariciones? Aunque era imposible, ¿qué culpa tiene ella de que unos lobos salvajes atacasen en el pueblo?
-  Yo no creo que mi hermana tenga algo que ver, los ataques fueron causados por lobos… ella no es ningún lobo y mucho menos capaz de controlarlos cuando ni si quiera puede ver a un perro a los ojos - insistió Samantha con un tono no muy convincente, aunque menos convincentes eran las miradas de Tao y Chen - ¿Acaso vosotros no? -.
- Ya no sé qué pensar, hay demasiadas cosas que apuntan a vosotras y no quiero creer, tantas cosas que… me confunden. Estoy confundido y no quiero hacerte daño - contestó Tao haciendo una mueca, Chen por su parte tan solo observó a Chen encarnando una ceja.
- Podrías haberlo pensado antes de dudar en mí - dijo Samantha dándose media vuelta y alejándose de ellos.
 Podía oír las voces de Tao y Chen llamándola apagándose a medida que ella se alejaba de ellos. A veces la entraban ganas de darse media vuelta y arreglar las cosas con ellos, pero su orgullo se lo impedía. ¿Cómo podían dudar de ella o su hermana? Puede que se estuviera comportando de una forma extraña durante todos estos días, pero es normal cuando tienes que criar y sacar para delante a tu hermana sin ayuda de nadie.  Solo cuando dejó de oir las voces de Tao y Chen su orgullo la permitió dirigir una mirada hacia atrás y comprobar lo alejada que se encontraba del centro comercial. Miró alrededor esperanzada con poder ver alguna parada de autobús, pero no hubo suerte. Era de noche, estaba lejos de su casa y no tenía transporte para volver. Caminó sola por unos minutos hasta divisar un Todo a Cien y no dudó en acercarse. Dentro había una pareja cogiendo algún que otro refresco y un par de jóvenes con muy mala pinta. Decidió no meterse y enviar un mensaje a Lay pidiendo que la recogiese en donde indicaba con todo detalle en dónde se encontraba. No pasaron ni cinco segundos cuando su respuesta llegó, haciendo que se sintiera un poco más tranquila de lo que se encontraba.
 Suspiró inquieta por las constantes miradas de aquellos dos jóvenes y decidió ignorarles todo lo posible. Ya se había metido en suficientes líos, no necesitaba meterse en ninguno más. Pasaron las horas y Lay seguía sin aparecer, además aquellos dos chicos no dejaban de mirarla y por si no fuera poco habían decidido salir para tener una mejor vista de ella. Empezaban a crisparla los nervios. Intentó distraerse con cualquier cosa con tal de no pensar en ellos, pero no podía dejar de sentir sus miradas clavadas en ella. Era peor que aguantar las miradas asesinas de Kris, por favor. SE alarmo cuando, por el rabillo del ojo, vió como se acercaban poco a poco hacia ella. Como era de esperar Samantha se alejó de ellos, no sabía el por qué pero todo aquello la daba mala espina.
- Valla, parece que la hemos asustado - comentó uno de ellos en un tono capaz de producir nauseas a Samantha.
- Claro, ella es una dama idiota y hay que tratarla como tal - contestó el otro.
 Samantha optó por permanecer callada e ignorar cualquier comentario que saliera de aquellos dos personajes. ¿Cómo se metía en  eso líos? Suspiró de nuevo mientras se acomodaba el cuello de la chaqueta de lana que, meramente, la mantenía en calor.
- Creo que nos está ignorando -.
¿Cómo lo había adivinado? Quizá por qué no está cayendo en ese jueguecito de ‘’chico malo’’ o por qué ni si quiera existen para ella.
- Puede que ella pueda ignorarnos pero… Ese olor que desprende es difícil de ignorar -.
 ¿Qué demonios acababan de decir? Sin poder reprimirlo más se dio la vuelta de golpe al oir aquella y pudo ver que no estaba tan alejada de ellos como creía. Y lo que más miedo la producía era el brillo tan espeluznante que sus ojos emitían. Brillaban en la oscuridad como si fueran dos estrellas. Algo en ese brillo de ojos hacía que el cerebro la gritase por huir, pero sus piernas no podían moverse. Estaba totalmente paralizada.
- Ahora la hemos asustado, ¿has visto que expresión más hermosa tiene? - rió el que tenía los ojos azules y fríos como el hielo.
 Su compañero, el que parecía ser el líder, tan solo inclinó la cabeza mientras se acercaba a ella hasta quedar a escasos minutos. Parecía ansioso por algo y no separaba su mirada de ella en ningún momento.
- ¿Ocurre algo? - volvió a hablar el ji azul.
- Su olor… es extrañamente embriagador, no huele como los humanos que acabamos de comer en la tienda. Huele como una bruja oscura, pero tiene la marca de una bruja blanca en la base de la nuca - contestó el otro contra su cuello, produciendo más nauseas a Samantha.
- Debe de ser una mestiza, y ya sabes lo que dicen de las brujas mestizas - mientras ellos dos hablaban, Samantha podía sentir todas esas nauseas aumentar. No sabía que podía producirlas, pero cada vez que ellos decían o se acercaban más, aumentaban.
- Los mestizos tienen la sangra más deliciosa… lo sé -.
- Por favor no - lloriqueó Samantha sintiendo cómo el que se encontraba más cerca de ella la elevaba la cabeza por el mentón, dejando expuesto su cuello.
- Tu boca dice que no, pero tu aroma nos llama a gritos monada. Tranquila, no te dolerá… mucho -.
 Cerró los ojos con fuerza, sintiendo cómo las lágrimas venían a ella, cuando sintió la lengua del desconocido sobre su cuello. De nuevo esas nauseas vinieron a ella y juró que, por un momento, iba a vomitar todo lo comido en el día. Oyó la risa socarrona de aquellos dos desconocidos y supo que de esta no iba a salir. Pero entonces sintió cómo el agarre en el que se encontraba  cesó de golpe y oyó un grito de dolor.
- Aleja tus manos de ella y no te atrevas a tocarla si no quieres que te arranque la cabeza -.
  Abrió los ojos de golpe cuando sintió que la cogían de los hombros. Era ese chico tan alto que preguntaba por Lay aquella tarde… y Lay estaba frente a ellos encarando a los dos desconocidos, pero había algo en él. Algo peligroso en el brillo de sus ojos y en la forma que les miraba como si fuera a matarlos ahí mismo.
- ¿Te encuentras bien? - preguntó el grandullón con aquella voz tan grave, Samantha asintió como pudo.
- ¿La han mordido? - esta vez fue Lay quien habló, llamando la atención de Samantha.
- No, pero si hubiéramos tardado más lo hubieran hecho seguro… ya la habían preparado - oyó decir al grandullón.
 Samantha no entendía nada. ¿Quién iba a morder a quién? Aquel sentimiento de nauseas no parecía desaparecer y sentía como el cansancio venía a ella poco a poco, pero algo la decía que tenía que mantenerse despierta y no dejar a Lay solo.
- ¿De verdad creíais que teníais una mínima posibilidad de que no me hubiera dado cuenta? ¿Acaso creéis que no me fijaría en la marca de su cuello y os encontraría para mataros? - oír a Lay decir aquellas cosas con ese tono de voz tan tétrico la producirían escalofríos si tuviera alguna idea de si lo que estaba ocurriendo era verdad o ficción.
- Eh tío, cálmate ¿quieres? - preguntó el oji azul levantando los brazos como si así fuera inocente - No sabíamos que era tu compañera… No huele como tal -.
- Si no la has marcado no es nuestro problema, pero con alguien como ella te aconsejaría que lo hicieras pronto… puedo oler su fragancia desde aquí y no sabes cuánto me está calentando. He de admitir que tienes una compañera muy atractiva -.
 Pudo ver perfectamente cómo Lay se agitaba en el sitio. Le estaban haciendo enfurecer a propósito y Lay estaba cayendo en su juego. Tenía que hacer algo para salir de allí lo antes posible y poder descansar en su cama. No supo cómo pero se encontró caminando hacia Lay hasta poder abrazarle por la cintura y sostenerse en él. Pudo sentir cómo se tensaba por un momento, pero después se relajó inmediatamente al oír su voz. Sonrió la pensar en que podía tranquilizarle en un momento como ese con solo decirle un par de cosas.
- Lay… estoy bien, vámonos - dijo en voz baja con miedo a enfurecerlo más - No quiero ninguna pelea, vámonos por favor -.
 Lay observó a aquellos dos a los cuales desearía poder matar con sus propias manos durante unos segundos antes de lanzarles un gruñido y volverse hacia Samantha, abrazándola por el camino, para acercarse al coche en el que habían venido. Antes de entrar en dicho vehículo lanzó una mirada a su acompañante, quien sonrió de lado al saber lo que estaba a punto de decirle.
- Procura no dejar ninguna prueba… cuando termines, quémalos - ordenó Lay, acto seguido metió a Samantha en el coche junto a él y acercó su rostro al oído de esta - Tápate los oídos pequeña -.
 Sin poner en duda aquella sugerencia le hizo caso y se tapó los oídos, aunque ni aun así podía ignorar los gritos de agonía y gruñidos de lobo que se escuchaban desde fuera del coche. Pidió a Lay que no se peleara y lo ha hecho, es el grandullón quien los estaba destrozando. Solo hasta que pudo ver un fuerte resplandor a través del cristal tintado no se destapó los oídos. Miró a Lay a los ojos buscando respuestas, pero lo único que vió; y para su sorpresa; era la mirada desesperada de este que hizo que se la encogiera por un momento el corazón.
- ¿Qué te ocurre? - preguntó débilmente, demasiadas experiencias en un solo día.
- Casi te pierdo… si hubiera tardado más ellos te hubieran… - por un momento se le cortó la voz al pensar lo que podría haber ocurrido a su pequeña y no pudo sostenerla la mirada por más tiempo. ¿Qué se suponía que habría hecho sin ella?
- Lay, mírame, estoy bien ¿de acuerdo? - dijo Samantha mientras le acariciaba la mejilla y le obligaba a mirarla a los ojos.
 Lay suspiró y presionó la mano de Samantha contra su mejilla con miedo a que aquel roce desapareciera. Nunca en su vida había pasado tanto miedo. En el momento en el que vió a Samantha y a aquellos dos malnacidos sujetándola se había puesto en lo peor.
- Aún estás temblando… - murmuró Lay abrazándola y juntándola contra su pecho con fuerza.
 Samantha suspiró aliviada cuando sintió la mano de Lay subir y bajar por su espalda. ¿Cómo lo hacía? Siempre era capaz de tranquilizarla con gesto como aquel en cualquier momento. Con una sola palabra, gesto o mirada podía calmarla en momentos como este. Se mantuvieron inmóviles en aquella posición, disfrutando de aquel momento de silencio, hasta que el grandullón regresó, sentándose en el asiento del piloto. Extrañamente no vestía la misma ropa que antes.
- Has tardado - dijo Lay.
- ¿Sabes lo difícil que es encontrar a un vampiro que use mi talla de ropa? - replicó el grandullón poniéndose el cinturón de seguridad - Tuve que quitársela a un cliente de la tienda, al parecer habían tomado un tentempié antes de intentar comerse a tu novia… ¿Cómo se encuentra? -.
- Cansada… - murmuró Samantha contra el pecho de Lay - Te agradezco que me hallas salvado… -.
- Chanyeol -.
- ¿Vais a llevarme a casa? - preguntó acomodándose contra Lay, de forma que estuviera más cómoda.
- No, te llevaremos a la mía - contestó Lay mientras comenzaba a enredar sus dedos en el pelo de la joven - Es raro encontrar solo dos vampiros cazando. Suelen ir en un grupo mayor y si por alguna razón se hubieran escondido y olido tu olor no descansarían hasta darte caza. Prefiero tenerte cerca por si eso ocurre y no correr ningún riesgo -.
- ¿Tan pronto me llevas a la cama? - preguntó Samantha en un tono juguetón.
 Lay rió levemente; jugando con los mechones de pelo enredados entre sus dedos; mientras sentía como Samantha se tranquilizaba entre sus brazos. Verla de aquella forma, tan frágil y delicada, le despertaba el lado sobreprotector que tenía y le hacía desear poder tenerla siempre a su lado para poder cuidar de ella.
 El viaje hacia la casa de Lay se le hizo más largo que nunca. Estaba muy cansada pero aún tenía un poco de miedo por lo sucedido y no podía dormirse. Cada vez que cerraba los ojos recordaba a aquellos dos…vampiros, aun no se lo creía. Durante todo el viaje los únicos que hablaban eran Lay y Chanyeol, no entendía sobre qué  puesto que estaba demasiado cansada como para prestar atención, pero lo único que pudo pillar fue ‘’volver a Canadá’’ y ‘’es tu padre’’.  Tras lo que parecieron días llegaron a la entrada de la casa de Lay y, tras despedirse de Chanyeol y volver a agradecerle todo lo que había hecho por ella aquella noche, dejó que Lay la agarrase de la cintura y la condujera hasta el interior de su casa. La llevó, con cuidado de no hacerla tropezar por las escaleras, hasta su cuarto y allí rebuscó en su armario hasta encontrar lo que buscaba.
- Aquí está… a mí ya no me vale, pero creo que igualmente podrá valerte a ti - dijo tendiéndola una sudadera de color rojo con letras blancas. Al cogerla la tendió en alto y leyó la frase en voz alta: ‘’Exclusively Yours’’ - Cámbiate mientras yo aviso a Helen que estarás por la mañana, no tardo mucho -.
 Observó a Lay salir por la puerta y suspiró. Era la segunda vez que estaba en el cuarto de Lay pero era diferente, ahora iba a dormir en ella. Tras observar unos segundos el cuarto de Lay comenzó a desvestirse, empezando por la parte de abajo. No podía dejar de sentirse algo incómoda al no estar en su propio cuarto. Dobló los pantalones y los posó sobre la cama de Lay, más tarde le preguntaría donde dejaría su ropa. Se quitó la chaqueta y el jersey, doblándolos y posándolos sobre los pantalones. Al pasar frente al espejo del armario de Lay clavó su mirada en su hombro. Aun sin creerse lo que estaba viendo se acercó al espejo y pasó los dedos por aquella marca. Necesitaba ver a Kai y Elisabeth cuanto antes.
- ¿Samantha? - llamó Lay tras la puerta - ¿Puedo pasar? -.
- S-si, un momento - contestó acabando de ponerse la sudadera de Lay.
 No era de su talla, pero aun así no la quedaba tan grande como solía pasar en las películas y series. Cosa que nunca entendió, ya que el chico siempre medía unos centímetros más que la chica y aun así la sudadera o camisa la quedaba exageradamente grande y la tapaba por las rodillas. A ella no. A ella le quedaba una o dos tallas más grande y la tapaba hasta unos centímetros bajo la cintura. Unos golpes en la puerta la llamaron la atención y dirigió la mirada hacia esta. Lay la observaba, mordiéndose el labio inferior, apoyado en el marco de la puerta. Él también se había cambiado; camisa de manga corta blanca y unos pantalones de pijama negros.
- ¿Por qué me miras así? - preguntó tímidamente.
- Por nada… - contestó acercándose hasta ella.
 Una vez a su lado la cogió de la mano y la hizo girar sobre sus pies lentamente, observando cómo la quedaba aquella sudadera y rodeándola por la cintura para juntarla contra él frente al espejo. Se sonrieron mutuamente y, durante unos minutos en los que estuvieron en completo silencio, se observaron por el espejo.
- Podría pasarme así días - susurró Lay contra su cuello antes de darla un beso en la base de este. Samantha sonrió y bostezó cansada haciendo reír a Lay, quien la cogió en brazos y llevó hasta la cama.
- ¿Qué haces? - preguntó Samantha cuando vió a Lay abrir la puerta del cuarto para irse.
- Tú duermes en mi habitación, yo en el sillón - contestó Lay.
- Lay no… Quédate conmigo - rogó Samantha intentando que no se notase el miedo en su voz, aunque por la expresión de Lay no lo había conseguido.
- ¿Qué ocurre? - preguntó acercándose una vez más hacia la cama, sentándose en el borde y mirándola interrogante, Samantha  se levantó el cuello de la sudadera intentando taparse el rostro avergonzada.
- Aunque esté cansada no consigo dormir, ya lo intenté en el coche y cada vez que cerraba los ojos veía a los dos vampiros atacándome… tengo miedo - reconoció avergonzada - ¿Te importaría dormir conmigo? -.
- No puedo… por mucho que lo esté deseando, no puedo - suspiró Lay masajeándose la nuca.
 Samantha asintió con la cabeza algo decepcionada. No esperaba a que ocurriera algo ni nada por el estilo, pero si esperaba poder dormir con él como hacen las parejas en las películas. Abrazados, acariciándose y dándose uno o dos besos hasta quedarse dormidos. Oyó suspirar a Lay por segunda vez y notó su mano rozar su mejilla y bajar hasta el mentón, elevando su rostro hasta que sus miradas se cruzasen.
- No puedo dormir contigo, pero si puedo quedarme hasta que te duermas - dijo Lay sonriéndola de manera tranquilizadora - Hazte a un lado Caperucita -.
 Samantha sonrió y se hizo a un lado sin rechistar. Una vez que Lay se sentó a su lado Samantha se sintió más segura. Este la miró arqueando una ceja, estaban demasiado lejos el uno del otro. La cogió de la cintura y la juntó a él, subiendo sus piernas sobre las suyas y tapándose con la manta. Samantha sonrió tímidamente y se abrazó a él, sintiendo el calor corporal de Lay inundarla completamente.
- Si te acercas demasiado no podré controlarme Caperucita - dijo Lay mordiéndose el labio y comenzando a acariciar la pierna desnuda de Samantha con la punta de los dedos.
- ¿Por qué? - preguntó Samantha sonriendo tímidamente.
 Lay lo miró pensativo durante unos minutos como si estuviera debatiendo sobre algo en su cabeza y, sin previo aviso, cogió a Samantha de la cintura para ponerla sobre su regazo colocando cada pierna a cada lado. Llevó una mano hacia la cintura de Samantha, acariciándola de una manera diferente a la normal, de una manera más sensual se podría decir.
- Y me lo pregunta la chica que lleva mi ropa - dijo Lay inclinando la cabeza a un lado - ¿Quieres saber por qué me vuelves loco? ¿Qué es lo que tienes que me vuelve loco? -.
 Samantha asintió con la cabeza algo avergonzada por la situación y escondió su rostro en la base del cuello de Lay, apoyando sus manos sobre su pecho. Lay sonrió y aprovechó aquello para acercar su boca al oído de Samantha.
- ¿Por dónde empiezo? - susurró, produciendo que Samantha tuviera un escalofrío - Que te muerdas el labio concentrada en dibujar a escondidas del profesor en clase; que te pases la melena a un lado del cuello, descubriéndolo; que te sonrojes cuando un profesor te alabe o cuando te guiñe el ojo en clase y que seas tan adorablemente patosa -.
- ¿Qué más? - preguntó Samantha contra su cuello.
- Que te pongas mi ropa, es lo más adorable y sexy que he visto en mi vida. No te queda como sale en las series o películas y me gusta - contestó sonriente.
- Así que soy irresistible - murmuró Samantha adormilada por las caricias de Lay y la calidez que siempre irradiaba.
- ¿Se me ha olvidado decir modesta? - Samantha rió divertida y bostezó, cansada por todo lo ocurrido aquella noche.
 Lay sonrió y tras darle un beso en la frente la tumbó en la cama para dejarla dormir en paz. Como prometió se quedó a su lado, en silencio, hasta que se quedó profundamente dormida. Hoy realmente había sido una noche demasiado movida. Primero Chanyeol viene desde Canadá solo para hablar con él y Kris, luego unos vampiros intentan zamparse a su novia y por último… Samantha se veía irresistible con su vieja sudadera puesta que le había resultado demasiado difícil controlarse.

 Oscuridad… silencio… todo a su alrededor era eso. No podía oír, ver ni sentir nada más que eso. Debía de ser un sueño. Caminó por unos momentos hasta verse en medio de una carretera, rodeada de árboles de altas copas. Aunque ya pudiera ver algo seguía sin oír nada. Observó por su alrededor todos aquellos árboles de una altura casi infinita. Aquel paisaje le parecía demasiado familiar.
 Cuando volvió la vista al frente vió a un pequeño cervatillo frente a ella, mirándola a los ojos expectante. Samantha frunció el ceño extrañada, todo aquello comenzaba a ser muy raro. De repente el cervatillo se adentró en el bosque y, sin ni si quiera darse cuenta, se vió siguiéndole hasta lo que parecía ser un aserradero abandonado. Frente a él había dos coches, uno destrozado y otro con un golpe en el morro del coche. Seguramente el segundo habría sacado al primero de la carretera.
 Se adentró al edificio, siguiendo a aquel cervatillo como podía mientras esquivaba las sierras oxidadas y apartando las pesadas cadenas que caían desde el techo y la impedían ver con claridad. En un momento dado perdió al cervatillo de vista, pero aun así siguió dando unas vueltas por el edificio. Era realmente tenebroso y, aunque siguiera sin poder oír nada, veía como las sierras estaban en movimiento. Seguramente alguien las habría accionado. Mientras observaba aquel edificio volvió a oír y todo el ruido de golpe la hizo daño en los oídos. El sonido chirriante de las sierras oxidadas, las cadenas chocando unas con otras y, de repente, gritos y pasos que se acercaban hasta ella.
 De detrás de un montón de madera cortada apareció, sorpresivamente, su madre agarrándola a ella de la mano y detrás Yunho. Espera un momento, ¿estaba soñando con su madre, ella y Yunho? Si se fijaba bien los tres tenía heridas por todo el cuerpo, pero aun así no dejaban de correr. Pronto supo por qué. Un lobo gigantesco de color cobrizo claro y ojos color oro apareció, saltando sobre el montón de madera y mirándola intimidante. Entonces sintió el hombro de su madre chocar contra el suyo y cayó al suelo. Un dolor insoportable se apoderó de ella y cuando miró a sus manos estaban sangrando, al igual que sus brazos y hombro derecho. ¿Se había convertido en una pesadilla acaso?
- ¡Samantha levanta! - su madre se estaba dirigiendo a ella con miedo, tardó unos segundos en reaccionar. Al menos hasta que su madre la levantó de un tirón.
- ¡Corred! - gritó Yunho poniéndose frente a ellas, como si las estuviera protegiendo de aquel lobo.
-¡Yunho no! - gritó su madre con… ¿preocupación y tristeza? - ¡Tenemos que salir juntos, me lo prometiste! -.
 ¿Por qué estaba comenzando a llorar? ¿Por qué sentía una presión en el pecho que la hacía respirar con dificultad?... ¿Por qué tenía miedo a que hicieran daño a Yunho? No entendí nada de lo que estaba pasando en aquel sueño/pesadilla.
- ¡iros ya! - gritó Yunho.
 Entonces el lobo arremetió contra él y todo comenzó a ocurrir con demasia velocidad. Su madre gritaba y lloraba desconsolada, el lobo no dejaba de morderle, arañarle y zarandearle con violencia y ella… se quedó helada al oír lo que había salido de su garganta al ver cómo el lobo y Yunho se revolcaban por el suelo.
- ¡¡Papá!!-.
 Apartó la mirada cuando el lobo lanzó un mordisco a su cuello y Yunho se quedó totalmente inmóvil. ¿Estaba muerto? No, eso no podía ser… ella había hablado con él aquella tarde. Cuando volvió a alzar la cabeza sintió que el cielo se la venía encima. En vez de un lobo quien la miraba con aquellos aterradores ojos color oro y la boca llena de sangre... era Lay.

 Abrió los ojos y se levantó de golpe. Estaba empapada en sudor y tenía ganas de vomitar. ¿Qué había sido aquella pesadilla? Aún estaba temblando y la imagen de Lay con aquellos ojos tan aterradores no la abandonaba. Además sentía que todo el brazo derecho estaba ardiendo. Suspiró y se llevó la mano a la frente, quitándose el sudor. Cuando abrió los ojos se arrepintió. Aquellas marcar que había visto en su hombro se había expandido por todo su brazo y estaba brillando con una tenue luz de tono morado oscuro.

- Necesito hablar con Kai -.

2 comentarios:

  1. Wiiiii!! Apareció Lay de nuevo!!! Ya lo estaba extrañando!!! La historia está muy interesante... hay algo muy raro en Lay... por favor no dejes de seguir el fic!!! Espero ansiosa por el cap 10 ^.^

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    1. Me alegra que te parezca tan interesante :D Y tranquila, esta historia seguirá hasta acabar la 1ª Parte. Despues, colgaré otra historia y por último la 2ª Parte de Wolf's Tears

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